tag:blogger.com,1999:blog-27388213375694743332023-11-15T09:19:35.678-08:00El Político y el CientíficoBlog de ANTONIO CAMOU en el que encontrarás artículos y notas de opinión sobre: Gobernabilidad, democracia, Estado y políticas públicas, sociedad y política argentina, gestión del conocimiento, universidad y educación superior en Argentina y América Latina.Antonio Camouhttp://www.blogger.com/profile/10099260700375609897noreply@blogger.comBlogger27125tag:blogger.com,1999:blog-2738821337569474333.post-49028288053664328562018-12-10T10:24:00.004-08:002018-12-10T10:24:55.828-08:00EL BORGES DE CELINA<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Times New Roman, serif;"><span style="line-height: 18.4px;">EL BORGES DE CELINA</span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Por Antonio Camou<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 177pt; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 177pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif";">No alcanzo a
recordar la primera vez que leí a Quevedo; ahora es mi más visitado escritor.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 177pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif";">J.L. Borges, <i>El idioma de los argentinos</i> (1928)<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">No sé muy bien cómo
empecé a leer a Borges. O quizá debería decir mejor no sé muy bien por qué
persistí en leer a Borges. A diferencia de otras lecturas adolescentes a las
que llegué por casualidad, y que de entrada me fascinaron (“Continuidad de los
parques” de Cortázar, o el “Informe sobre ciegos” de Sábato), sospecho que con
el autor de <i>Fervor de Buenos Aires</i> me
tropecé en el colegio y, según mi difuso recuerdo, las primeras experiencias no
fueron muy auspiciosas. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Debió ser en el tercer
año del bachillerato –que en 1976 cursaba en el instituto Pío XII de Necochea-
cuando la profesora de castellano, la inefable Celina Borelli, nos introdujo en
la literatura borgeana a través de la <i>Antología
Argentina Contemporánea</i> de Arturo Berenguer Carisomo (1972). <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Mujer entrada en años y
no muy agraciada, católica de comunión diaria, soltera y virgen (como alguna
vez confesó ante una estudiantina que no pudo contener las carcajadas), Celina
era una de esas <i>instituciones</i>
docentes que en los pueblos del interior se vuelven parte del folklore
educativo. Junto con “la tana” María Esther Mosquera o la “petisa” Elvira
Zugazúa (mi tía abuela) tenían una bien ganada fama de severas y exigentes (de
acuerdo con los criterios que por aquellos años se tenía de la excelencia académica),
pero nunca nadie desmintió que también podían tomar decisiones apresuradas o
arbitrarias. Eran la pesadilla de infinidad de estudiantes despachados “a
diciembre”, o sumariamente “a marzo”, sin apelación, y en el peor de los casos se
convertían en el tozudo fantasma que acompañaba durante un ciclo completo a los
infelices condenados que se llevaban su materia “previa”, acarreando ese castigo
como un bloque de cemento atado al cuello. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Hasta dónde sé, ninguna
de ellas se casó o tuvo hijos (al equipo podría agregarse –entre otras- Carmen
Ramos, profesora de literatura en 4to y 5to año del Colegio Nacional “José
Manuel Estrada”), y esa circunstancia creo que terminó por volverse un rasgo especialmente
pronunciado de sus respectivas personalidades. En un tiempo en que las mujeres
que no se casaban solían vivir su soltería como una especie de condena social,
ellas transitaban por la vida navegando con otra bandera. Educadas,
culturalmente inquietas y seriamente dedicadas a su profesión (donde otros
docentes repetían sempiternas lecciones, a ellas les gustaba hacer notar su
permanente voluntad de actualización), no se habían amoldado –no habían querido,
no habían sabido, no habían podido amoldarse- al destino usual de madres y amas
de casa pueblerinas. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Pero volvamos a Borges.
Salvo el “Poema conjetural” (que en principio me atrajo aunque tardé su buen
tiempo en comprender) y la “Milonga del Albornoz” (que me gustó porque rima y
poesía eran -en esos años- la misma cosa para mí), el resto de los versos elegidos
por Berenguer (“La plaza San Martín”, “Último sol en Villa Ortúzar”,
“Composición escrita sobre un ejemplar de la gesta de Beowulf”) me resbalaron
sin pena ni gloria. Para colmo el único texto en prosa seleccionado, el oscuro “Episodio
del enemigo”, era bastante poco representativo del autor de <i>El Aleph</i>, y en cualquier caso, se
trataba de un relato menor. De todos modos, en mi memoria sobresale la
insistencia de Celina en hacernos leer un poema, que no estaba incluido en esa colección,
y que había aparecido unos meses antes en el diario <i>La Nación</i>: “El remordimiento”. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">En aquella época no
existían las fotocopias y los docentes hacían lo que habían aprendido de sus
maestros, lo que habían repetido los maestros de sus maestros, y lo que durante
centurias -a fin de salvar innumerables tesoros culturales de la barbarie de la
guerra, el pillaje o el fuego- habían hecho monjes medievales o letrados chinos:
copiar. Para no desentonar con ese conspicuo linaje la profesora copió en el pizarrón,
directamente del recorte del diario, el poema que todos religiosamente
transcribimos en nuestras carpetas (escandimos sus versos, deletreamos su rima),
y que luego debimos memorizar:<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<i><span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">He
cometido el peor de los pecados <br />
que un hombre puede cometer. No he sido <br />
feliz. Que los glaciares del olvido <br />
me arrastren y me pierdan, despiadados. <br />
<br />
Mis padres me engendraron para el juego <br />
humano de las noches y los días, <br />
para la tierra, el agua, el aire, el fuego. <br />
Los defraudé. No fui feliz. Cumplida <br />
<br />
no fue su joven voluntad. Mi mente <br />
se aplicó a las simétricas porfías <br />
del arte, que entreteje naderías. <br />
<br />
Me legaron valor. No fui valiente. <br />
No me abandona. Siempre está a mi lado <br />
La sombra de haber sido un desdichado.<o:p></o:p></span></i></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Contrariamente a lo que
creen las pedagogías del progresismo vernáculo, carradas de graduados en
ciencias de la educación e infinidad de educadores
a la violeta, copiar es un ejercicio intelectual de primer orden. Walter
Benjamin, a quien nadie confundiría con un espíritu obtuso o reaccionario, recomienda
enfáticamente esa tarea en un libro abarrotado de ideas sugerentes y de ocurrencias
deslumbrantes -<i>Calle de Dirección Única</i>-,
como la mejor manera de conocer los vericuetos de un texto y los arcanos de un
autor: <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt 35.4pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES;">La fuerza de una carretera varía según se la recorra a
pie o se la sobrevuele en aeroplano. Así también, la fuerza de un texto varía
según sea leído o copiado. Quien vuela, sólo ve cómo la carretera va
deslizándose por el paisaje y se devana ante sus ojos siguiendo las mismas
leyes del terreno circundante. Tan sólo quien recorre a pie una carretera
advierte su dominio y descubre cómo en ese mismo terreno, que para el aviador
no es más que una llanura desplegada, la carretera, en cada una de sus curvas,
va ordenando el despliegue de lejanías, miradores, calveros y perspectivas como
la voz de mando de un oficial hace salir a los soldados de sus filas. Del mismo
modo, sólo el texto copiado puede dar órdenes al alma de quien lo está
trabajando, mientras que el simple lector jamás conocerá los nuevos paisajes
que, dentro de él, va convocando el texto, esa carretera que atraviesa su cada
vez más densa selva interior: porque el lector obedece al movimiento de su Yo
en el libre espacio aéreo del ensueño, mientras que el copista deja que el
texto le dé órdenes. De ahí que la costumbre china de copiar libros fuera una
garantía incomparable de cultura literaria, y la copia, una clave para penetrar
en los enigmas de la China (2005: 21/22).<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Posiblemente gracias a
esa rígida disciplina de copista que me fue impuesta (Celina también nos hacía
memorizar, y repetir en voz alta, largos fragmentos en prosa de las <i>Parábolas</i> de Rodó) pude advertir muchos
años después –al releer el texto que aparece en su <i>Obra Poética</i>- que Borges había alterado el poema respecto de su versión
original. La poesía que apareció en <i>La
Nación </i>el 21 de septiembre de 1975, y que nosotros transcribimos al pie de
la letra, dice al comienzo de su segunda estrofa: “el juego humano de las
noches y los días”. Pero a partir de su inclusión en el libro del año
siguiente, <i>La moneda de hierro</i>
(1976), esa línea fue sustituida por otra bastante menos eficaz, salpicada de
lugares comunes y algo más patética: “el juego arriesgado y hermoso de la vida”.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Según es fama, al correr
de sucesivas ediciones, pero sobre todo de cara a la publicación definitiva de
sus obras, Borges corrigió muchos de sus trabajos, e incluso se negó de plano a
reeditar tres libros de su juventud por considerar que ya no lo representaban (aunque
luego su viuda tomara la decisión de imprimirlos nuevamente: <i>Inquisiciones</i> de 1925, <i>El tamaño de mi esperanza</i> de 1926 y <i>El idioma de los argentinos </i>de 1928). Como
ha señalado James Woodall, la costumbre del autor argentino de “cambiar los
textos de una edición a otra, de suprimir y a veces reintroducir en forma
modificada, palabras, frases, versos –principalmente en poesía- ha legado a
todo potencial biógrafo un trabajo de toda la vida” (1998: 344).<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Ahora bien, en el caso que
nos ocupa el detalle del cambio no es consignado –entre otros- por Rolando
Costa Picazo e Irma Zangara, quienes en el tercer tomo de su (pretendida)
edición crítica de la obra borgeana registran la primera aparición de “El
remordimiento” en septiembre de 1975, pero no dan cuenta de la alteración
introducida en el libro editado unos pocos meses después (2011, III: 261). Aunque
lo más curioso es que esa modificación ulterior acentuaba, en vez de atenuar, ciertos
rasgos autocompasivos que al propio autor lo molestaban de este soneto, cuya
historia -íntimamente ligada a la compleja relación que tenía con su madre- ha
sido contada en más de una oportunidad (Vázquez, 1996: 297; Woodall, 1998: 315;
Vaccaro, 2006: 692). <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Así, por ejemplo,
Borges se refirió negativamente a esa composición en sus diálogos radiofónicos
con Antonio Carrizo, desarrollados entre julio y agosto de 1979, en ocasión de
cumplir ochenta años; volvió a hacerlo
en la entrevista que le hiciera Joaquín Soler Serrano, para el programa de la
televisión española <i>A fondo</i> (1980),
donde recordó que el texto fue escrito pocos días después de la muerte de su
madre, Leonor Acevedo, fallecida el 8 de
julio de 1975, a los noventa y nueve años; y quedó definitivamente escrito en
el libro de conversaciones <i>Borges: el
memorioso</i>, en el que fueron transcriptas las charlas de radio con el
mencionado Carrizo. Justamente, al ser invitado por el locutor a hablar de “El
remordimiento”, decía Borges: <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif";">Es lo más flojo que yo he escrito
en mi vida…. No puede ser bueno porque yo lo escribí a los tres o cuatro días
de haber muerto mi madre. Y según dice Wordsworth “la poesía procede de la
emoción recordada en la serenidad”. Y yo no estaba sereno en aquel momento. Además,
técnicamente, es defectuoso ese soneto. No sé si es defendible. Es el peor
soneto mío, realmente (pp. 305/306). <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">En efecto, Borges reiteraba
aquí algunos insistentes motivos que tal vez en otras composiciones había
elaborado con más afortunada destreza. Por ejemplo, las “naderías” del arte
–comparadas con el destino guerrero de sus mayores- habían sido objeto de
mortificación en su poema “Espadas”, de <i>La
rosa profunda</i> (1975): “Déjame, espada, usar contigo el arte/ yo, que no he
merecido manejarte”; que a su vez retomaba una inspiración anterior, de la
última de las estrofas japonesas (“Tankas”), que ensayó en <i>El oro de los tigres</i> (1972): “No haber caído/como otros de mi
sangre/en la batalla/Ser en la vana noche/el que cuenta las sílabas”. Y en este
último volumen encontramos una composición en verso libre, “East Lansing”,
fechado el 9 de marzo de 1972, en la segunda visita que hiciera a esa ciudad
del estado de Michigan, acompañado por María Kodama (en la primera ocasión lo
hizo en compañía de su esposa de entonces: Elsa Astete Millán), donde dice
padecer “la insufrible memoria de lugares de Buenos Aires/en los que no he sido
feliz/y en los que no podré ser feliz”.
<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Pero a la vez que
cuestionaba la calidad literaria de aquel soneto, Borges vindicaba el mensaje que
había dejado escrito en la botella: <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif";">No haber sido feliz es realmente
haber defraudado a sus padres…. El deber que uno tiene, sobre todo con los
padres, es ser feliz. No el de obedecerlos o el de respetarlos; no tiene
ninguna importancia. Pero todo hombre debe ser feliz, ya que sus padres han
esperado eso de él (Borges y Carrizo, 1982: 306).<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Mal que le pese a nuestro
autor, ese poema es recordado por infinidad de lectores y lectoras alrededor
del mundo, de igual modo que sigue resonando en mi memoria tal como lo aprendí.
Por supuesto, después me gustaron mucho más otras creaciones, pero quizá fue la
especial perseverancia de Celina la que hizo que Borges entrara, de una vez y
para siempre, en mi radar. Poco tiempo después de aquel primer contacto trabajosamente
compré, y no menos arduamente leí, <i>Otras
inquisiciones</i>, y luego <i>El Libro de
los Seres Imaginarios</i> en la caótica y descuidada impresión de Emecé de
1978. De esa época me queda una nítida remembranza adolescente: estar tirado en
mi cama, la luz de la siesta entrando por la ventana del pasillo que daba al
patio, y yo leyendo sin entender mucho <i>Ficciones</i>,
en una edición de Alianza de los años setenta que había sacado de la Biblioteca
del Colegio Nacional. No sé si la cubierta del brillante diseñador santanderino
Daniel Gil era fiel al contenido del libro, pero al menos servía como una buena
representación de mis desconcertadas neuronas durante esas primeras excursiones
borgeanas: una cabeza abierta, rebanada a la altura de la frente, y en el lugar
donde esperaríamos encontrar el cerebro salían diversos cuerpos geométricos
–esferas, cubos, pirámides- dificultosamente encastrados entre sí. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Ha corrido mucha agua
bajo el puente desde entonces, pero tal vez recién hoy valoro en toda su
dimensión aquellas remotas clases de bachiller, a la vez que compruebo una
cruel injusticia pedagógica. En la redacción de estas estas notas he apelado a mi
nebulosa memoria, a mis libros, y a internet; pero si la búsqueda de Borges
arroja –literalmente- millones de resultados en la red, en vano se fatigarán
las páginas de <i>Google</i> (hubiera dicho
el autor de “La biblioteca de Babel” de haber conocido este engendro
tecnológico), buscando huellas de Celina Borelli, de la “tana” Mosquera, de
Carmen Ramos o de Elvira Zugazúa. Casi no quedan vestigios de sus largas y
fecundas décadas al frente de sus cátedras, y tampoco encuentro testimonios de
su paso por las aulas. En una época en la que los profesores tendían a ser
ágrafos, y las posibilidades de publicación muy limitadas, sus palabras se han desvanecido en el aire, sus
enseñanzas se han esfumado sin registro que las contenga, sus estimulantes
lecciones se las ha llevado el viento del olvido, borradas junto con el polvo
de la tiza, tragadas por “el tiempo, la tierra, la gran inundación de la
memoria”, como escribió alguna vez Rodolfo Walsh. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Por eso ahora, que la edad
y la profesión me han hecho casi contemporáneo de todas ellas, no puedo dejar
de observar el melancólico contraste entre colosales y universalmente veneradas
figuras del arte, la ciencia o el pensamiento, y esas humildes, desconocidas
pero denodadas educadoras sin las cuales la obra de aquellos autores tal vez
jamás hubiera despertado nuestra curiosidad. Como mucho después aprendí leyendo
al viejo Gramsci, una cultura cobra vida a través de esa particular dialéctica
entre la producción de grandes creadores, y una tupida red de maestras de escuelas,
profesores de secundaria o periodistas de pequeños diarios, que contribuyen a
su organización y circulación, y cuyos diminutos perfiles terminan perdiéndose fatalmente
en un brumoso anonimato. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Pero si no me engaño
tal vez Celina hizo algo más que servir de lúcido puente con una obra
maravillosa. Más de cuarenta años después caigo en la cuenta que al darnos a
leer aquel poema nos participaba de un mensaje algo más recóndito y
fundamental. Porque seguramente esos trajinados versos (dolidos, patéticos,
autocompasivos) hablaban más de ella que de nosotros, escritos como estaban en
un código encriptado que solamente podríamos descifrar en un futuro distante. En
el otoño de su vida, lo que ella no había sabido, no había podido o no había
querido intentar, nos decía que teníamos que ambicionarlo con todas nuestras
jóvenes fuerzas, disfrutando una a una las hojas del calendario que asomaban por
delante. A través de la literatura, más allá de la literatura, nos hizo copiar –caminando
por los bordes de la rígida disciplina de un colegio religioso- que el peor de
los pecados es no ser feliz, y que debíamos arriesgarnos a jugar el juego
humano de las noches y los días. Lamento en el alma haber tardado tanto tiempo
en descubrir (y nunca haber encontrado la oportunidad para agradecer) esa profunda
y perdurable lección del Borges de Celina. El desdichado Borges de Celina. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">La Plata, noviembre de
2018.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">REFERENCIAS<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES;">Benjamin, Walter,
<i>Calle de dirección única</i>, Madrid,
Alfaguara, 2005.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Berenguer
Carisomo Arturo, <i>Antología Argentina
Contemporánea</i>, Bs.As, Huemul, 1972.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Borges,
Jorge Luis y Antonio Carrizo,<i> Borges: el
memorioso</i> (Conversaciones de Jorge Luis Borges con Antonio Carrizo), México,
FCE, 1982.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Borges, Jorge Luis, <i>Obras completas</i>, edición crítica anotada por Rolando Costa Picazo e
Irma Zangara, T. III, Bs.As, Emecé, 2011.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Vaccaro, Alejandro, <i>Borges: vida y literatura</i>, Bs.As, Edhasa, 2006.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Vázquez, María Esther, <i>Borges: esplendor y derrota</i>, Barcelona, Tusquets, 1996.<o:p></o:p></span></div>
<br />
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Woodall, James, <i>La
vida de Jorge Luis Borges. El hombre en el espejo del libro</i> (1996),
Barcelona, Gedisa, 1998.<o:p></o:p></span></div>
Antonio Camouhttp://www.blogger.com/profile/10099260700375609897noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2738821337569474333.post-20402050894957922362014-04-21T19:39:00.000-07:002014-04-21T19:48:37.694-07:00MI ENCUENTRO CON GABOPor Antonio Camou<br />
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
“El coronel destapó el tarro del café y comprobó que no había más de una cucharadita. Retiró la olla del fogón, vertió la mitad del agua en el piso de tierra, y con un cuchillo raspó el interior del tarro sobre la olla hasta cuando se desprendieron las últimas raspaduras del polvo de café revueltas con óxido de lata”. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
A través de estas líneas me encontré con Gabo por primera vez en mi vida, allá lejos y hace tiempo, un día de verano adolescente en Necochea. Había comprado en la vieja librería El Arca, apenas sobreviviente de un incendio voraz, un ejemplar medio chamuscado de El Coronel no tiene quien le escriba, y lo fui leyendo por la calle de regreso a casa. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Después vendrían, por supuesto, los silbos anaranjados y los globos invisibles que lo esperan a uno del otro lado de la muerte, las tres carabelas otoñales fondeadas en el mar tenebroso, o el olor de las almendras amargas que nos recuerdan siempre el destino de los amores contrariados. Pero por obra y gracia de algún cálido misterio aquella escena de un anciano carcomido por la pobreza, raspando el fondo de un tarro de café, esperando sin término una carta que no llega, se quedó anclada en mi memoria. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Volví a recordar esa imagen muchos años después, frente a un pelotón de jóvenes dispuesto a fusilarlo con pedidos de autógrafos y saludos, cuando el autor de La hojarasca se me apareció en vivo y en directo en la ciudad de México. Yo estaba haciendo estudios de posgrado por esos rumbos y en el invierno de 1992 se organizó en la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México) un Coloquio con lo más graneado del pensamiento progresista local e internacional. El escritor colombiano era invitado de honor y ocupaba una butaca en el aula magna que las autoridades llaman “Justo Sierra”, y que los alumnos rebautizaron sin permiso de nadie, en una jornada incendiaria de 1968, como “Auditorio Che Guevara”. No cabía un alfiler y al fondo del salón nos abarrotábamos -de parado y atrás de una baranda- una fauna variopinta de estudiantes universitarios con carnet, militancia bullanguera y curiosos de toda laya. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
En algún momento alguien divisó a García Márquez en la platea y todos empezamos a gritarle: “Grande Gabo”, “No te mueras nunca”, “Genio”, “Un autógrafo, un autógrafo”, “Órale (dale) Gabito”. Ante el insistente reclamo popular se puso de pie y nos dedicó un saludo fraterno y una sonrisa contagiosa. Lo recuerdo de mediana estatura, dueño de un corpachón recio, macizo, con el pelo entrecano y el bigote prolijo. Pero lo que más me llamó la atención fue el saco (sin la compañía de rigurosa corbata), formado por enormes cuadros blancos y negros sobre el que se podía jugar un partido de ajedrez desde las nubes. Como el griterío seguía y el acto académico –para el solemne protocolo mexicano- amenazaba con no arrancar, el agasajado se salió de su fila, se acercó unos metros hacia nosotros y prometió con un gesto regresar al final de la presentación, para satisfacer nuestro justo petitorio de obtener su codiciada rúbrica de puño y letra. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Lo único que yo llevaba encima era una libreta de apuntes y el tratado de estadística de Manuel García Ferrando, que era mi condena personal a varios meses de soledad, pero no me desanimé y esperé a que terminara la conferencia. En ese lapso nadie tuvo en cuenta que los guardias de la universidad habían determinado que los invitados especiales salieran por una puerta lateral, cercana al escenario, a efectos de separar la paja del trigo, y así fue que comenzaron a sacarlos obligadamente de la sala, casi en vilo. Entre la chusma vocinglera hubo un instante de indecisión, seguido de un alboroto de demandas y fastidio: algunos empezaron a saltar la baranda con el vano objetivo de capturar al escritor desde la retaguardia, otros languidecieron en su decepción y se quedaron clavados en sus puestos masticando el fracaso, yo confié en mis buenas piernas y salí disparado hacia la puerta trasera a fin de rodear el edificio de Filosofía y Letras. Por el pasillo corría una marabunta de estudiantes dispuestos a ganarse un autógrafo a brazo partido. En el forcejeo por llegar primero el libro de estadística voló por los aires y tuve que ir a rescatarlo entre una jungla de piernas, donde se mezclaban morrales y huaraches, vaqueros y minifaldas, zapatillas y borceguíes. Cuando levanté la cabeza por sobre el amasijo de gente no había ni un rastro del saco ajedrezado que era el faro mental que guiaba mi carrera. Con resignación alcancé a ver una larga hilera de autos oficiales saliendo raudos por las calles interiores del campus universitario en dirección a la Avenida Insurgentes. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
No volví a encontrarme con Gabo y hoy me entero que ya no nos veremos nunca. Pese a que circulé varios años por el Paseo del Pedregal camino al cerro del Ajusco, muy cerca de su casa, yendo diariamente a la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), en ninguna otra ocasión me crucé con él. Luego hasta me enojé un poco cuando nuestras miradas sobre la vida política cubana comenzaron a bifurcarse. Pero más allá de las opiniones divergentes seguimos unidos por infinitas horas de emociones añejas e inolvidables. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Con el tiempo dejé de leerlo y casi había echado al olvido mi infructuoso intento de conseguir su firma. Pero en cambio jamás me abandonó aquella remota imagen, escrita en una prosa seca, descarnada, sin floridos arabescos, de mi primer encuentro con Gabo. Con cíclica porfía vuelvo a recordarla de tanto en tanto, cada vez que raspo el fondo del frasco para extraer los últimos granitos de café. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
La Plata, 17 de abril de 2014 </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Publicado en el diario Río Negro, edición del domingo 20 de abril de 2014.
</div>
Antonio Camouhttp://www.blogger.com/profile/10099260700375609897noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-2738821337569474333.post-56505240997867238602013-07-17T16:10:00.001-07:002013-07-17T16:10:39.721-07:00REJUNTE<!--[if gte mso 9]><xml>
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<br />
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Por Antonio Camou</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">"Cuando uno es
diputado o senador acompaña un proyecto de país. No es simplemente un rejunte
de gente para ganar una elección", dijo la presidenta desde Entre Ríos, en
lo que fue su primer discurso después del cierre de listas para las elecciones
legislativas de octubre. Y agregó para rematar: "La elección es un día,
pero se gobierna los 365 días del año".</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Una vez más, la Sra.
Presidenta nos entregó una disertación de hondo contenido político centrada en
una categoría científica medular para comprender algo del pasado, casi todo el
presente y buena parte de nuestro inmediato futuro:<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>la noción de “rejunte”. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Como el problema es
arduo dejaré de lado el debate técnico con la bibliografía especializada (no
haré distingos, por caso, entre “rejunte”, “ensalada”, “mescolanza” o “bolsa de
gatos”), para focalizarme en tres cuestiones que vale la pena destacar. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">El primer punto nos recuerda
que el kirchnerismo percibió como nadie que el correlato de la extrema
fragmentación del campo político dejado por la crisis del 2001 era la necesidad
de (re)juntar los pedazos de lo que pudiera -y quisiera- reunirse bajo su mando,
con algún vago perfume a novedad. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Tras el desfonde del
tejido representativo, Kirchner comprendió también que la única estructura que
quedaba en pie para acumular dinero y poder, y desde allí negociar y/o someter
a corporaciones, sindicatos o movimientos era la desvencijada estructura
estatal. Por lo tanto, el intríngulis central era ganar la elección, y después
armar desde el gobierno una coalición amplia que hiciera gobernable el país.
Desde entonces la mescolanza oficialista (de Gildo Insfrán a Ricardo Forster,
de Mario Ischii a Andrea del Boca, de Luis D’Elía a Lázaro Báez, de Cristóbal
López a Horacio Verbitsky, de Ramón Saadi a Hebe de Bonafini), ha tenido la
fortuna y la <i style="mso-bidi-font-style: normal;">virtú</i> maquiaveliana para
sobrevivir una década. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Así las cosas, puesto
que el kirchnerismo es un gran rejunte, parece que sólo podrá ser derrotado en
los próximos turnos electorales por otro extenso rejunte, aunque más a tono con
los nuevos vientos que ya han empezado a soplar desde la sociedad civil (¿Será
más republicano en lo político? ¿Más diverso en lo cultural? ¿Más sensato en lo
económico? ¿Menos cínico en lo social?) Después se verá si la ensalada funciona
pasado el desafío de las urnas. Como bien dice la primera mandataria, ya veremos
si es capaz de gobernar “los 365 días del año". Pero éste es un problema interesantísimo
(en el sentido chino de la maldición) que inevitablemente tendremos más
adelante. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Nótese de paso que
rejunte y consistencia se necesitan en cualquier dialéctica virtuosa: las
bolsas de gatos que funcionan en el poder son aquellas donde alguna fracción es
capaz de elaborar una conducción medianamente coherente. Un tal Juan Domingo
Perón predicó con la palabra y el ejemplo (los hubo buenos, malos y de los
otros) sobre la táctica y la estrategia en los rejuntes; después Menem o
Kirchner nos mostrarían su virtuosismo de intérpretes.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Adviértase también que
las listas de candidatos presentadas por el oficialismo testimonian algo más
que la cerrazón con las que el kirchneriato piensa el ejercicio vertical, solitario
y excluyente del poder; se trata de la confesión palmaria de sus postreras
orfandades, de su bajísimo atractivo actual para rejuntarse: ¿Hacia dónde podría
expandirse una configuración política que ya dilapidó su capital de confianza y
que se esmera día a día en agotar sus perspectivas de futuro? </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">La segunda cuestión es
una novedad de estas últimas jornadas: en los principales distritos electorales
del país el oficialismo fue un convidado de piedra, o en el mejor de los casos
un actor de reparto, en una obra cuyos protagonistas empiezan a ser otros. Por
eso buena parte de la atención mediática y ciudadana se concentró en escudriñar
qué hacían las fuerzas opositoras, desde la inteligente propuesta de los
sectores progresistas para dirimir sus diferencias en las primarias de agosto,
hasta las enrevesadas negociaciones de quintas de fin de semana entre De
Narváez, Macri, De la Sota, Massa, Lavagna o Scioli. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Según se sabe, la capacidad
para captar la atención es una parte vital de la iniciativa política, y el
oficialismo percibe que está comenzando a perder ese empuje a manos de ambiciosas
astillas de su mismo palo. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">El último punto se
detiene a considerar un revelador desliz. Desconozco cuáles son los sueños que
deleitan o las pesadillas que abruman a la Sra. Presidenta, pero tengo para mí que
cuando se enfurece muestra las hilachas de su inconsciente político. Le aflora
ese residuo que resiste la simbolización, esa mancha de irracionalidad
traumática que la persigue como una sombra terca. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">En Entre Ríos, una presidenta
molesta y ya en campaña pudo decir: “se trata de un rejunte para poner palos en
la rueda, para no dejarnos gobernar, para defender a las corporaciones, para
volver a los ’90, etc.”. Pero de sus labios escapó una verdad mucho más cruel:
se trata de “un rejunte de gente para ganar una elección". Lo dijo con
todas las letras: “para ganar”. Y al decirlo empezó a ponerle palabras al perfil
crepuscular de su infierno tan temido, ese lugar fatídico donde suceden las
derrotas y el poder se escurre entre las manos. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">De aquí a octubre, el
purgatorio electoral definirá a sus agraciados y a sus réprobos. Nadie tiene el
boleto cortado y las vueltas de la fortuna o las derivas de la <i style="mso-bidi-font-style: normal;">virtú</i> pueden dejar de a pie al gaucho
más advertido. Pero de aquí a la eternidad que nos separa del 2015, y más allá
de nuestro voto de convicción, habrá que hacerse a la poco feliz idea de que
las fuerzas políticas con capacidad de movilizar recursos electorales
significativos, y de apoyarse luego en una coalición que garantice mínimos
niveles de gobernabilidad, parece que tendrá los tonos de un mejunje variopinto.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Encaramada al alto faro
político e intelectual desde el que tiene por costumbre mirar a los simples
mortales, la Sra. Presidenta ha empezado a vislumbrar un horizonte perturbador:
a lo lejos ve asomarse el rejunte del poskirchnerismo.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">La Plata, 28 de junio
de 2013.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-bidi-font-weight: bold;">Publicado en la página del Club Político Argentino: <a href="http://www.clubpoliticoargentino.org/">http://www.clubpoliticoargentino.org/</a></span><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES-TRAD; mso-bidi-font-weight: bold;"> . Reproducido por el
Diario de Río Negro, 1/07/2013. Disponible en: <a href="http://www.rionegro.com.ar/diario/rejunte-1196906-9539-nota.aspx">http://www.rionegro.com.ar/diario/rejunte-1196906-9539-nota.aspx</a></span><span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"></span></div>
Antonio Camouhttp://www.blogger.com/profile/10099260700375609897noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2738821337569474333.post-24938424981365629342012-11-18T16:37:00.000-08:002012-11-18T16:42:59.990-08:00ENLACES Y SENSACIONES (el día después del 8N)<br />
<style>
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</style><br />
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Por Antonio Camou</div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 141.6pt;">
<span style="font-size: 11pt;">…cuando tenemos una sociedad altamente institucionalizada, las lógicas equivalenciales tienen menos terreno para operar y, como resultado, la retórica populista se convierte en una mercancía carente de toda profundidad hegemónica. En ese caso, sí, el populismo se vuelve casi sinónimo de demagogia trivial.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 141.6pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 141.6pt;">
<span style="font-size: 11pt;">Ernesto Laclau, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La razón populista</i> (2005), VII, p. 238. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 141.6pt;">
</div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Ayer decidí suspender mi entretenida lectura de la obra de Ernesto Laclau para asistir a la marcha del 8N en la ciudad de La Plata.<br />
<br />
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
A esta altura del partido casi no es necesario presentar a uno de los intelectuales argentinos más reconocidos en el mundo, pero no está de más trazar un mínimo perfil. Graduado inicialmente en historia por la Universidad de Buenos Aires, promediando los años ‘60 fue invitado por el mismísimo Eric Hobsbawm para realizar sus estudios de postgrado en Inglaterra. Las escasas perspectivas ofrecidas por el onganiato le entregaron inicialmente un motivo adicional para partir, y las convulsiones políticas posteriores le agregaron un argumento convincente para prolongar su estancia lejos del terruño; de a poco,<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>el tiempo se fue estirando como un chicle, y terminó por construir una vida y una exitosa carrera académica del otro lado del Atlántico. Tanto por sus valiosas contribuciones analíticas como por su posición en renombradas universidades del primer mundo, Laclau ha entablado enriquecedores intercambios polémicos con las más rutilantes estrellas del pensamiento contestatario globalizado. En esos debates ha ido tejiendo una original e intrincada red conceptual para el estudio de la política contemporánea, que integra distintas líneas de pensamiento, entre las que cabe destacar el marxismo de orientación gramsciana, el psicoanálisis lacaniano y los estudios sobre el lenguaje, desde la filosofía de Wittgenstein hasta el análisis del discurso de inspiración francesa. Seguramente por esa refinada y compleja articulación teórica ha resultado tan atractivo a los ojos del kirchnerismo.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Aunque la obra de Laclau no se deja resumir fácilmente, algunas de las ilustraciones con las que matiza su sofisticado discurso son fáciles de captar. De hecho, creo que<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>pueden ofrecer alguna guía para pensar la política después de la masiva manifestación del 8 N. Tomo el siguiente ejemplo del capítulo IV del libro que más ha encendido la imaginación del oficialismo, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La Razón Populista</i> (2005). Allí sostiene Laclau: </div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-align: justify;">
<span style="font-size: 11pt;">Pensemos en una gran masa de migrantes agrarios que se ha establecido en las villas miseria ubicadas en las afueras de una ciudad industrial en desarrollo. Surgen problemas de vivienda, y el grupo de personas afectadas pide a las autoridades locales algún tipo de solución. Aquí tenemos una <i style="mso-bidi-font-style: normal;">demanda</i> que, inicialmente tal vez sea sólo una <i style="mso-bidi-font-style: normal;">petición</i>. Si la demanda es satisfecha, allí termina el problema; pero si no lo es, la gente puede comenzar a percibir que los vecinos tienen otras demandas igualmente insatisfechas –problemas de agua, salud, educación, etcétera-. Si la situación permanece igual por un determinado tiempo, habrá una acumulación de demandas insatisfechas y una creciente incapacidad del sistema institucional para absorberlas de un modo <i style="mso-bidi-font-style: normal;">diferencial</i> (cada una de manera separada de las otras) y esto establece entre ellas una relación <i style="mso-bidi-font-style: normal;">equivalencial</i>. El resultado fácilmente podría ser, si no es interrumpido por factores externos, el surgimiento de un abismo cada vez mayor que separe el sistema institucional de la población. Aquí tendríamos, por lo tanto, la formación de una frontera interna, de una dicotomización del espectro político local a través del surgimiento de una cadena equivalencial de demandas insatisfechas. Las <i style="mso-bidi-font-style: normal;">peticiones</i> se van convirtiendo en <i style="mso-bidi-font-style: normal;">reclamos</i>. A una demanda que, satisfecha o no, permanece aislada, la denominaremos <i style="mso-bidi-font-style: normal;">demanda democrática</i>. A la pluralidad de demandas que, a través de su articulación equivalencial, constituyen una subjetividad social más amplia, las denominaremos <i style="mso-bidi-font-style: normal;">demandas populares</i>: comienzan así, en un nivel muy incipiente, a constituir al “pueblo” como actor histórico potencial.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Ante todo, los improbables lectores de estas líneas no deberían desalentarse si algunas palabras no las encuentran en el diccionario, o en ningún otro lado, ya que así se estila escribir en ciertas zonas de las ciencias sociales. Pero si se piensa, por caso, en lo que en su momento fue la <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Comisión</i><i style="mso-bidi-font-style: normal;"> de Enlace</i>, quizá las cosas empiecen a aclararse un poco. Después de todo, la historia comenzó con una serie de reiteradas “demandas” de distintos sectores agropecuarios que el kirchnerismo fue pasmosamente incapaz de absorber “diferencialmente”, y que luego fueron conformando una “cadena equivalencial” de mínimos denominadores comunes para avanzar, de manera concertada, en la conformación de un nuevo colectivo, “el campo”, de gran potencia simbólica, material y organizativa. La clave de bóveda del proceso fue la capacidad de la dirigencia de las distintas organizaciones para posponer sus diferencias de largo plazo en pos de “enlazar” sus voluntades en torno a metas de corto y mediano término. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Claro que el ejemplo también tiene patas cortas: mientras antes se trató de un reclamo “sectorial” ahora el desafío es el de avanzar en construcciones “políticas”, capaces de ir conformando una alternativa superadora al oficialismo. La existencia de múltiples demandas populares (seguridad, inflación, calidad institucional, libertad de expresión, respeto a la justicia, etc.), que no son atendidas por el gobierno, permiten pensar en una cierta “transversalización” de contenidos mínimos a través de los diferentes espacios partidarios. Pero por supuesto, el detalle que falta es la capacidad de la política para establecer las mediaciones necesarias.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Inspirado por estas recientes y un tanto desordenadas lecturas laclausianas fue que decidí sumar mi propia pancarta a la protesta. Con letras rotundas escribí: <span style="mso-spacerun: yes;"> </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<i style="mso-bidi-font-style: normal;">“Por una lógica equivalencial que, a través de la “espesura” de los hechos, nos permita (re)construir –tanto discursiva como prácticamente- una nueva subjetividad democrática, popular y republicana”.</i></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Pero me parece que no se entendió mucho. La gente que deambulaba por Plaza Moreno me miraba con una mezcla de sorpresa y desconfianza rayana en el temor. Unos jóvenes de secundaria –próximos votantes- intentaron deletrear el mensaje pero lo abandonaron al toparse con el primer paréntesis. Y una nenita que me señalaba con el dedo, con obvia intención de acercarse, fue severamente disuadida por sus prudentes padres. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Mucha más repercusión tuvo un pequeño cartel sostenido por un jubilado que –para colmo- se estacionó a mi lado. Decía así: “Soy un ciudadano… ¿O es una sensación?”. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
La Plata, 9 de noviembre de 2012.<span lang="ES-TRAD" style="mso-ansi-language: ES-TRAD;"> Publicado en la página del Club Político Argentino: <a href="http://www.clubpoliticoargentino.org/">http://www.clubpoliticoargentino.org/</a></span></div>
Antonio Camouhttp://www.blogger.com/profile/10099260700375609897noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2738821337569474333.post-41049611321823142582012-09-12T15:33:00.000-07:002012-09-12T15:35:51.466-07:00CONSTITUYENTES<!--[if gte mso 9]><xml>
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<br />
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES;">Por Antonio Camou</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES;">Hay que reconocerle a Ernesto
Laclau, entre otras virtudes intelectuales, un envidiable sentido de la
anticipación. Mientras distintas organizaciones sociales lanzaron el
“Movimiento para una Nueva Constitución Emancipadora </span><span lang="ES-MX" style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES;">y un Nuevo Estado</span><span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES;">” entre los meses de abril y junio, y los miembros del
espacio <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Carta Abierta</i> todavía no han terminado
de sumarse a la cruzada re-reeleccionaria, e</span><span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">l autor de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La razón populista</i> les ganó de mano a
todos y a todas. En una entrevista concedida al diario <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La Nación</i> allá por los primeros días de enero (8/01/2012) abogó sin
medias tintas por el cambio constitucional, consagrando a Cristina Fernández de
Kirchner, si bien no eterna, al menos perpetua. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES;">Es cierto –podrá alegarse- que a nuestro
filósofo lo aventajaron clamores eternizantes<span style="mso-spacerun: yes;">
</span>de ciertos parlamentarios ultra-kirchneristas. P</span><span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">ero
las intervenciones de estos legisladores no suelen estar contaminadas por ideas
propias, reflexiones críticas o datos fidedignos, por lo cual no sintonizan
bien con las necesidades de un debate público medianamente decoroso. </span><span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES;">En Laclau por
el contrario, y como podía esperarse, se encuentra una línea argumental digna
de atención. En ella se articulan un objetivo de construcción hegemónica de mediano
o largo plazo, una estrategia político-institucional de ejercicio del poder y
una táctica de coyuntura. Vale la pena detenerse en su análisis. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES;">La táctica inmediata es clara y se
dice fácil: “profundizar la senda”. Sin entrar en detalles, la bitácora de
vuelo que ha seguido el oficialismo –desde la modificación de la carta orgánica
del Banco Central hasta la expropiación de YPF, pasando por el “blindaje” a un
vicepresidente sospechado de gruesos actos de corrupción- sigue al pie de la
letra un derrotero inequívoco. Ahora también sabemos que ese dispositivo
profundizador (“vamos por todo”) se complementará con diversas iniciativas de
modificación de la normativa electoral vigente (“vamos con todos”). </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES;">El objetivo, por su parte, es revelador
de la opinión de ciertos segmentos ilustrados del aglomerado en el poder. Dice
Laclau: “Un proyecto de cambio necesariamente tiene que modificar el aparato
institucional. Las instituciones no son neutrales. Son una cristalización de la
relación de fuerzas entre los grupos. Por consiguiente, cada cambio histórico
en el que empiezan a participar nuevas fuerzas debe modificar el cuadro
institucional de manera que asegure la hegemonía más amplia de los sectores
populares”. Casi con las mismas palabras, aunque en un tono algo más
radicalizado y con música de cierto prólogo marxiano, repitió estas ideas en
una nota reciente en el diario <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Tiempo
Argentino</i> (29/08/2012): “cuando nuevas fuerzas sociales irrumpen en la
arena histórica, habrán necesariamente de chocar con el orden institucional
vigente que, más pronto o más tarde, deberá ser <i style="mso-bidi-font-style: normal;">drásticamente transformado</i>. Esta transformación es inherente a todo
proyecto de cambio profundo de la sociedad” (las cursivas son mías). Es una
lástima que los pensadores K, el multimedios oficial o el bonapartismo de
cadena nacional no se hayan detenido a explicarnos con mayor detalle por qué es
necesario cambiar una Constitución que en algunos de sus puntos fundamentales todavía
no ha empezado a cumplirse y cuyo texto no requiere ser alterado en una coma
para enfrentar los graves problemas que el país padece en la actualidad:
persistencia de la pobreza y la desigualdad social, inseguridad, corrupción,
baja calidad educativa, inflación, caída de la inversión, etc. Tampoco nos han
revelado qué limitaciones concretas encontraron algunas buenas iniciativas
gubernamentales (el matrimonio igualitario, por ejemplo) en un plexo jurídico que
fue promovido, elaborado y avalado, <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>entre otros convencionales constituyentes, por
Néstor Kirchner y por Cristina Fernández de Kirchner. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES;">En cualquier caso, a mitad de camino
entre aquellas tácticas de corto alcance y el objetivo de esas drásticas
transformaciones por venir se ubica una mediación político-institucional que
Laclau considera imprescindible: la reelección presidencial indefinida. Ante la
pregunta del periodista, “<span style="mso-bidi-font-weight: bold;">¿Reelección
indefinida o con límites?”, el filósofo oficialista exclama sin titubear: “</span>¡No!
¿Por qué tiene que haber un límite?”, y agrega tras cartón: “El juez… Zaffaroni,
por ejemplo, habla de un régimen parlamentario en el cual haya un presidente
ceremonial y un primer ministro sin límites a su reelección, como en Europa”.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES;">Es obvio que el catedrático de Essex
no ignora las diferencias entre un sistema presidencialista y otro
parlamentarista, por lo que la mescolanza que efectúa en su respuesta no parece
obedecer al descuido. Al igual que el globo de ensayo lanzado en su momento por
el Juez de la Corte, la ambigüedad de Laclau embona demasiado bien con la
estrategia que ha venido pergeñando el oficialismo. Lejos de promover un debate
serio sobre la pertinencia, oportunidad y condiciones para un cambio
constitucional –cuestión siempre abierta y saludable en cualquier democracia- el
kirchnerismo comienza por degradar el objeto de la cuestión a un mero intercambio
manipulatorio: Plan A, “Cristina eternizada en la presidencia”; Plan B, “si no
nos dan los números, metemos el parlamentarismo para arrastrar sectores de la
oposición y luego lo vaciamos desde adentro”. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES;">Pero más allá de esos vaivenes
argumentales, el autor de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Hegemonía y
estrategia socialista</i> deja en claro su primera preferencia, acorde con las
aspiraciones de todos los liderazgos populistas de la región: “Cuando hablo de
la posibilidad de la reelección indefinida, no pienso sólo en la Argentina.
Pienso en los sistemas democráticos en América latina, que son muy distintos de
los europeos, donde el parlamentarismo es una respuesta al hecho de que la
fuerza social de cambio se ha opuesto históricamente al autoritarismo de la
realeza. En América latina, en cambio, tenemos sistemas presidencialistas
fuertes y los procesos de voluntad de cambio se cristalizan alrededor de ciertas
figuras, por lo que sustituirlas crea un desequilibrio político”.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES;">Si sustituir ciertas figuras después
de un tiempo razonable (o sea, favorecer la renovación de dirigentes,
fortalecer las instituciones por sobre la personalización del cargo y evitar
los riesgos de perpetuación autoritaria) crea “un desequilibrio político”, <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>¿Acaso no crea un desbalance mucho más
peligroso la “monarquización” creciente de nuestras democracias? ¿No es justamente
éste una de los rostros tras el que acecha la “muerte lenta” de la
institucionalidad democrática, como lo advirtiera hace ya tiempo Guillermo
O’Donnell? Sería demasiado sencillo traducir en buen romance la preocupación cortoplacista
que Laclau deja caer en un razonamiento cuyo ademán justificatorio pretende señalar
un horizonte de largo aliento. Allí se encuentra la fisura por la que se cuela
lo “no dicho” de su discurso: “si no va Cristina, no tenemos a nadie a quién
poner”; “si no va Cristina, no sabemos cómo terminaría una guerra sucesoria al
interior del peronismo”, etc. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES;">Del mismo modo, tampoco sería difícil
mostrar las imposturas y contradicciones en que incurren los intelectuales
oficialistas cuando barajan las cartas de crítica al poder que después reparten
marcadas a su favor. Si las repúblicas democráticas contemporáneas han
aprendido -en buena hora- a establecer límites a <i style="mso-bidi-font-style: normal;">todo tipo de poder</i>, ya sea éste militar, económico o mediático
(algo que un kirchnerista de hueso colorado debe reconocer de entrada), el
equilibrio entre gobierno y ciudadanía también requiere que se le impongan
límites al <i style="mso-bidi-font-style: normal;">poder político</i>. Como en el
presidencialismo no es posible establecer demarcaciones en el mismo “espacio”
institucional (no puede haber dos presidentes juntos compitiendo por quién hace
mejor las cosas), la única posibilidad es establecer una limitación en el
tiempo. Por tales razones, la prohibición re-reeleccionaria (e incluso
reeleccionaria), junto con una amplia gama de controles y mecanismos permanentes
de rendición de cuentas (que en nuestro caso los gobiernos K se han encargado
de desactivar), son principios vitales defendidos por las constituciones de los
países desarrollados y respetados por la gran mayoría de los países
latinoamericanos. A fin de cuentas, la idea de que ciertos <i style="mso-bidi-font-style: normal;">límites</i> institucionales han de ser respetados por el poder político
constituye una línea demarcatoria que separa las visiones democrático-populistas
de variada laya de las perspectivas democrático-republicanas consagradas por
nuestra Carta Magna. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES;">Pero las intervenciones de Laclau no
son interesantes por el aporte de argumentos originales a pretensiones continuistas
tan viejas como el caudillismo, sino porque contribuyen a develar de manera más
llana una lógica de poder que la gongorina prosa de otros intelectuales cercanos
al gobierno prefieren ocultar bajo espesuras metafóricas o apelaciones
grandilocuentes al decurso de la historia. En un juego de complicidades y
contrapuntos con el más pedestre reclamo re-reeleccionario del kirchnerismo
“pragmático” (en el que se mezclan la necesidad de supervivencia en el poder,
las lealtades fiscales, las convicciones presupuestarias, el apetito voraz de los
aparatos territoriales o los meros negocios), el kirchnerismo “doctrinario”
parece razonar (o hacernos creer que razona) en términos de altos fines transformadores
a los que hay que llegar por medio del dispositivo re-reeleccionista. En los
próximos meses, el modo en que se integren, yuxtapongan, amontonen o malentiendan
estos diferentes sectores que se aglutinan en el oficialismo definirá buena
parte del destino del proyecto de reforma constitucional. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES;">Claro que la otra parte de la
historia se jugará desde la vereda de enfrente. El intento de perpetuarse en el
poder del kirchnerismo le ofrece al desperdigado espectro opositor <span style="mso-spacerun: yes;"></span>una <i style="mso-bidi-font-style: normal;">oportunidad</i>
de converger en una posición común, sin perder sus diferencias de cara a los comicios
legislativos del año próximo pero también sin olvidar las lecciones de la
catastrófica derrota del año pasado. En virtud de esa amarga experiencia no
debería aceptarse ligeramente la idea según la cual la pretensión re-reeleccionaria
le “da una bandera” a la oposición o le insufla una “épica” de la que carecía
hasta ahora. En el mejor de los casos es una condición necesaria, pero no
suficiente, puesto que ninguna ocasión en sí misma reemplaza la siempre difícil
y necesaria tarea de producción simbólica y material de la política. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES;">En este sentido, la senda trazada
desde hace meses por el que tal vez sea el pensador preferido de la Casa Rosada
brinda también un espejo útil donde mirarse. Un aparato de poder que dispone de
cuantiosos e incontrolados recursos, de voluntades raramente corregidas por el
escrúpulo y de notorias astucias, solamente puede ser enfrentado desde una amplia
coalición político-intelectual, que trascienda el coto cerrado del
“antikirchnerismo”, y que promueva un consenso mínimo en torno a objetivos, estrategias
y tácticas orientadas a frenar la ofensiva oficialista. El desafío no sólo residirá
en movilizar a los convencidos, sino en sumar a los indecisos, e incluso a fracciones
de los que marchan por la otra orilla. Nadie debería empezar creyendo que se
trata de una tarea fácil, guiada por almas bellas.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES;">La Plata, 6 de septiembre de 2012</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-bidi-font-weight: bold; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES;">Publicado en la página del Club Político
Argentino: <a href="http://www.clubpoliticoargentino.org/">www.clubpoliticoargentino.org</a>
(10/09/2012) </span></div>
Antonio Camouhttp://www.blogger.com/profile/10099260700375609897noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2738821337569474333.post-26662876322000555152012-09-08T16:20:00.000-07:002012-09-12T15:36:46.467-07:00¿EL REGRESO DEL PRINOSAURIO?<br />
<br />
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Por Antonio Camou</div>
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<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
El triunfo de Enrique Peña Nieto en
las elecciones del pasado 1ero de julio ha vuelto a ubicar al Partido Revolucionario
Institucional (PRI) en la cúspide del sistema político mexicano. En una jornada
sin graves incidentes y con la participación electoral más alta de la historia
del país (62% del padrón), el ex gobernador del estado de México alcanzó el 38,21%
de los sufragios, y eso le alcanzó para derrotar al candidato del Partido de la Revolución Democrática
(PRD), Andrés Manuel López Obrador, que obtuvo el 31,59%, y a la oficialista
Josefina Vázquez Mota del Partido Acción Nacional (PAN), que logró mantener un
decoroso 25,41% después de dos poco afortunadas presidencias “panistas”. Aunque
están pendientes de resolución una serie de impugnaciones cruzadas, se ve
difícil que el Tribunal Electoral cambie en los estrados lo que el viejo
partido “tricolor” ganó en las urnas. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Creado en 1929 por el presidente
Plutarco Elías Calles como Partido Nacional Revolucionario, y bautizado con su
nombre actual hacia 1946, el PRI se mantuvo en el gobierno federal durante 71
años seguidos, para regresar al poder después de dos sexenios consecutivos
fuera de la Presidencia
de la Nación. Si bien el desarrollo de la campaña, el proceso electoral y el
detalle de los resultados ofrecen mucha tela para cortar, tal vez la pregunta
más acuciante hoy toma la siguiente forma: ¿Estamos asistiendo a la
restauración del viejo sistema político mexicano? Y aunque la cuestión no tiene
hoy una clara respuesta, tal vez podamos acercar algunas conjeturas si
prestamos atención al camino que nos trajo hasta aquí. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Allá por los primeros años de la
década del noventa era costumbre en México, entre los múltiples críticos del partido
gobernante, llamarlo despectivamente el “prinosaurio”. Se vivían entonces los
tiempos de la “transición democrática” y era común mirar el caso mexicano en el
espejo de los cambios de régimen político acontecidos en el sur de Europa,
tomar como modelo el hundimiento de las dictaduras militares de América Latina,
o incluso compararlo con la debacle de los “socialismos reales” en los países
de Europa del Este. Pero la metáfora paleontológica y el espejo analítico
deformaban la visión en un punto fundamental. A diferencia de las huestes
cívico-militares de Salazar, Videla o Ceausescu, el PRI no era un animal
político en extinción ni un adversario “inaceptable” en el nuevo orden
democrático por venir. Era, para utilizar la clasificación de Sartori, un
partido “hegemónico”, y no podía darse por liquidada su capacidad para
adaptarse a un sistema de competencia plural que podía llegar a tenerlo como un
actor relevante. Al fin y al cabo, el PRI había tejido durante décadas un <i style="mso-bidi-font-style: normal;">paradigma de gobernabilidad</i> que permitió
pacificar el país después de la marea revolucionaria de principios del siglo
XX, empujar la economía por la senda del “desarrollo estabilizador”, y evitar
que la sociedad mexicana se desangrara en los pendulares quiebres autoritarios
padecidos por la mayoría de los países latinoamericanos; en ese vasto
itinerario había mostrado una notable habilidad camaleónica –mezclada con
variadas dosis de violencia, cooptación y corrupción- para sobrevivir en la
jungla del poder. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Pero esa capacidad de adaptación
comenzó a revelar fisuras cada vez más serias que abrirían paso a la progresiva
democratización del país. Aunque no es fácil definir con precisión cuándo
comenzó la “transición” que culminó desalojando al PRI del poder, conviene
recordar algunos hitos clave de ese derrotero. En principio, varios
observadores marcan como lejano punto de largada las protestas del movimiento
estudiantil que terminaría siendo cruelmente masacrado en la Plaza de Tlatelolco,
la noche del 2 de octubre de 1968. Con aquella sangrienta matanza, el “ogro filantrópico”
mostró su cara represiva más brutal,<span style="mso-spacerun: yes;">
</span>a<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>la vez que generó un severo
quiebre entre las clases medias ilustradas y el partido de gobierno. Para otros
se inició con la Reforma Electoral
de 1977, en respuesta a la agitación armada y campesina que asolaba a los
estados más pobres del país, aunada a un inquietante vacío de legitimidad: en la
elección presidencial de 1976 no se presentó ningún candidato opositor a la
contienda, que fue ganada por José López Portillo (1976-1982). </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Sin descartar estos antecedentes,
muchos prefieren resaltar la escisión –a fines de 1987- de la “Corriente
Democrática” del partido “casi único”, encabezada por Cuauhtémoc Cárdenas y
Porfirio Muñoz Ledo, como el inicio de marcha democratizadora. Esa ruptura
había comenzado a incubarse en respuesta al giro neoliberal conducido por Miguel
de la Madrid (1982-1988), cuando la vieja “familia revolucionaria” empezó a
dividir aguas entre quienes se mantenían fieles a la herencia del nacionalismo
popular y quienes defendían la modernización globalizadora de la economía, propiciando
una alianza más estrecha con los Estados Unidos. Esa conflictiva “disputa por la Nación”, como la llamó un libro
de época, haría eclosión de manera definitiva al momento de definir la sucesión
presidencial, y la crucial decisión de Cárdenas de abrirse del partido
marcarían un punto de no retorno: su ejemplo demostraba que existía vida
política fuera del aparato del PRI. Bajo las banderas del <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional</i>, en alianza con diversas
corrientes de la izquierda que más tarde darían origen al PRD, el cardenismo competirá
en la turbulenta elección del 6 de julio de 1988, aquella en que
misteriosamente “se cayó el sistema” de cómputo y que finalmente consagraría
como ganador a Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) . </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Desde esa “caída” del sistema
informático, una notoria metáfora anticipatoria de la caída del sistema de
poder vigente durante décadas, México vivió poco más de una década de fuerte
conflictividad en torno a la definición de un nuevo régimen político. Mientras
tanto, en un movimiento continuo, aunque no exento de contramarchas y
desbarranques,<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>atravesado por episodios
de violencia extrema pero también por notorios esfuerzos de construcción
institucional, la ola democratizadora fue creciendo desde la periferia al
centro. Así, en 1989 el PRI pierde –por primera vez en la historia- la
gobernación de un estado (Baja California) a manos de un candidato del PAN, y
desde entonces sufrirá diversos retrocesos que lo llevarán a resignar la
presidencia de la Nación a manos de otro “panista”: Vicente Fox (2000-2006). En
medio, hay al menos dos fechas para recordar: la primera es el año 1994, que
comienza con la insurrección zapatista en el sur del país y culmina –en una
ciudad norteña- con el asesinato del candidato presidencial prísta, Luis
Donaldo Colosio, apresuradamente reemplazado por Ernesto Zedillo (1994-2000);
la segunda fecha es1997, cuando el PRI pierde la mayoría legislativa en el
Congreso Nacional. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Mirado sobre este telón de fondo,
buena parte de los desafíos del gobierno priísta se desprenden tanto de esta
historia lejana como de las cuestiones irresueltas que heredará del saliente
gobierno de Felipe Calderón (2006-2012). Entre esos desafíos se destacan el
agravamiento de la cuestión social, en particular por el aumento de la pobreza
en la última década y media sumada a la profundización de la desigualdad; la
dinamización de una economía que si bien opera en crecimiento lo hace por
debajo de su potencial (en este punto la apertura al capital privado de la
petrolera estatal –PEMEX- será un punto central de la agenda pública); y
finalmente –aunque no en último lugar- la atención al problemática del
narcotráfico que en el último sexenio se cobró la friolera de entre 50.000 a 80.000
muertes, según las fuentes que se consulten. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
En el camino, no son pocos los
priístas de viejo cuño que volverán “por todo”, buscando reeditar los antiguos
modos autoritarios de ejercicio de gobierno. Frente a ellos encontraremos
también a una nueva generación que aprendió la lección de la derrota de los
últimos sexenios y apuesta –por convicción u oportunismo- a la necesidad de
modernizar democráticamente al “tricolor”. Habrá que prestar especial atención
a esta contienda al interior del partido de gobierno para entender una parte
importante de la dinámica política por venir. Y si los “modernizadores” no la
tendrán fácil, tampoco será sencilla la vida de los “restauracionistas”. En
primer lugar, porque el PRI dispondrá de un poder político mucho más distribuido
que en el pasado: con una votación legislativa 6% inferior a la presidencial, el
PRI totalizó el 31.93% de los sufragios en la Cámara de Diputados y el
31,25%<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>en el Senado, y estará obligado a
tejer acuerdos con diferentes sectores de la oposición para impulsar sus
iniciativas. En segundo lugar, el Estado mexicano –con sus rémoras,
ineficiencias, corruptelas y opacidades- ha generado en los últimos años
algunos espacios de una institucionalidad renovada, más transparente,
capacitada y autónoma (el caso más emblemático es el Instituto Federal
Electoral, pero no es el único) que será muy difícil subordinar a las
pretensiones del Ejecutivo. Y finalmente, el PRI se encontrará con una sociedad
civil bastante distinta a la que dejó hace más de una década atrás: más
informada, mejor organizada y más dispuesta a movilizarse -aún con sus
debilidades- en pos de sus derechos.<br />
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
“Somos una nueva generación. No hay regreso al
pasado”, dijo el hombre que –con 45 años- asumirá en diciembre la presidencia
de México. Habrá que ver para creer. </div>
<br />
<br />
La Plata, 15 de agosto de 2012<br />
<br />
<div class="MsoNormal" style="mso-layout-grid-align: none; punctuation-wrap: simple; text-align: justify; text-autospace: none; vertical-align: baseline;">
<span lang="ES-TRAD" style="mso-ansi-language: ES-TRAD;">Publicado en <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Espacios políticos</i>, Año 13, Nro. 8
(edición impresa), Septiembre 2012. Disponible en <a href="http://www.espaciospoliticos.com.ar/"><span style="color: blue;">http://www.espaciospoliticos.com.ar/</span></a></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 36.0pt; mso-layout-grid-align: none; punctuation-wrap: simple; text-align: justify; text-autospace: none; vertical-align: baseline;">
<br /></div>
Antonio Camouhttp://www.blogger.com/profile/10099260700375609897noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2738821337569474333.post-20790234169436603962012-09-08T16:11:00.002-07:002012-09-12T15:37:41.210-07:00¿NACIONALISTAS DE OPERETA?<br />
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<br />
<div class="MsoNormal">
Por Antonio Camou (en coautoría)</div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Ante la reciente decisión del
gobierno nacional de intervenir y expropiar a la empresa REPSOL me ha parecido
oportuno traer a colación las reflexiones de un destacado político argentino,
quien a mediados de los años cincuenta del siglo pasado pensaba lo siguiente
sobre la cuestión petrolera: </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-AR" style="mso-ansi-language: ES-AR;">La historia del
petróleo argentino es simple. Se descubre en Comodoro Rivadavia (Chubut) a
principios de este siglo, mientras se hacían perforaciones en busca de agua
potable. Sin ninguna legislación en la materia y en la mayor imprevisión
gubernativa comienza su exploración libre. Llegan al país numerosas compañías
extranjeras que comienzan las explotaciones, obtienen concesiones y se dedican
a la prospección y cateo. Cuando la explotación está en pleno desarrollo, en
medio de la mayor liberalidad se produce en el país una reacción política
contra las compañías particulares. El resultado de esta compañía es la Ley de petróleos que instaura
la explotación a base de un monopolio del Estado. Así, a la amplia libertad
sucede la limitación absoluta.</span></i></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-AR" style="mso-ansi-language: ES-AR;">El resultado de esa
política está la vista: en cuarenta años Yacimientos Petrolíferos Fiscales ha
alcanzado a producir sólo el 40% de las necesidades nacionales en petróleo.</span></i></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-AR" style="mso-ansi-language: ES-AR;">En números redondos,
la necesidad actual por año es de 9.000.000 de metros cúbicos, de los cuales
YPF produce 4.000.000 y el país importa 5.000.000 de metros cúbicos.</span></i></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-AR" style="mso-ansi-language: ES-AR;">Que el</span></i><span lang="ES-AR" style="mso-ansi-language: ES-AR;"> (actual gobierno) <i style="mso-bidi-font-style: normal;">quiera sacar petróleo nos parece bien, ahora
que pueda, nos parece ya más difícil. Precisamente dicen que el infierno está
empedrado de buenas intenciones. Por eso también un gobernante puede ser
cualquier cosa, menos tonto.</i></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-AR" style="mso-ansi-language: ES-AR;">De acuerdo con el
ritmo de crecimiento de la necesidad argentina de hidrocarburos, debe
considerarse que su volumen se duplica cada cinco años. Es decir, que
actualmente se consumen 9 millones de metros cúbicos; en 1960 se consumirían 18
millones y en 1965, 36 millones.</span></i></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-AR" style="mso-ansi-language: ES-AR;">Yacimientos
Petrolíferos Fiscales, que en 40 años sólo ha alcanzado a producir 4 millones
de metros cúbicos al año, ¿Podrá en 10 años alcanzar a producir 36 millones de
metros cúbicos por año? Este es el interrogante a contestar antes de hacer
cálculos alegres.</span></i></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-AR" style="mso-ansi-language: ES-AR;">Yo creo que YPF no
tiene capacidad organizativa ni capacidad técnica, ni capacidad financiera para
un esfuerzo de esa naturaleza. </span></i></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-AR" style="mso-ansi-language: ES-AR;">
</span></i></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-AR" style="mso-ansi-language: ES-AR;">Los sistemas empleados
en la Argentina
distan mucho de los modos de exploración, prospección, cateo y explotación
racional de los yacimientos modernos. Es menester reconocer que no estamos en
condiciones de explotar convenientemente los pozos de grandes profundidades que
se terminan de descubrir en Salta. Como tampoco de encarar la explotación en
gran escala sin crear una organización eficiente y económica. Los costos de
producción de YPF son absolutamente antieconómicos. Hacer de esto una cuestión
de amor propio es peligroso y es estúpido.</span></i></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-AR" style="mso-ansi-language: ES-AR;">Si la capacidad
organizativa y técnica de los Yacimientos Petrolíferos Fiscales son
insuficientes, la capacidad financiera es tan limitada, para encarar la
producción en gran escala, que podemos afirmar "a priori" su absoluta
impotencia. Descartando la posibilidad de la provisión de materiales y
maquinaria (solo hipotéticamente, porque sabemos que no es así), ni el Estado
Argentino está en condiciones de un esfuerzo financiero semejante. </span></i></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-AR" style="mso-ansi-language: ES-AR;">Una cosa es leer un
informe de los contadores que nada saben de petróleo ni de su explotación y
otra enfrentar y resolver los problemas emergentes de la realidad argentina.
Sostener hoy que la Argentina
sola puede realizar el esfuerzo, es simplemente sostener un soberano disparate.</span></i></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-AR" style="mso-ansi-language: ES-AR;">Si ha de resolverse el
problema energético argentino por el único camino posible, el del petróleo, es
necesario contratar su extracción por compañías capacitadas por su organización,
por su técnica, por sus posibilidades financieras, por la disponibilidad de
maquinarias, etc. De lo contrario, será necesario detener el ritmo de
crecimiento del país para subordinarlo a las posibilidades de combustible, es
decir, atar los caballos detrás del carro.</span></i></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-AR" style="mso-ansi-language: ES-AR;">Estos
"nacionalistas de opereta" han hecho tanto mal al país con sus
estupideces como los colonialistas con su viveza. Unos negativos y otros
excesivamente positivistas, representan dos flagelos para la economía del país.</span></i></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-AR" style="mso-ansi-language: ES-AR;">No he hecho ninguna trampa. He tomado párrafos
seleccionados en forma sucesiva de un conocido libro. Le sugiero al insomne
lector o la curiosa lectora que indaguen en otros párrafos que omití, referidos
a la necesidad de una alianza estratégica con el capital extranjero, como
condición necesaria para lograr el ansiado autoabastecimiento petrolero. La
única alteración fue incluir entre paréntesis la referencia al “actual gobierno”
en lugar del nombre del general que en ese entonces ejercía -de facto- la
primera magistratura del país. La referencia a “los contadores que nada saben
de petróleo” me pareció un tanto ofensiva hacia la persona del Viceministro de
Economía, pero no me atreví a quitarla. Tal vez debí reemplazar “Salta” por
“Vaca Muerta” o por “plataforma continental submarina”, pero tampoco quise
excederme. El hallazgo del título me exime de mayores comentarios. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-AR" style="mso-ansi-language: ES-AR;">La debida aclaración: todos los textos fueron
extraídos del capítulo IV de un libro publicado en Montevideo en 1958. El
título: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La fuerza es el derecho de las
bestias</i>. El autor: un tal Juan Domingo Perón. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-AR" style="mso-ansi-language: ES-AR;">La
Plata</span><span lang="ES-AR" style="mso-ansi-language: ES-AR;">,
20 de abril de 2012</span></div>
<h2>
<span style="font-size: 12.0pt; font-weight: normal; mso-bidi-font-weight: bold;">Publicado
en la página del Club Político Argentino: <a href="http://www.clubpoliticoargentino.org/">www.clubpoliticoargentino.org</a> (20/04/2012).
</span></h2>
Antonio Camouhttp://www.blogger.com/profile/10099260700375609897noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2738821337569474333.post-16465944505762494002012-09-08T16:07:00.001-07:002012-09-12T15:38:03.049-07:00GURRUMINES<br />
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<br />
<h2>
<span style="font-size: 12.0pt; font-weight: normal; mso-bidi-font-weight: bold;">Por
Antonio Camou</span></h2>
<h2 style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 12.0pt; font-weight: normal; mso-bidi-font-weight: bold;">Podrá decirse que es una nota de color, un dato
ingenuo, una historia mínima. Pero entre el fárrago de imágenes discordantes, donde
el análisis crítico se mezcla con la arenga inflamada, la argumentación serena
con el ampuloso ademán de enfrentamiento, <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>la triste recordación con la jornada de
turismo, cierta crónica periodística nos acerca una novedad digna de reflexión.
La información señala que en Malvinas se ha puesto en marcha un estricto programa
para la enseñanza “obligatoria” del castellano para chiquitos de tres años de
edad en adelante. Si bien es verdad que en el pasado -explica el maestro
malvinero Tom Hill- se dictaron cursos aislados de español en la primaria,
"es la primera vez que se enseña de una manera completa, a largo plazo y
que se va a enseñar con profundidad" (<i style="mso-bidi-font-style: normal;">Clarín</i>,
María Arce, 16/02/2012).</span></h2>
<h2 style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 12.0pt; font-weight: normal; mso-bidi-font-weight: bold;">La decisión tomada por los isleños, en el marco de
directivas emanadas de la autoridad educativa británica, guarda más de un
mensaje en la botella para quien quiera leerlo con buenos ojos. Por un lado, es
una apuesta de largo plazo por la educación, el entendimiento y la integración,
ya que nuestra vecindad iberoamericana es para los malvinenses un destino
ineludible. Pero también envuelve una lección que evidencia modos diferenciados
de pensar y de poner en marcha esas siempre tercas “efectividades conducentes”.
Donde nosotros enarbolamos un discurso ellos prefieren ensayar una práctica;
donde nosotros dibujamos en el aire un magno proyecto ellos optan por el tanteo
acotado de una experiencia; donde nosotros desplegamos pomposamente un gesto,
ellos ponen en marcha un mecanismo, un dispositivo concreto que enlaza causas
con efectos, esfuerzos sostenidos con resultados. No nos vendría nada mal anotar
el detalle. </span></h2>
<h2 style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 12.0pt; font-weight: normal; mso-bidi-font-weight: bold;">Visto en perspectiva, la enseñanza sistemática de
nuestra lengua abrirá nuevas y prometedoras puertas allí donde el recelo, el
hostigamiento y el recuerdo trágico de la guerra han colocado pesados cerrojos
que traban formas más imaginativas y provechosas de procesar el conflicto. De aquí
en más esperaremos que el tiempo vaya haciendo su lento trabajo de zapa, pero
habrá que ayudarlo con la guía de una activa política cooperativa y de una
construcción intelectual orientada a forjar un horizonte de comprensión que
trascienda el molde estrecho del reclamo territorialista. En ese difícil y escarpado
sendero hay espejos donde recabar algunas experiencias de audacia estratégica y
de continuidad institucional: a sólo cinco años de la más espantosa devastación
de la historia, franceses y alemanes se sentaron a una mesa para reconstruir su
futuro bajo el paraguas de la unidad europea. Que la iniciativa haya sido
lanzada por un hombre que por razones familiares hablaba a la perfección ambas
lenguas -y estaba empapado de las dos culturas- es otro elemento que tampoco
convendría desestimar.</span></h2>
<h2 style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 12.0pt; font-weight: normal; mso-bidi-font-weight: bold;">Mientras tanto, para una fresca generación de
pequeños malvinenses ha comenzado a abrirse la mejor tranquera que los
argentinos podemos ofrecer para quien quiera entrar a conocernos: la de nuestra
cultura, la de nuestros poetas y la de nuestra música. No será fácil al
principio, pero con algún esfuerzo tal vez estos chicos descubran que antes de
lanzarse a bailar el rock vale la pena probar suerte con “El Twist del Mono
Liso”, de María Elena Walsh. Y quizá un día no muy lejano a un enamoradizo
adolescente malvinero se le revele la belleza de “Muchacha (ojos de papel)” o
de “Rasguña las piedras”, como a cualquiera de nosotros, allá lejos y hace
tiempo, nos sucedió con los Beatles o Queen, con Stevenson o Chesterton. Y más
adelante, si el estudio lo permite y las ganas los empujan, podrán leer a
Borges, a Cortázar, a Bioy, a Silvina Ocampo, a Saer, a Puig, y muchos más. El
universo de posibilidades se ensanchará hasta doblar el codo del infinito. </span></h2>
<h2 style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 12.0pt; font-weight: normal; mso-bidi-font-weight: bold;">Descubrirán así que hay muchos modos de ser
argentino (como de ser inglés, estadounidense, mexicano, alemán o canadiense),
que hay maneras plurales de ver la vida, la política o la cultura, y que
nuestros Padres Fundadores nos legaron un tesoro que guardar y engrandecer: el
de “asegurar los beneficios de la libertad” para nosotros, para nuestra
posteridad, y para todas las personas que quieran habitar nuestro suelo.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span></span></h2>
<h2 style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 12.0pt; font-weight: normal; mso-bidi-font-weight: bold;">Pero habrá que ir paso a paso y tener en claro que
la palabra es una avenida de ida y vuelta que sólo madura con el diálogo.
Durante su recorrido por la salita de tres años, los chiquitos recibieron a la
periodista argentina con un “hola” entonado a coro, risueño y entusiasta;
aunque cuando se les preguntó “¿Cómo están?”, solamente uno de los pequeños se
animó a contestar con un lacónico “bien”. Un poco por timidez y otro tanto
porque el vocabulario no anda sobrando el intercambio no pudo profundizarse
todavía. Pero ese puñado de maestros británicos que han comenzado a enseñar el
castellano desde temprana edad a los pibitos de la "Stanley Infant and
Junior School" están sembrando una promisoria semilla de futuro. </span></h2>
<h2 style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 12.0pt; font-weight: normal; mso-bidi-font-weight: bold;">Cuando estos gurrumines de hoy se conviertan en los
isleños adultos de mañana podrán decirnos con todas las letras, y en nuestro
propio idioma, todo aquello que piensen, sientan y quieran.</span></h2>
<h2 style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 12.0pt; font-weight: normal; mso-bidi-font-weight: bold;">La cuestión es saber si para entonces estaremos
dispuestos a escucharlos.</span></h2>
<h2>
<span style="font-size: 12.0pt; font-weight: normal; mso-bidi-font-weight: bold;"> </span></h2>
<h2>
<span style="font-size: 12.0pt; font-weight: normal; mso-bidi-font-weight: bold;">La Plata</span><span style="font-size: 12.0pt; font-weight: normal; mso-bidi-font-weight: bold;">, 2 de
abril de 2012</span></h2>
<h2>
<span style="font-size: 12.0pt; font-weight: normal; mso-bidi-font-weight: bold;">Publicado
en la página del Club Político Argentino: <a href="http://www.clubpoliticoargentino.org/">www.clubpoliticoargentino.org</a> (2/04/2012).
</span></h2>
Antonio Camouhttp://www.blogger.com/profile/10099260700375609897noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2738821337569474333.post-61594644951075423182012-02-09T12:01:00.006-08:002012-02-16T13:29:03.679-08:00PELUSÓN OF MILK<!--[if gte mso 9]><xml> <w:worddocument> <w:view>Normal</w:View> <w:zoom>0</w:Zoom> <w:hyphenationzone>21</w:HyphenationZone> <w:punctuationkerning/> <w:validateagainstschemas/> <w:saveifxmlinvalid>false</w:SaveIfXMLInvalid> <w:ignoremixedcontent>false</w:IgnoreMixedContent> <w:alwaysshowplaceholdertext>false</w:AlwaysShowPlaceholderText> <w:compatibility> <w:breakwrappedtables/> <w:snaptogridincell/> <w:wraptextwithpunct/> <w:useasianbreakrules/> <w:dontgrowautofit/> </w:Compatibility> <w:browserlevel>MicrosoftInternetExplorer4</w:BrowserLevel> </w:WordDocument> </xml><![endif]--><!--[if gte mso 9]><xml> <w:latentstyles deflockedstate="false" latentstylecount="156"> </w:LatentStyles> </xml><![endif]--><!--[if !mso]><object classid="clsid:38481807-CA0E-42D2-BF39-B33AF135CC4D" id="ieooui"></object> <style> st1\:*{behavior:url(#ieooui) } </style> <![endif]--><!--[if gte mso 10]> <style> /* Style Definitions */ table.MsoNormalTable {mso-style-name:"Tabla normal"; mso-tstyle-rowband-size:0; mso-tstyle-colband-size:0; mso-style-noshow:yes; mso-style-parent:""; mso-padding-alt:0cm 5.4pt 0cm 5.4pt; mso-para-margin:0cm; mso-para-margin-bottom:.0001pt; mso-pagination:widow-orphan; font-size:10.0pt; font-family:"Times New Roman"; mso-ansi-language:#0400; mso-fareast-language:#0400; mso-bidi-language:#0400;} </style> <![endif]--> <p class="MsoNormal" style="margin-left:212.4pt">Para Anabella: <i style="mso-bidi-font-style:normal">“Si a tu corazón yo llego igual / todo siempre se podrá elegir”.</i></p> <p class="MsoNormal"> </p> <p class="MsoNormal"> </p> <p style="text-align: justify;" class="MsoNormal">Me entero por la tele que acaba de morir el flaco Spinetta. Los noticieros hilvanan comentarios inconexos y frases de circunstancia con fotos de sus discos y fragmentos de recitales. Me detengo especialmente en una versión de “Muchacha” (creo que en el cierre del recital de Vélez), cantada por los cuatro de <i style="mso-bidi-font-style: normal">Almendra</i>, veteranos y geniales, fundiéndose al final en un abrazo; y también me alucina una hermosa interpretación suya –que no conocía- de “Filosofía barata y zapatos de goma”. </p> <p style="text-align: justify;" class="MsoNormal"> </p> <p style="text-align: justify;" class="MsoNormal">Todavía medio aturdido por el golpe busco un prehistórico cassette SMAT SD C-90 arrumbado por ahí; es una grabación casera, monoaural, que debe hacer un siglo que no suena: de un lado los <i style="mso-bidi-font-style:normal">Beatles</i>, del otro <i style="mso-bidi-font-style:normal">Pescado Rabioso</i>. Los temas se oyen como grabados en un sótano y través de una densa niebla, en sordina, pero los vuelvo a escuchar como los escuchaba hace más de treinta años: “Post-crucificción”, “Nena Boba”, “Blues de Cris”, “Me gusta ese tajo”, “Credulidad”. </p> <p style="text-align: justify;" class="MsoNormal"> </p><div style="text-align: justify;"> </div><p style="text-align: justify;" class="MsoNormal">Por algún motivo que tardé un rato en comprender no busqué ningún CD, fui directo a hurgar en esos trastos viejos. El zumbido de la cinta me obliga a adivinar las letras, pero el recuerdo no tiene problemas en volver a escribirlas allí donde florecieron alguna vez: “Y en esta quietud que ronda a mi muerte / Yo tengo presagios de lo que vendrá”. Junto con un puñado de imágenes, unos pocos perfumes o algún recóndito sabor, estos cassettes son la llave que abre las compuertas del pasado: “Atado a mi destino / Sus ojos al final olvidaré”. Si por algún procedimiento técnico pudieran reconstituirse las distintas capas geológicas de grabaciones, desgrabaciones y regrabaciones que hay en cada segmento, podría desatarse el carretel completo de una vida: “Ya despiértate nena y sube al lago al fin / Y así verás lo bueno y dulce que es amar”. Tal vez la misma magia permitirá algún día mirar el otro lado de los cortes, el revés de las interrupciones, la fatal recaída de cada recomienzo: “Abrázame madre del dolor / Nunca estuve tan lejos de mi cuerpo / Abrázame que de la vida / Yo ya estoy repuesto”.<br /></p><p style="text-align: justify;" class="MsoNormal"><!--[if gte mso 9]><xml> <w:worddocument> <w:view>Normal</w:View> <w:zoom>0</w:Zoom> <w:hyphenationzone>21</w:HyphenationZone> <w:punctuationkerning/> <w:validateagainstschemas/> <w:saveifxmlinvalid>false</w:SaveIfXMLInvalid> <w:ignoremixedcontent>false</w:IgnoreMixedContent> <w:alwaysshowplaceholdertext>false</w:AlwaysShowPlaceholderText> <w:compatibility> <w:breakwrappedtables/> <w:snaptogridincell/> <w:wraptextwithpunct/> <w:useasianbreakrules/> <w:dontgrowautofit/> </w:Compatibility> <w:browserlevel>MicrosoftInternetExplorer4</w:BrowserLevel> </w:WordDocument> </xml><![endif]--><!--[if gte mso 9]><xml> <w:latentstyles deflockedstate="false" latentstylecount="156"> </w:LatentStyles> </xml><![endif]--><!--[if gte mso 10]> <style> /* Style Definitions */ table.MsoNormalTable {mso-style-name:"Tabla normal"; mso-tstyle-rowband-size:0; mso-tstyle-colband-size:0; mso-style-noshow:yes; mso-style-parent:""; mso-padding-alt:0cm 5.4pt 0cm 5.4pt; mso-para-margin:0cm; mso-para-margin-bottom:.0001pt; mso-pagination:widow-orphan; font-size:10.0pt; font-family:"Times New Roman"; mso-ansi-language:#0400; mso-fareast-language:#0400; mso-bidi-language:#0400;} </style> <![endif]--> </p><p style="text-align: justify;" class="MsoNormal">Pero el hilo del pasado se estira hacia atrás, hacia el fondo de los tiempos, a los lejanos días de la infancia en una imagen que es menos que una evocación, una figura fugaz que se deshace en las palabras que quieren nombrarla: apenas un día luminoso de un verano cualquiera, en el jardín de la casa de la abuela Fausta y del abuelo Pepo, allá en Necochea, y mis primos mayores hablando de música y diciendo <i style="mso-bidi-font-style:normal">Almendra</i>. No mucho más que eso; un nombre revoloteando en el aire blanco de la niñez con el aroma de la vida por venir, y yo girando alrededor y dando vueltas, agua, sol y pan, toco mi sombra jugando con nada, barco de papel sin alta mar.</p><div style="text-align: justify;">La grabación sigue andando pero después de un silencio deja paso a un tema en inglés que no logro descifrar ni por autor ni por título; y después vienen unas melosas versiones instrumentales, tipo Frank Pourcel o Fausto Papetti, de “Feelings”, “Si tu no has de volver” y “Con”. La infame mezcolanza no tiene ningún misterio si se le presta debida atención al mensaje cincelado en la carcasa: una marca identifica la música como utilitario material de asalto (L para “lentos” y M para “movidos”). Luego otro caótico salto sin aviso y los parlantes me instruyen acerca de los caracteres de la ciencia, extractados del reconocible <i style="mso-bidi-font-style:normal">best-seller</i> de Mario Bunge: “saber autónomo, objetivo, universal, revisable”. El texto delata su origen en alguna clase del Curso de Ingreso para Derecho (febrero-marzo del '79) o ya del primer año de la Facultad. Pero todavía falta lo peor. Comienza a sonar de fondo “Canción para mi muerte” y en un improvisado Karaoke mi voz se superpone con su espantoso sentido del tiempo y del compás; a veces silbo, a veces canto, a veces tarareo, pero siempre desafino: “Te suplico que me avises / Si me vienes a buscar / no es porque te tenga miedo / Sólo me quiero arreglar”.<br /><br /></div><p style="text-align: justify;" class="MsoNormal">Afuera llueve y ya es de noche. Por algún lugar del cielo ha comenzado a surcar la nave del Capitán Beto, con su foto de Carlitos sobre el comando y un banderín de River Plate, rumbo al infinito. De lejos se vislumbra la dulce luz de su alma de diamante. </p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"> </p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify">Hasta la vista, maestro!</p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"> </p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify">La Plata, 8 de febrero <span style="mso-spacerun:yes"> </span>de 2012</p>Antonio Camouhttp://www.blogger.com/profile/10099260700375609897noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-2738821337569474333.post-31159301165657751052011-09-02T12:50:00.000-07:002011-09-02T12:54:58.965-07:00PREDICCIONES
<br />
<br />
<br /><div align="justify">En mi casa, en diversos bares cercanos a las universidades donde trabajo, en ciertas esquinas, en animadas conversaciones con el diariero y en algunos pocos y olvidables escritos, he blandido una serie de predicciones en torno al kirchnerismo que a poco de andar fueron desmentidas por esa cosa que Aristóteles y Perón llamaban “la realidad”. </div>
<br />
<br /><div align="justify"></div>
<br /><div align="justify">Dejando de lado el hecho menor de que en mi barrio he dilapidado el último resto de credibilidad que tenía como analista político, me sigue preocupando comprender un poco mejor este fenómeno que no se deja cocinar al primer hervor intelectual. Aclaro por las dudas que muchas de estas elucubraciones manaron de mi propio coleto, mientras que otras se las escuché a (o las leí de) expertos en diferentes campos, a quienes todavía (man)tengo en alta estima. Algunas opiniones las sostuve con firmeza, otras con más dudas, pero en diferentes momentos me creí lo que decía.
<br /></div>
<br /><div align="justify"></div>
<br /><div align="justify">Aunque interesante, sería largo reconstruir ahora la secuencia cronológica precisa de supuestos e hipótesis que animaron mis descaminados pronósticos (algo nos diría también de las decisiones que tomaron ciertos actores de la vida nacional, en particular de las diversas oposiciones, quienes por un desdichado conjunto de malos entendidos creyeron cosas más o menos parecidas a las mías), pero lo dejaremos para otra ocasión; aquí me limito, pues, a enumerar un selecto decálogo de vaticinios fracasados para ver si sacamos algo en limpio de ellos:
<br /></div>
<br />
<br /><div align="justify">
<br />* Él no sé, pero ella es un cuadro político, o sea que a él, cuando llegue a la presidencia, o bien lo va a manejar ella o bien lo va a manejar Duhalde (predicción paleolítica);
<br />
<br />* Un gobierno que arranca con poco más del 22% de los votos es un gobierno necesariamente débil (opinión emitida varios días después de la elección presidencial de 2003);
<br />
<br />* No se puede gobernar la economía sin el INDEC, no se puede navegar sin instrumentos… (afirmación sostenida después de la intervención de las patotas morenistas en el INDEC: circa 2007);
<br />
<br />* La alianza entre el Grupo Clarín y el kirchnerismo es estratégica y está firme: eso les permite a ambos hacer cualquier cosa (afirmación verdadera entre 2003 y 2008 = 5 años);
<br />
<br />* A cualquier gobierno le cuesta muchísimo enfrentar -o directamente no resiste- varias tapas adversas de Clarín (opinión musitada algunos días después del inesperado divorcio entre el Grupo Clarín y el kirchnerismo);
<br />
<br />* Una vez que los sectores medios de la sociedad le quitan el apoyo a un gobierno, no se lo vuelven a dar (vaticinio sostenido –más o menos- entre la crisis del campo y la muerte de Kirchner);
<br />
<br />* Los gobiernos que pierden las elecciones legislativas de medio término, corren serio riesgo de perder gobernabilidad en el último tramo de su mandato (pronóstico esgrimido días después de las elecciones legislativas de junio de 2009);
<br />
<br />* Los gobiernos que pierden las elecciones legislativas de medio término, pierden la siguiente elección presidencial (predicción sostenida –más o menos- entre el día después de las elecciones legislativas de junio de 2009 y la mañana en que se anunció la muerte de Kirchner);
<br />
<br />* Muerto Kirchner, no parece posible reemplazar sus modos de hacer política y de ejercer el poder, reuniendo en un mismo armado los hilos de los distintos peronismos que componen el kichnerismo: territorial, sindical, juvenil, “setentista”, etc.
<br />
<br />* El “modelo” económico K enfrentará –no ahora pero sí el próximo año- muy serios problemas que lo obligarán a corregir significativamente el rumbo (afirmación mantenida en diferentes años, incluso éste que estamos viviendo…).
<br />
<br />Como dije antes, no voy a discutir los supuestos y los contextos en que fueron pronunciadas estas aseveraciones, caídas luego en saco roto, así como tampoco cabe ahora puntualizar las condiciones que hicieron posible que la tendencia y las disposiciones anunciadas por esas predicciones se alteraran, y con ella el rumbo entero de las previsiones aventuradas.
<br /></div>
<br />
<br /><div align="justify"></div>
<br /><div align="justify">En todo caso, particularmente a la luz de los contundentes resultados de las elecciones primarias del 14 de agosto, quienes mantenemos un talante crítico respecto del kirchnerismo nos debemos una rigurosa reflexión autocrítica. Ciertamente, puede afirmarse que el triunfo oficialista mixturó dispares cuotas de “virtud” propia y de “fortuna” heredada, como hubiera dicho el venerable Maquiavelo; y que las oposiciones hicieron una contribución invaluable, al sazonar con ingentes dosis de personalismos inconducentes una trama objetiva de incentivos e intereses escasamente orientados a la cooperación. Pero incentivos, intereses y personalismos componen una ecuación incompleta si no le agregamos el papel que cumplieron debilidades de análisis y errores de cálculo, como insumos específicos de decisiones desacertadas, que habrá que revisar y corregir a futuro.
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<br /><div align="justify">Un último detalle: en defensa de mi delicado equilibrio emocional y de una menguante autoestima debo decir que durante estos años le atiné con algunos otros pronósticos, pero no es momento de vanagloriarse con aciertos de retaguardia. A quienes nos interesa seguir analizando, estudiando, pensando la política del país, convencidos todavía que esa reflexión puede contribuir a una módica mejora de la calidad de nuestra democracia, tenemos por delante el formidable pero necesario desafío de aprender de nuestras equivocaciones.
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<br />La Plata, 31 agosto de 2011. Publicada en la página institucional del Club Político Argentino (CPA): <a href="http://clubpoliticoargentino.org/">http://clubpoliticoargentino.org/</a>
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<br />Antonio Camouhttp://www.blogger.com/profile/10099260700375609897noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2738821337569474333.post-10335970526613619132010-12-08T13:21:00.000-08:002010-12-08T13:26:22.360-08:00BEATLEMANÍA<div align="justify"><br /></div><div align="justify"> </div><div align="justify">Here, making each day of the year </div><div align="justify">Changing my life with the wave of her hand </div><div align="justify">Nobody can deny that there's something there<br /><br />“Here, there and everywhere”, Revolver (1966).<br /><br /><br /><br />Llegamos a Hamburgo un día gris de otoño, ventoso y frío, con perspectivas turísticas moderadas tirando a bajas. De entrada nos dimos cuenta que esta ciudad –la más rica de Alemania según los lugareños- no vive del turismo. Ni le interesa demasiado. La oficina de informaciones frente a la estación principal de trenes es un container con dos aberturas vidriadas, herméticas, que se comunican con el público a través de un micrófono y de un dispositivo de seguridad en forma de bandeja deslizante –como los que hay en ciertas farmacias de barrios difíciles- por el que te pasan un mapa o reciben el dinero. Haciendo juego con el mecanismo la empleada que nos tocó en suerte se hubiera destacado por su crueldad en una Penitenciaría o en un reformatorio, y de lejos se veía que disfrutaba con su trabajo. Antes que pasáramos nosotros una chica preguntó a media lengua –en un inglés tal vez mezclado con arameo- dónde quedaba el centro; la tipa no gastó muchas energías para detallar su respuesta: levantó una mano señalando el sudoeste y balbuceó “para allá”, y la largó dura a la piba que agarró su mochila congratulada de que al menos había salvado su vida. Como Anabella, mi mujer, habla alemán, y además nosotros le compramos un city tour (“no credit card: cash!” ladró por las dudas desde adentro del rectángulo) se creyó en la obligación comercial de agregar un par de gruñidos a sus minuciosas explicaciones.<br /><br /><br /><br />Tomamos la línea “verde”, la única con audio-guías en castellano, y empezamos a recorrer la ciudad. Las guías eran un tanto parcas en información y los comentarios –para mi gusto- más bien lacónicos; estaban habladas por alemanes, que a juzgar por los resultados habían tomado su primera clase de español la misma mañana en que grabaron el texto del recorrido. Por ejemplo, no hubo manera de que distinguieran entre “quinientos mil” y “cinco millones”, al referirse a la cifras de emigrados que se embarcaron desde aquí entre mediados del siglo XIX y el período de entreguerras, y fue curioso descubrir que la iglesia de Saint Michel había sido destruida un par de veces por un “encendido”. Como ya estamos acostumbrados, no nos sorprendió el trato políticamente correcto con el que recorren los meandros históricos de la actual Unión Europea. Por caso, resultó simpático saber que a Napoleón –a quien los hamburgueses no tienen en mala estima- le explicaron que tenía que irse del país porque el resultado de la batalla de Waterloo no lo favorecía. Alternamos los comentarios triviales (“en el Atlantic Hotel se filmó una película de James Bond”, “el Rat-Haus tiene seis habitaciones más que el Palacio de Buckingham”) con hermosas vistas del Lago Alster, rodeado de mansiones espectaculares y parques alfombrados de hojas amarillas, y remontamos el curso del Elba hasta el puerto, que a esa altura de la tarde se fundía en un horizonte donde se enroscaban las nubes, el agua, el viento y la lluvia. Cruzamos infinidad de puentes sobre canales (“Hamburgo tiene más puentes que Amsterdam y Venecia juntos”), nos asomamos al movimiento perpetuo del Hafen City, y recorrimos las galerías de una ciudad que se acostumbró a comerciar con todo el mundo desde la Edad Media. Pero para quien escribe estas líneas, Hamburgo será siempre, y por sobre todas las cosas, “Reeperbahn”, y “Grosse Freiheit”, y el boliche en el que los Beatles debutaron hace exactamente cincuenta años, y la colección de antros donde encontraron su verdadera voz y comenzaron a despegar.<br /><br /><br /><br />“Reeperbahn” atraviesa el corazón del barrio de St. Pauli y la presentan como la calle “más pecadora del mundo”, pero si no gana el premio le pega en el ángulo que trazan el palo y el travesaño. Recibe su nombre de una antigua palabra referida a las sogas trenzadas de los barcos y reúne en sus dos anchas orillas, en sus callejuelas aledañas, y a lo largo de un kilómetro, una interminable, colorida, subyugante colección de sex-shop, table dance, boutiques bizarras, cines porno, casinos, locales de strip-tease, gabinetes de sexo en vivo y baños sauna, mixturados con restaurantes, pubs, locales de comida rápida, discotecas, teatros o boliches con shows musicales. Como todo está carnavalescamente mezclado, mientras en un bar la muchachada se entusiasma con la derrota del Mainz a manos del Hannover, gracias a un gol de Pinto, pared de por medio se puede apreciar a una escultural ucraniana sin corpiño descolgándose de un caño. Originalmente, en el trayecto que va del siglo XVII a comienzos del XVIII, el área definía la frontera con el borde continental de Dinamarca, era una zona franca para el comercio y se respetaba la libertad religiosa; de a poco, se convirtió en el lugar donde los marineros que llegaban al puerto más importante del país venían en busca de diversión, y de ahí a transformarse en la zona roja más famosa de Alemania, y una de las más conocidas de Europa, hubo unos cortos pasos.<br /><br /><br /><br />Justo en la esquina de “Reeperbahn” y “Grosse Freiheit”, la calle de la “Gran Libertad” (nombre debido a razones de tolerancia religiosa aunque la gente después lo entendió para el lado de los tomates), desde hace un par de años se inauguró la Beatles Platz. Sobre un círculo que semeja un disco de vinilo hay cuatro perfiles metálicos inconfundibles en un primer plano, y más atrás, a un costado, con un bajo a media asta, apuntando al piso, hay una quinta figura que encarna la breve y trágica vida de Stuart Sutcliffe. Artista plástico de talento, improvisado bajista y amigo íntimo de John Lennon, llegó como integrante del grupo desde su primera incursión en tierras germanas, aquí se puso de novio con Astrid Kirchherr y decidió quedarse en la ciudad, en la que moriría de un derrame cerebral en 1962, a los veintiún años. Entre otras iniciativas, a la inspiración de Astrid hay que agradecerle las que tal vez sean las mejores fotografías que les tomaron alguna vez a los Beatles. Esos cinco pibes jovencísimos, John, Paul, George, Stuart y Pete Best (el baterista que luego sería reemplazado por Ringo Starr) aparecen en blanco y negro, peinados sin flequillo y con camperas de cuero, posando para toda la eternidad entre las construcciones del puerto. Algunas copias de esas fotos, junto al rastro de los pasos que dejaron por la ciudad, pueden seguirse en la exposición Beatlemanía, a pocos metros de la plaza, que reúne –además de información general sobre su trayectoria posterior- la historia del grupo en sus días de Hamburgo. No hay manera de perderse: “A Hard Day´s Night” está sonando a todo lo que da.<br /><br /><br /><br />“Esbina-jarrrr-deys-nait-anabiul-guorkin-laikel-dog...” arremete el Guille en un inglés que ahora, sólo ahora, se puede calificar de capusottiano. Saca del equipo el disco 1 del Álbum Rojo, luego pone “Revolution”, y se queda mirando el cielo o el vacío a través de la ventana, en dirección al Hotel “Gala” o la Librería “El Águila”. Investiga una por una las palabras que va a utilizar y declara, con una solemnidad que no encaja en sus quince años recién cumplidos: “Chacho, yo nunca voy a dejar de escuchar a los Beatles”. Estaba emocionado porque esa misma tarde se había comprado en “Opus”, la disquería que estaba en la entrada de la Galería Central, uno de los primeros ejemplares de Música de Rock´n´Roll que llegaban a Necochea, allá por mediados de los años setenta. La novedad era que traía “Muchacho malo”, un tema nunca antes editado en la Argentina según explicaba el sobre, y la primicia salía sus buenos mangos.<br /><br /><br /><br />Ahora que lo escribo, ahora que lo pienso, tal parece que hay un momento del desarrollo del hipotálamo musical de los adolescentes, que antes podía ubicarse aproximadamente entre los 14 y los 16 años, en el que se produce el enganche con los Beatles. Si la conexión no se establece en ese lapso, difícilmente se produzca alguna vez; pero si se consuma, dura para siempre. Quiero creer que algo de eso nos pasó a todos los que en ese tiempo íbamos a los “asaltos” en la casa del Coco, peloteábamos en el patio del Nacional, o nos encontrábamos puntualmente –para no hacer nada- en la esquina del edificio de la Aduana o frente a la puerta del kiosko del Marce.<br /><br /><br /><br />Debo confesar que con los años, antes de ingresar a la irrefrenable vejez, me ha ido picando un cierto cholulismo beatlemaníaco que en la juvenilia no tenía. Rastrillé el Central Park buscando el círculo ajedrezado que recuerda “Strawbery Fields”; un policía newyorkino me sacó carpiendo mientras sacaba fotos a la entrada de los edificios Dakota; a Anabella casi la pisa un auto mientras buscaba el mejor ángulo para retratarme sobre la histórica senda peatonal de “Abbey Road”, y escribí con aplicación alguna boludez sobre la pared enrejada del edificio de Apple Records, en Londres, que aparece en el Álbum Azul. Pero ahora estábamos ahí, justo a la entrada de “Grosse Freiheit”, en el mismo barrio tugurioso donde la gira mágica había comenzado, y donde todo, de alguna extraña manera, todavía está como era entonces. Dejamos atrás “Reeperbahn”, con el brazo norte del río Elba a nuestras espaldas, y caminamos en la noche a través del ruido, las luces colgantes de neón y un desparejo turbión de viandantes, hasta llegar a la puerta de lo que en la actualidad es el reciclado club “Indra”; en la entrada, una pequeña placa resalta sobre la fachada de rojo furibundo; nos recuerda que allí, en ese bar que lleva el mismo nombre del dios más importante de la primitiva religión védica, el 17 de agosto de 1960 debutaron los Beatles. Por entonces era un sucucho de mala muerte, y aunque ahora ha mejorado un poco, todavía se sigue respirando el mismo aire de bajo fondo que tenía hace medio siglo. Un poco más acá está el célebre “Kaiserkeller”, y enfrente, sin dar abasto en ese barrio de impenitentes, la iglesia de Saint Joseph, famosa porque su púlpito fue meado con esmero por los muchachos de Liverpool. La blasfema micción les costó un proceso judicial que impidió por varios años que pudieran regresar a Alemania. Hubo que hacer una tramoya legal para que en 1966 se los habilitara a volver a Hamburgo cuando ya eran intocables y taquilleras estrellas globales. <br /><br /><br /><br />Por aquella época escuchábamos los Beatles todos los santos días, y todavía no me explico cómo fue que logramos concretar una especie de milagro pedagógico invertido: nuestra pronunciación siguió siendo decididamente espantosa. Dentro de la miseria general del grupo, yo era uno de los que sabía un poco más de inglés, pero la media fonética del barrio era más bien baja y un servidor no hacía ninguna diferencia. Por ejemplo, para Guille “Let it be” siempre fue algo así como “eripí”, a todos nos costaba aceptar que “Oh Darling” no fuera “Ohú Charly” y en “El jardín de los pulpos” había una parte en la que siempre nos embrollábamos con el “finitugüey”. De todos modos, nunca le dimos mucha bola a la letra; los pibes con los que nos juntábamos en Neco chapurreaban igual que nosotros, y por sobre todas las cosas, la música de los Beatles tenía una virtud soberana: le gustaba a las chicas.<br /><br /><br />En la esquina de “Grosse Freiheit” y “Paul-Roosen Strasse” dimos vuelta a la izquierda, y caminamos unos pasos; en el número 33 de “Paul-Roosen” hay ahora una modesta casa de departamentos en cuyo garaje pintado de blanco un grabado recuerda que allí estaba el famoso “Bambi-Kino” (el “Cine Bambi”). Ahí vivieron los Beatles, durmiendo detrás del escenario y aseándose en el baño de mujeres en sus estancias iniciales en Hamburgo. El empresario Bruno Koschmider, que los contrató en el “Indra”, era también dueño del “Kaiserkeller” y del “Bambi”, así que en el rejunte abarataba costos por varios lados. Por esas callejuelas pobretonas, marginales, antiguo barrio de laburantes chinos a pocas cuadras del puerto, seguramente deambularon en lentas y largas madrugadas, del “Bambi” al bar “Gretel + Alfons”, y a un paso el “Indra”, donde tocaban en extenuantes jornadas de seis a ocho horas por un salario de treinta marcos. Aunque los Beatles llegaron a Hamburgo un poco de casualidad, como cuarta opción después de que otras tres bandas declinaran la poca seductora oferta, fue aquí donde terminaron de formarse, y comenzaron a levantar vuelo. Aquí dieron casi trescientos conciertos, con un total de mil quinientas horas de música en vivo (más de lo que tocaron en su Liverpool natal); aquí se encontraron con Ringo Starr, que estaba tocando con otra banda, y que fue invitado a reemplazar a Pete Best, primero en algunas actuaciones puntuales, y luego integrándose a la formación definitiva; aquí subieron los primeros escalones del éxito, cuando del limitado “Indra” lograron saltar al “Top-Ten” y al reconocido “Star-Club”, mientras el mensaje en la botella empezó a pasarse de boca en boca, y cada vez más gente venía a escucharlos. De a poco, en interminables noches de humo y alcohol y sexo fácil y pastillas, aquí, en Hamburgo, comenzaron a consolidarse como grupo, a componer más y mejor, y empezaron a ser lo que ya pronto serían.<br /><br /><br />Por supuesto que escuchábamos otras cosas. Por empezar, Sui Generis, Pastoral (“En el hospicio”), o Vox Dei (que en Los Capuchinos se escuchaba en la iglesia!), y todo lo que venía desde las distintas ondas del rock nacional o de la “música progresiva”, como también se la llamaba, y que entonces no circulaba por la radio o la tele, sino de mano en mano, de disco en disco, de cassette a cassette. A través de Carlitos, el hermano mayor del Marce, nos empezamos a desayunar que había otros universos musicales por explorar, y empezamos a rendir las materias básicas (Led Zeppelin, Pink Floyd, The Who, Yes, Jethro Tull, Credence, o el trío de Emerson, Lake & Palmer), además les sumamos algunas otras asignaturas optativas (Three Dog Night, Steppenwolf, o el magnífico “Espectrum” de Billy Cobham). Claro que también se nos daba por escuchar cosas más tranquis, como Carpenters, Simon & Garfunkel, los Bee Gees de la época de “Mr. Natural”, The Mamas and the Papas, que le encantaba a mi prima Silvia, o la clara y luminosa voz de Maureen McGovern en “The Morning After”, el tema original de la película La aventura del Poseidón. A veces enganchábamos algo de pura casualidad, como cuando el Guille la embocó comprándose al voleo “Moving Waves”, del grupo holandés Focus, pero otras veces, habrá que reconocerlo, en una época en que muchísimas cosas eran un “quemo”, no considerábamos una auténtica carbonización musical escuchar el simple de Emmanuelle (¿Por Juan Salvador?) o “Pequeña y frágil”, del actualmente innombrable Sabú.<br /><br /><br /><br /><br />Volvimos al barrio al otro día porque nuestra excursión nocturna no nos había permitido ubicar el lugar donde estaba el famoso “Star-Club”. Era una mañana de domingo pero los sex-shop y los cines porno seguían a todo dar sobre “Reeperbahn”. Pese al frío y la llovizna unas prostitutas arreglaban su negocio en la vereda con algunos rezagados que se habían quedado con ganas de la noche anterior. Otros sobrellevaban la derrota durmiendo en la entrada de un casino, y cuando despegaban un ojo te pedían una moneda o un cigarrillo. Doblamos por “Grosse Freiheit” y nos recibió una escena que tardamos unos instantes en descifrar. El chofer de un taxi mantenía el baúl abierto del auto con unas valijas adentro, mientras en la vereda había un grupo de hombres y mujeres hablando en voz alta. Al parecer, el taxista esperaba que terminaran de despedirse algunas personas del grupo, pero la despedida –descubrimos- incluía una confusa pelea que se desarrollaba con interrupciones: dos mujeres se agarraban de las mechas y gritaban, luego paraban pero se seguían insultando, después volvían a agarrase; unos intervenían para separar, otros se entreveraban en el amasijo; algunos simplemente miraban; un público creciente con cervezas en la mano empezó a animar el espectáculo desde el bar de enfrente; finalmente, después de varias vueltas sin resultado claro, un tipo se llevó a la rastra a una de las chicas, logró que entrara en el taxi, y se fueron. <br /><br /><br /><br />Por eso, porque nos gustaba a nosotros pero sobre todo a las chicas, los Beatles eran número puesto en todos los “asaltos”, o en los “malones”, como mucho tiempo después descubrí que se le decía en otras comarcas. Lo bueno que tenían era que si había que reanimar el espíritu en caída libre de una reunión apelábamos a un rock fuerte, tipo “Sally la lunga” o “La ví parada ahí”, y cuando la ocasión pintaba propicia, o había que hacerle pata a un necesitado para acercar posiciones, nos jugábamos por “Hey Jude” o “Yesterday”, y no fallábamos. En otros casos, en cambio, respondíamos a instrucciones mucho más precisas: por caso, cuando el Marce lograba que la hermana del Coco le diera bola para bailar lento, el Guille y yo sabíamos que había que enganchar “Michelle” con “Algo”, y después, si el asunto todavía daba para más, rematar con “Un camino largo y sinuoso”. A fin de cuentas, ésas eran las innegociables ventajas de habernos improvisado como disc-jockeys. Para variar, el mejor equipo de audio lo aportaba siempre el Guille, que era el potentado del grupo, aunque a veces los padres no se lo prestaban, y había que efectuar algunas operaciones clandestinas para sustraer el amplificador sin que los viejos se dieran cuenta, y después enchufarlo a cualquier winko que gloriosamente supiéramos conseguir; el Marce llevaba un grabador de cinta de carrete abierto y yo contribuía con mi modesto National monoaural, a cassette, pero que andaba un rayo. La casa generalmente era la del Coco, que junto al amplio living que daba a la calle 55, justo atrás del Nacional, tenía un pequeño pasillo, al que se podía acceder por otra puerta, y que ofrecía un lugar inmejorable para ubicar los precarios componentes musicales. Pero como responsables profesionales en ciernes, nuestro valor agregado era, por lejos, “el juego de luces”. Lo armamos el Marce, el Coco y yo, con algún aporte del Guille. Con el Coco andábamos ya por el segundo año del Colegio Industrial, así es que ya manejábamos los capítulos iniciales de la electricidad, y los circuitos “en serie” y “en paralelo” no guardaban ningún misterio para nosotros. El Coco ofreció su cajón de pesca, que había hecho en las clases de carpintería de primero, para transformarlo en la “consola” del aparato. De ahí salían varias líneas de cable de extensión variada: dos, cinco, y hasta diez metros. Los portalámparas, con focos de baja potencia de todos los colores, quedaban disimulados en latas de aceite de auto, cortadas con un cuidado que jamás volví a poner en ninguna otra tarea manual que encaré en mi existencia. Ya sobre el terreno, desparramábamos las latas –forradas con papel oscuro para emprolijarlas- por debajo de los sillones, las colgábamos en los cuadros de las paredes o en alguna araña del techo, o las metíamos adentro de alguna planta o detrás de una pecera, para lograr algún efecto especial. Al abrir la tapa del cajón, la “consola” era en realidad una tabla calada de celoté con nueve perillas que nos permitían manejar colores y sectores, y en una función podíamos prender y apagar todo el equipo a la vez. Para esa época, entre la tecnología poco desarrollada, y nuestros magros recursos, no daban para meterle intermitencias o manejo de intensidad lumínica, pero con nuestro “juego” hacíamos capote en el barrio, y cuando las barras de otros lugares se enteraron de nuestro invento nos pedían que lo lleváramos a asaltos que se hacían en otras casas. Así fue como empezamos a conocer mundo. <br /><br /><br /><br />Seguimos avanzando por “Grosse Freiheit” y a los pocos metros nos cruzamos con un muchacho que venía en falsa escuadra –no muy alto, macizo, de cabeza rapada; el pibe zigzagueaba por la vereda, borracho hasta la médula, con un hilo de sangre que le bajaba desde el medio del marote, y puteando a los cuatro vientos. Antes de llegar a la esquina de “Schmuck-Straase”, sobre el número 39 de la calle, descubrimos finalmente una vieja entrada de garaje con gastados ladrillos a la vista: ahí estaba la entrada del famoso “Star-club”, el boliche que floreció entre el 13 de abril de 1962, cuando fue inaugurado, y el 31 de diciembre de 1969, cuando a consecuencias de un incendio cerró sus puertas definitivamente. Un poco más adentro, el portal de acceso se abre a un patio rectangular al que desembocaban otros bares de medio pelo, sobre una pared lateral una placa de mármol negro, con letras de oro, recuerda que allí tocaron, además de los Beatles, algunos otros desconocidos como Little Richards, Tony Sheridan, Bill Halley, Chubby Ckecker, Jerry Lee Lewis, Chuck Berry o Brenda Lee. La leyenda insinúa –y la placa pretende certificarlo- que también allí tocó Jimmy Hendríx, pero como ciertas historias que todos cuentan, no hay nadie en Hamburgo que pueda corroborarla y ninguno se atreve a desmentirla. Mientras recorríamos el patio interior reapareció el muchacho de la cabeza rota: la novedad ahora era que tenía un pañuelo con el que se enjugaba la herida, y que venía acompañado de dos policías que había estacionado el patrullero en la puerta del antiguo club. Bajaron y fueron directo a uno de los bares que daba al patio y que todavía permanecía abierto; parece que algunos crápulas lo habían agarrado a patadas al rapado y el pibe volvía con refuerzos legales, pero no pudieron encontrar a los culpables y se fueron por donde vinieron. El “Star-club” es importante por muchas cosas para los fanáticos, pero sobre todo porque en este lugar, la que ya era la formación definitiva de los Beatles, con Ringo en la batería y las tres luminarias en la delantera, grabó en vivo, en diciembre de 1962, algunos meses antes de Please, Please, me, más de una veintena de temas que recién serían editados en disco mucho tiempo de su separación.<br /><br /><br /><br />En mayo de 1977 apareció finalmente en Londres The Beatles Live at the Star-Club in Hamburg, Germany (1962), mientras que yo, en Necochea, me cambiaba al Colegio Nacional. A fines del año siguiente terminé la secundaria y ese verano me fui a hacer el curso de ingreso para entrar a Derecho en La Plata. Por esa misma época, y por razones de laburo, toda la familia del Coco se fue de la ciudad; vendieron la casa de la calle 55 y les perdimos el rastro. Ya estaba haciendo la colimba cuando me enteré que un loco había matado a John Lennon en New York, hace de esto -casi casi-treinta años. Alguna vez nos contaron que la hermana del Coco se casó con un muchacho que trabajaba en el banco y que vivían en Mar del Plata, pero son leyendas, como la que cuentan los hamburgueses sobre Jimi Hendrix. No sé qué se hizo del juego de luces y en alguna vuelta de la vida también perdí el grabador National. Al Guille hace mil años que no lo veo, pero cuando alguna vez lo encuentre voy a preguntarle muy seriamente si todavía sigue escuchando –como yo- los discos de los Beatles. <br /><br /><br /><br />Hamburgo, 12 al 14 de noviembre de 2010. <br /> </div>Antonio Camouhttp://www.blogger.com/profile/10099260700375609897noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-2738821337569474333.post-45203082043423397942010-11-03T15:11:00.000-07:002010-11-03T15:17:37.031-07:00CUANDO PASE EL TEMBLOR<div align="justify"> </div><div align="justify">Es cierto. Era más fácil pensar, escribir, actuar políticamente “contra Kirchner” que hacerlo “después de Kirchner”.<br /></div><div align="justify">Desde hacía ya un tiempo, buena parte de la oposición política e intelectual se había instalado -¿nos habíamos instalado?- en la blanda complacencia de un viento favorable: el kirchnerismo se estaba desarmando solo. Para hacer diferencia bastaba pegarle duro al lado flaco de un liderazgo que iba dejando un tendal de adeudos sociales, de desplantes institucionales, de inconsistencias económicas, o de oscuridades patrimoniales. Si Néstor Kirchner era el ancla del sistema político y la brújula de su gobierno, también servía a la oposición de mascarón de proa para enrostrarle todas las críticas, para enhebrar todas las diatribas, para recibir y soportar todos los garrotazos.<br /></div><div align="justify">De ahora en más, en cambio, mientras el oficialismo enfrenta la difícil prueba de gobernar sin su jefe, a la oposición, sobre todo aquella que busca ubicarse en el costado progresista del espectro político, no le cabe un desafío menor. Con la sorpresiva muerte del caudillo santacruceño terminó también de manera abrupta la “fase fácil” de acumulación opositora. Por eso, esta oposición deberá contribuir, por un lado, a la gobernabilidad democrática del país, pero a su vez, tendrá que ser capaz de elaborar un proyecto que a su manera <em>niegue</em>, <em>conserve </em>y <em>supere</em>, como hubiera dicho el viejo Hegel, la herencia del patagónico.<br /></div><div align="justify">Por de pronto, deberá negar sin retazos lo que podríamos llamar el “kirchneriato”: un estilo de conducción personalista, vertical, hegemónico, que utilizaba todos los recursos públicos disponibles para concentrar el poder en un sistema piramidal de decisiones; un diseño cerrado desde el punto de vista político, adverso al control republicano e irrecuperablemente ineficaz para una gestión pública moderna. Este esquema, que se soldó a lo peor del peronismo bonaerense y a la más rancia corporación sindical, alimentó un oscuro dispositivo que entreveraba los inconfesables aportes de campaña, el tráfico de influencias y el capitalismo de amigos con la patoteril intervención del INDEC, la subordinación del Consejo de la Magistratura o el desembozado “apriete” al periodismo crítico.<br /></div><div align="justify">Pero junto a este momento de irrenunciable negación, parece difícil hoy viabilizar un proyecto progresista que no incorpore, conservándolas, muchas de las banderas que el kirchnerismo impulsó en la escena política nacional: desde el juicio al terrorismo de Estado hasta la redistribución del ingreso, desde la “democratización de los medios” hasta la vindicación de la dimensión intelectual de la política. Esas banderas –a pesar de su ambigüedad pero también en virtud de ella- seguirán ondeando, quizá ahora más que nunca, como sistema de señales. Bien empuñadas, podrán servir de línea de frontera para separar la crítica que busca trascender el kirchnerismo de su mera negación conservadora, cuando no de aquellos que mezquinamente pugnan por la custodia de sus privilegios, y que tal vez hoy celebren apresuradamentye el mantenimiento del statu quo o la defensa reaccionaria de un país para pocos. Que muchos seguidores del conductor caído no hagan una buena lectura para separar a unos y otros no debería ser excusa para caer en simétricas, tozudas e inconducentes confusiones.<br /></div><div align="justify">Claro que la dinámica de la superación jugará su suerte tanto en nuestra capacidad para replantear críticamente la relación que el gobierno de los Kirchner entabló entre los medios utilizados y los fines esgrimidos, como en la instalación de nuevos sentidos, de textualidades originales, de aspiraciones descuidadas. Será un desafío donde el conocimiento experto, la elaboración intelectual, la imaginación institucional y la construcción de una nueva voluntad política deberán aunarse en una minuciosa, absorbente, tal vez ingrata pero imprescindible tarea. Los botones de muestra son muchos: ¿Es posible “fortalecer el Estado” sin contar con un sistema creíble de estadísticas nacionales o dibujando en el aire los números fiscales? ¿Un programa económico inflacionario puede constituirse en la base de un esquema efectivo de redistribución del ingreso? ¿Cómo pasar del aprovechamiento circunstancial de factores que empujan el crecimiento a un patrón sostenible de desarrollo productivo? ¿Hay perspectivas para una sociedad próspera y equitativa sin reglas claras, estables y previsibles para la inversión, la exacción impositiva o el comercio? ¿Hay opciones de progreso social desligadas de una sólida voluntad de construcción de calidad institucional? ¿Podemos “democratizar los medios” sin republicanizar el poder político? ¿En qué sentido es posible discutir una política de Estado para los derechos humanos que no instrumentalice sus símbolos y que sea acorde con una visión plural de nuestras memorias y nuestro pasado? ¿Se puede profundizar la democracia sin diálogo con el otro, sin una <em>política de reconocimiento</em> de sus proyectos y sus diferencias?<br /></div><div align="justify">Cuando pase el sacudón de estos días, que en una semana nos zamarreó con el asesinato de Mariano Ferreyra y con la muerte del ex presidente, habrá que enfrentar esas y otras muchas cuestiones abiertas de la agenda pública. El reto es enorme y está rodeado de incertidumbre, pero al menos hemos adquirido una certeza: no encontraremos las respuestas batallando obsesivamente contra una larga sombra del pasado, sino amasando un nuevo proyecto de futuro.<br /><br /></div><div align="justify">Berlín, noviembre 2 de 2010. </div>Antonio Camouhttp://www.blogger.com/profile/10099260700375609897noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2738821337569474333.post-26578736574392555432010-10-27T14:53:00.000-07:002010-10-27T14:56:20.058-07:00EL KIRCHNERISMO DESPUÉS DE KIRCHNER<div align="justify">El sorpresivo deceso de Néstor Kirchner seguramente dará un vuelco significativo en el cuadro político del país, a un año exacto de realizarse las elecciones presidenciales.<br /><br />En vida del caudillo santacruceño, el kirchnerismo enfrentaba para el año próximo dos gruesas opciones políticas: o bien peleaba por “todo”, corriendo el riesgo de perderlo todo; o bien peleaba por "algo", consciente de que no podía aspirar en este turno al premio mayor (por ejemplo, podía tratar de conservar la gobernación de la provincia de Buenos Aires, y esperar que –en un escenario dividido- un gobierno nacional de orientación radical-socialista se hiciera cargo de la pesadísima herencia por dejar).<br /><br />Ya sin Kirchner, después de los días de insoslayable duelo, del trauma personal que significa la enorme pérdida, y de la corriente de apoyo popular que seguramente la acompañará, la Presidenta tendrá que afrontar por sí misma el que probablemente sea el dilema estratégico más grave de toda su vida: “lealtad” o “salida”. <br /><br />En el escenario de la “lealtad” –entendida más en el sentido de una lógica decisional que en términos de la mística peronista- la Presidenta se hace cargo de continuar el proyecto político que lo unía a su esposo, y entonces reorganiza la lucha con sus (¿renovadas o menguadas?) promesas de éxito y sus amenazas de rotundos fracasos.<br /><br />En el escenario de la “salida”, en cambio, la Presidenta empieza a ver este año y pico de gestión como la transición hacia otro gobierno peronista, y bajo el holgado paraguas de la negociación fraterna –entre hermanos sedientos de poder, es claro, pero hermanos al fin-, negocia con algunos sectores del Peronismo Federal una transición más suave, incluyendo el intercambio de candidaturas, espacios de poder y tranquilidades judiciales (en este escenario, las acciones de alguien como Daniel Scioli ofrecen muy buenos dividendos a los interesados de distintos grupos). Seguramente habrá más de una pelea en la travesía, pero al interior de límites dibujados por el ansia compartida de mantenerse en el poder. Incluso de rebote hasta pueden acordarse algunas buenas políticas. <br /><br />Claro que la Presidenta no estará -para su bien y para su mal- en completa soledad. La densa red de variopintos seguidores kirchneristas, una trama de círculos concéntricos urdida por el paciente, resuelto e irremplazable trabajo de su marido, empezará a tallar con diferentes reclamos, ambiciones y propuestas a la hora de las difíciles opciones a enfrentar.<br /><br />Entre los muchos “detalles” a resolver hay uno sobre el que no habría que perder pisada. Es probable que el mejor candidato electoral que salga de estos enjuagues –por imagen, aceptación de los votantes, etc.- no sea necesariamente el que tenga el ancho de espaldas suficiente para ocupar el lugar vacío del Jefe. Por lo cual el movimiento volvería a tener –afortunadamente con muchos menos aires de tragedia- un candidato al gobierno que, se sabe de antemano, no es el que manejará el poder.<br /><br />En cualquier caso, de la manera más o menos civilizada en que se resuelvan los pormenores sucesorios al interior del peronismo, mucho dependerá la gobernabilidad democrática del país en los inciertos tiempos por venir. <br /> <br />Berlín, Octubre 27 de 2010. </div>Antonio Camouhttp://www.blogger.com/profile/10099260700375609897noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2738821337569474333.post-7681666450978297682010-08-09T13:57:00.000-07:002010-08-09T14:08:00.741-07:00MATRIMONIOS Y ALGO MÁS<div align="justify">Antonio Camou<br /><br />En la Argentina de los años sesenta y principios de los setenta el lenguaje en torno a la sexualidad que hablaban las jóvenes generaciones se codificaba en términos de “liberación” e inconformismo, pero llevaba en el orillo la marca de una heterosexualidad normalizada, y en muchos casos, un indisimulable sesgo machista. Los grupos feministas y las minorías sexuales transitaban por la marginalidad, y todas las fuerzas políticas –que ignoraban olímpicamente la cuestión- reproducían sin chistar la división heredada entre el mundo público y el privado, donde la vindicación sexual o la violencia doméstica quedaban estrictamente confinadas. Incluso existían poderosos canales simbólicos de comunicación entre sectores de izquierda y de derecha, quienes podían entonar a dúo “no somos putos / no somos faloperos”, aunque después cantaran canciones distintas y se enrolaran como soldados de mortales causas adversas.<br /><br />La recuperación democrática traerá primero suaves vientos de cambio, pero lentamente irá configurando un nuevo marco interpretativo desde el cual redefinir la articulación entre ciudadanía, política, relaciones sexuales y derechos. Por esos años, y en el contexto de un cambio a escala global, las cuestiones sexuales comenzarán a ser habladas tanto desde la semántica de los derechos humanos como desde el paradigma de la salud (reproducción, SIDA, etc.), y más allá de sus puntos de convergencia o de tensión, esos nuevos modos de hablar y de pensar son los que nos han traído hasta aquí.<br /><br />En ese derrotero de transformaciones un hito clave fue escrito hace casi un cuarto de siglo, en junio de 1987, cuando el gobierno de Raúl Alfonsín logró sancionar la Ley de Divorcio. Entonces, como ahora con el proyecto de matrimonio igualitario, se esgrimieron argumentos apocalípticos en su contra, pero la sociedad argentina no se autodestruyó después de poner en práctica aquella norma.<br /><br />En la actualidad, y más allá de las intemperancias exhibidas por algunos grupos, o las pretensiones de utilización política de la cuestión, vale destacar un signo de madurez democrática y republicana en vastos sectores de nuestra sociedad. Como afirmamos hace unos días quienes integramos el Club Político Argentino: “La ampliación del derecho al matrimonio a personas del mismo sexo es el resultado de la movilización, no sólo de los sectores directamente involucrados, sino también de numerosos ciudadanos y ciudadanas sensibles a la situación de injusticia y discriminación que representaba el cuadro legal preexistente. Esto es especialmente significativo porque tiene por base una convicción democrática y republicana: en una comunidad política nadie es plenamente libre mientras haya conciudadanos discriminados, y nadie disfruta de modo enteramente justo de sus derechos mientras existan minorías imposibilitadas de hacerlo”.<br /><br />La Plata, 16 de julio de 2010. Publicado en el Diario DIAGONALES (La Plata), domingo 18 de julio de 2010. </div><div align="justify"> </div><div align="justify"> </div><div align="justify"> </div><div align="justify"> </div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"><span style="font-size:130%;">LOS INTERESADOS/AS EN LEER LAS ENTRADAS DE ESTE BLOG CORRESPONDIENTES AL PERÍODO JULIO 2009 - JULIO 2010 PUEDEN HACERLO DIRECTAMENTE EN LA SECCIÓN DE ARTÍCULOS DE OPINIÓN DE LA PÁGINA PRINCIPAL: </span><a href="http://www.antoniocamou.com.ar/"><span style="font-size:130%;">www.antoniocamou.com.ar</span></a><span style="font-size:130%;"> ALLÍ LOS ENCONTRARÁN EN ORDEN CRONOLÓGICO DESCENDENTE.</span></div><div align="justify"></div>Antonio Camouhttp://www.blogger.com/profile/10099260700375609897noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2738821337569474333.post-43652435443491301022009-08-25T17:15:00.000-07:002009-08-25T17:24:55.667-07:00EL LABORATORIO FECUNDO<div align="justify"><br /><em>La Plata será, pues, el laboratorio fecundo de experiencias…<br /></em></div><div align="justify"><em>Joaquín V. González, La Universidad Nacional de La Plata. Memoria sobre su fundación, Sección Primera (1905) </em></div><p></p><p>El domingo 12 de julio falleció en Buenos Aires nuestro querido amigo y colega Pedro Krotsch. Cercado desde hacía tiempo por una impiadosa enfermedad se fue a los 67 años, pero como dicen los hermanos mexicanos “le hizo la lucha” hasta el final, enfrentando esa batalla con valentía y presencia de ánimo, con humor e ironía, con esa sonrisa bien plantada de los que saben que los partidos hay que jugarlos hasta el último minuto. </p><div align="justify">Mientras tanto, continuó atendiendo sus obligaciones de gestión con la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria (CONEAU), y mantuvo a flote sus compromisos académicos con la Universidad de Buenos Aires (UBA), y con nuestra universidad, donde se desempeñaba como profesor e investigador del Departamento de Sociología de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, y como miembro del Comité Científico de la Especialización en Docencia Universitaria. </div><div align="justify"><br /></div><div align="justify">Dueño de una vasta y reconocida trayectoria en el campo sociológico, tanto en la Argentina como en el extranjero, Pedro será especialmente estimado por las jóvenes generaciones como un auténtico maestro, cálido y generoso, afable e ilustrado, apasionado e inspirador, en la guía de estudiantes y graduados por la senda de un pensamiento crítico y plural; será también recordado como un decidido impulsor de diversas iniciativas institucionales para el desarrollo de las ciencias sociales en el país; y será largamente leído por sus múltiples y valiosos aportes intelectuales a la sociología de la educación y a los estudios de educación superior, de los que fue un verdadero pionero en nuestro medio. Sin contar los numerosos artículos en revistas nacionales e internacionales, su participación en congresos o contribuciones en variados volúmenes, entre sus libros podemos mencionar <em>Universidad y evaluación. Estado del debate </em>(1994), <em>Educación superior y reformas comparadas</em> (2001), <em>La Universidad Cautiva. Legados, marcas y horizontes</em> (2002), <em>Las Miradas de la Universidad</em> (2003), <em>Evaluando la evaluación: políticas universitarias, instituciones y actores en Argentina y América Latina</em> (2007), y el más reciente, <em>De la proliferación de títulos y el desarrollo disciplinario en las universidades argentinas</em> (2008).</div><div align="justify"><br />Pedro amaba y sufría al país, y a la Universidad de Buenos Aires, como solamente se puede sufrir por las cosas que se quieren tanto, pero desde hacía ya bastante tiempo había construido con la Universidad Nacional de La Plata un vínculo afectivo y académico especial. Desde la última parte de los años noventa comenzó a impartir regularmente en el joven Departamento de Sociología un Seminario-Taller sobre la problemática universitaria, dirigió tesinas de licenciatura, becarios y tesistas de postgrado, lideró varios proyectos de investigación referidos a la problemática de las políticas de evaluación en el ámbito universitario, publicó varios libros, y coordinó jornadas, seminarios y coloquios, con invitados nacionales y extranjeros. </div><div align="justify"><br /></div><div align="justify"></div><div align="justify">En 1999 radicó en el Departamento un proyecto de investigación sobre las relaciones entre el Estado y la universidad que terminó siendo un verdadero programa, y en torno al cual se conformó un grupo de profesores-investigadores, graduados y estudiantes con diferente formación disciplinar, y de distintas pertenencias institucionales, pero con preocupaciones comunes: estudiar la universidad como actor y como institución compleja, como sujeto de cambios y objeto de políticas, como problema de investigación y como espacio de producción crítica de saberes y visiones. Ese programa fue una manera de entablar un diálogo crítico con todos los actores del campo universitario, bajo el supuesto de que sólo a partir de la construcción colectiva de una nueva visión sobre la universidad sería posible su transformación. </div><div align="justify"><br /></div><div align="justify">Haciendo una cuenta rápida, Pedro debía conocer todas y cada una de las universidades del país. Allí lo llevaban sus habituales peregrinajes como docente de postgrado, sus curiosidades de investigador o alguna tarea puntual de asesoría. En todos lados juntaba amigos, inspiraba investigaciones, despertaba curiosidades o entusiasmaba tesistas; en muchas de esas instituciones, además, supervisaba algún grupo de trabajo o desarrollaba actividades con cierta regularidad: de San Luis a la Patagonia Austral, de Litoral a Quilmes, de Comahue a Tandil, de Córdoba a Mar del Plata, de Tucumán a Lanús. Pero en el caso particular de La Plata, además de su compromiso académico, se sentía especialmente atraído por recuperar algo de su espíritu fundacional, y volvía una y otra vez al pensamiento de Joaquín V. González. Por ese derrotero, estimuló a varios contingentes de alumnos y alumnas a investigar en detalle la historia institucional y científica de una universidad que se había pensado diferente desde su origen. Como decía la Memoria sobre su Fundación: </div><div align="justify"><br /></div><div align="justify"><em></em></div><div align="justify"><em>“Tampoco creo que haya en el país mucho ambiente ni espacio bastante para una tercera universidad del tipo de las clásicas de Buenos Aires y Córdoba; pero precisamente, en esa convicción, pienso que una tercera Universidad de tipo moderno y experimental, que se aparte de aquellas por su organización, diferente carácter y métodos de sus estudios, sistema de gobierno interior y direcciones especiales y prácticas de sus diversas secciones, no sólo tendría cabida fácil, sino que respondería a una necesidad evidente de todas las clases sociales de la Nación, y en particular, de las que miran más a la prosperidad general, bajo su faz científica y económica”.</em> </div><div align="justify"><br /></div><div align="justify">Esa lejana impronta científica, experimental, innovadora, comprensiblemente despertaba en Pedro jirones de recuerdos de lo que tal vez había sido la universidad argentina de los años sesenta, en la que él se había formado; y quizá también encendía destellos de sentido en favor de cierto concepto de universidad humboldtiana -ya como categoría histórica, ya como ideal regulativo-, sobre la cual su pensamiento merodeaba con frecuencia. Tal vez por esas inspiradoras resonancias Pedro decidió que uno de sus libros más queridos, La Universidad Cautiva, tuviera la siguiente dedicatoria: “a la Universidad Nacional de La Plata, cuya historia estimuló nuestras reflexiones”; y luego anotó en su Prólogo, escrito en medio de la crisis de 2001: </div><div align="justify"><br /></div><em></em><div align="justify"><em>La Universidad Nacional de La Plata es sin duda un espacio promisorio para la investigación. Ha sido la primera universidad pensada en torno a un perfil científico en un momento en que la denominada “universidad de los abogados” constituía el modelo hegemónico… No cabe duda de que en ella permanece, bajo la forma de un mito y también de una saga, la idea de una misión que permita forjar la universidad nueva. Esperamos poder contribuir de alguna manera a la realización de este ideal, aún en tiempos en los que la desesperanza y el desasosiego impiden muchas veces extender la mirada y forjar horizontes. </em></div><div align="justify"><br />Pedro se ha ido, pero no nos ha dejado solos. Nos queda su querido recuerdo, su ejemplo, sus preguntas, sus búsquedas; nos aguarda un legado que debemos asumir y continuar en plural, colectiva, críticamente; nos espera también una obra que habrá que organizar y difundir, que estudiar y discutir. Pero por sobre todas las cosas, nos deja el exigente testimonio de mantener en alto las banderas de un insobornable compromiso ético, intelectual e institucional. </div><div align="justify"><br /></div><div align="justify"></div><div align="justify">No será un trabajo fácil. Pero lo haremos como a él le hubiera gustado que lo hiciéramos, y que lo recordáramos. Con alegría. </div><div align="justify"><br /></div><div align="justify">La Plata, 16 de julio de 2009. Estas líneas pertenecen a un texto mayor que próximamente será publicado en nuestra página. </div>Antonio Camouhttp://www.blogger.com/profile/10099260700375609897noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2738821337569474333.post-84076981131334822572009-07-29T08:16:00.000-07:002009-07-29T08:25:22.286-07:00FAMA<div align="justify">Alguna vez John Winston Lennon escandalizó a propios y extraños al decir que los Beatles “eran más famosos que Jesucristo”. Pese al revuelo que se armó, y que obligó al muchacho de Liverpool a pedir disculpas a medio mundo, hoy sabemos que Lennon, en esencia, estaba en lo cierto.<br /><br />El recuerdo viene a cuento porque rastreando la letra de una canción en Internet se me ocurrió buscar en Google a “Michael Jackson”. Todavía me dura el asombro. Puesto en cifras gruesas y sin filtrar detalles, la computadora marcó en esta fría tarde de invierno 240.000.000 de registros en 0,13 segundos. Repito: doscientos cuarenta millones. En realidad son muchísimos más, porque este planeta está habitado, entre otras especies, por incontables seres humanos repletos de buenas intenciones pero con limitada gramaticalidad, entonces lo homenajean al autor de “Heal the World” bajo diferentes y muy disonantes advocaciones. Por ejemplo, algunos lo veneran como “Michael Jakson” (678.000 registros), otros lo mencionan como “Michael Jacson” (204.000), para no hablar de las 33.000 entradas que lo toman como suena y le dicen “Maichael Jackson”, o que derrapan con algunas letras y lo conocen como "Maichel Jakson" (6.950), "Michael Yakson" (2.510) o "Michael Yacson" (1.810), y tampoco faltan unos pocos que lo siguen bajo el nombre de “Maichael Jakson” (419), e incluso hay quienes lo consideran “Maichael Jacson” (315). En fin, en este incompleto recorrido (me faltaron casi todas las páginas de China, no verifiqué ninguna mención en cirílico, tampoco busqué nada en Zulú, y apenas si sobrevolé de pasada un blog checo) la cuenta me da: 240.927.004 entradas. Me cuesta imaginar a alguien <em>más</em> famoso en este momento.<br /><br />Para tener una idea de las galácticas diferencias que separan al inventor de la caminata lunar del resto de los mortales van algunas odiosas comparaciones de muestra. Por ejemplo, Barack Obama anda por las 82.700.000 entradas y la reina consorte del pop, Madonna, casi me dio lástima: 33.000.000 de registros; en cambio Britney Spears no está nada mal: 85.200.000 referencias. Lo de Madonna hay que considerarlo un mérito porque en Internet el talento musical no está pagando mucho. Frank Sinatra se anota con 10.400.000 entradas y la diáfana voz de Babra Streisand a duras penas junta 3.300.000 registros. Para que la injusticia sea completa baste señalar que Julio Iglesias, con 3.580.000 menciones, la borró del mapa a Naná Mouskouri con 1.000.000 de entradas. Al morboso lector hay que aclararle que la trágica muerte tampoco asegura nada. Cierto que Elvis Presley brilla con 16.400.000 referencias, pero Kurt Cobain (3.870.000) o Jim Morrison (2.360.000) andan a la cola.<br /><br />Por supuesto que Hollywood siempre tiene lo suyo, pero nadie vuela tan alto como el prodigioso Michael. Hay que mover mucho el avispero para alcanzar las entradas de Angelina Jolie (37.800.000) o las del carilindo Brad Pitt (24.900.000). En cambio la desdichada Jennifer Aniston, que ha sufrido tanto, encima padece una cierta anemia de registros: 17.700.000. Claro que con esos números igual le pasa el trapo a otros que la vienen remando desde hace mucho tiempo en cartelera. Por ejemplo, la flaca Julia Roberts marca 7.550.000 y ni hablar lo que ha tenido que revolcarse Harrison Ford, en la piel de Indiana Jones, para acumular 4.620.000 referencias. Bastante más atrás aparecen Dustin Hoffman (2.450.000) o el que danzaba con lobos, Kevin Costner, con 2.380.000 menciones.<br /><br />El deporte globalizado me dejó un sabor agridulce. De movida, comprobé que no hay con qué darle a Tiger Woods, con 28.500.000 registros, y que el bueno de Roger Federer -con 15.600.000 menciones- lo dejó con las ganas al mallorquín Rafael Nadal (7.550.000). Pero se me vino el alma al piso cuando descubrí que un tal Pelé, con 21.000.000 de entradas, le sacaba varios cuerpos de ventaja al mejor de todos los tiempos: Diego Armando Maradona, con escasas 10.800.000 menciones. Por suerte la pulga Messi llegó justo para poner al goleador del Santos en su justo lugar; con 23.500.000 registros el pequeño astro del Barcelona salvó sobre la línea el honor nacional y lo dejó al brasilero segundo cómodo.<br /><br />Hablando de orgullo vernáculo, un censo heterogéneo mezcla confirmaciones con sorpresas. Evita puntea con 19.800.000 registros, pero Borges le pisa los talones con 19.000.000, bastante por delante del Che Guevara (6.790.000), el General Perón (2.720.000), Carlitos Gardel (2.220.000) o Julio Cortázar (1.860.000). Para que no se agranden los chacarita hay que tener en cuenta que los famosos de entre casa no mojan en la aldea global: Marcelo Tinelli (391.000), Mirtha Legrand (352.000) o Adrián Suar (184.000) ni mueven el amperímetro.<br /><br />En fin, ya se sabe que la web mezcla la Biblia y el calefón. Será por eso que Lennon tenía razón nomás: el pobre Jesucristo, con 5.000.000 de registros, está muy por debajo de los Beatles con 51.500.000 entradas. El problema es que también anda bien lejos de Hitler (38.000.000) o de Stalin (14.500.000).<br /><br />Pero no todo está perdido en el universo cibernético. La búsqueda de “Dios” a muchos les ha devuelto la fe, y a otros, 75.600.000 referencias.<br /><br />La Plata, 27 de julio de 2009. </div>Antonio Camouhttp://www.blogger.com/profile/10099260700375609897noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-2738821337569474333.post-21246226426781686992009-07-06T16:42:00.000-07:002009-08-17T18:29:32.670-07:00PROFUNDIZAR LA GOBERNABILIDAD<div align="justify">En la madrugada de la contundente derrota electoral, Néstor Kirchner señaló que la tarea de la hora era “profundizar la gobernabilidad”. Si bien un día después la presidenta se deshizo en elogios no correspondidos hacia la propuesta de “Pino” Solanas, y miró con grandes ojos avariciosos su buena cuota de diputados, se espera que la orientación efectiva del gobierno camine por senderos menos resbaladizos. Esto es, en vez de avanzar hacia el precipicio abrazados al lema “profundizar totalmente el modelo sin preocuparnos por la gobernabilidad”, sería mejor que la consigna del momento fuese algo así como “profundizar la gobernabilidad pero sin abandonar totalmente el modelo”.<br /><br />La buena noticia de la semana es que la estructura de incentivos políticos alienta alguna esperanza de conformar un escenario medianamente razonable. En este sentido, podríamos decir que hay una zona de equilibrio de intereses convergentes que propicia el logro de acuerdos, aunque todavía no haya puntos claros de coincidencia. De un lado, la pareja gobernante no está dispuesta a dejar el poder, y del otro, a las diferentes oposiciones (peronismo disidente y sobre todo al pan-radicalismo) no les conviene ocuparlo. Y si bien por el momento ambos se rechazan, las dos partes de la ecuación política se necesitan para transitar el largo y escabroso camino que nos separa del 2011. En el caso del gobierno, razonablemente pretende seguir adelante pero no a cualquier precio, es decir, aceptando cualquier tipo de imposición de nombres o de políticas; en el caso de las oposiciones, requieren tiempo para organizarse, y lo que menos querrían en lo inmediato sería hacerse cargo del poder improvisadamente para efectuar el trabajo sucio de un inevitable ajuste.<br /><br />Es claro que no los une el amor sino el espanto, pero un poco de unión siempre fue algo más que nada. De este modo, el gobierno requerirá apoyos en el Congreso para enfrentar un escenario socioeconómico complicado, pero la oposición necesitará que el oficialismo navegue por esta crisis sin encallar. Sería suicida para el peronismo disidente o para el “Acuerdo Cívico y Social” dinamitar la nave gubernamental, y un abrupto abandono del Ejecutivo por parte de los Kirchner sería un excelente pasaporte para ellos, y para buena parte de sus más encumbrados funcionarios, hacia un interminable desfile por los tribunales de Comodoro Py.<br /><br />Ahora bien, no hay gobernabilidad sin consensos básicos entre los actores estratégicos de la sociedad: tanto de los actores político-institucionales -el Congreso, los gobernadores, los partidos y el Ejecutivo Nacional-, como de algunos actores sociales: empresarios, sindicalistas, organizaciones sociales, etc. Esos acuerdos pueden parecer hoy de difícil elaboración pero no hace mucho tiempo enfrentamos un escenario semejante, y como lo han destacado algunos analistas en estos días, la memoria de lo acontecido puede resultar aleccionadora.<br /><br />En los primeros meses del 2002 el país marchaba a la deriva. Fue entonces cuando el gobierno de Duhalde logró conjugar un esquema básico de poder para encauzar la crisis. En ese esquema fueron fundamentales la convocatoria a un amplio diálogo entre actores políticos, empresariales y de la sociedad civil; la implementación de un programa social de cobertura universal; y la designación de un ministro con probada solvencia técnica, autonomía de gestión y capacidad para generar confianza en los agentes económicos internos y externos. Pero esa trama de decisiones tuvo como marco el virtual pacto de gobernabilidad que el entonces presidente interino firmó el 24 de abril de 2002 con la mayoría de los gobernadores (no lo firmaron San Luis, la Ciudad de Buenos Aires y... Santa Cruz). El texto, bautizado como el documento de los “Catorce Puntos”, no constituyó ningún parteaguas en la historia del pensamiento político occidental, pero sirvió para fijar límites y definir orientaciones políticas clave. Aunque su contenido luce hoy desactualizado en varios rubros, y en otros testimonia el éxito de ciertos eficaces lobbistas, quizá recordar su contenido puede tener todavía alguna función inspiradora. Decía así:<br /><br /><em>Respetar los acuerdos internacionales de la Nación y reafirmar la vocación de integrar la Argentina al resto del mundo. 2) Firmar en un plazo no mayor de 15 días los acuerdos bilaterales con las provincias, dando cumplimiento al Pacto Fiscal suscripto oportunamente. 3) Elevar al Congreso de la Nación, en un plazo no mayor de 90 días, el proyecto de ley consensuado de un nuevo sistema de coparticipación federal de impuestos. 4) Propiciar las políticas fiscales y monetarias que mantengan la disciplina y los equilibrios necesarios que eviten la suba descontrolada de precios y la inestabilidad cambiaria. 5) Garantizar a los ahorristas, a través de instrumentos legislativos adecuados, la previsibilidad necesaria sobre el destino de sus fondos asegurando su liquidez. 6) Garantizar las acciones que restablezcan en forma inmediata un sistema financiero sólido y confiable. 7) Instrumentar un nuevo acuerdo de responsabilidad fiscal para la administración nacional, provincial y municipal que asegure su cumplimiento mediante un sistema explícito de premios y castigos. 8) Propiciar una reforma impositiva integral moderna y simplificada que aliente y estimule la inversión de capitales e impida la evasión, la elusión y el contrabando. 9) Propiciar la inmediata sanción de la ley de Quiebras. 10) Propiciar la inmediata derogación de la ley de Subversión Económica. 11) Propiciar la repatriación de capitales argentinos destinados principalmente a proyectos productivos con demanda de mano de obra intensiva. 12) Alentar las inversiones nacionales y extranjeras dedicadas a la exportación de productos manufacturados o a la sustitución eficiente de importaciones. 13) Asegurar el cumplimiento efectivo de la reforma política acordada, asegurando la reducción de gastos políticos y burocráticos innecesarios y la modernización de las formas de selección electoral. 14) Asegurar un mecanismo de asignación de planes de empleo convirtiéndolos en empleos efectivos a través del sector productivo.</em><br /><br />A la vista de dónde venimos, y por dónde estamos, el futuro no parece tan oscuramente malo; lo único que nos anda faltando son los catorce puntos, una extendida disposición al diálogo y la decidida voluntad de acordar...<br /><br />La Plata, 5 de julio de 2009. </div>Antonio Camouhttp://www.blogger.com/profile/10099260700375609897noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-2738821337569474333.post-13374941118023546302009-07-01T17:32:00.000-07:002009-07-01T17:36:31.003-07:00¿DEL KIRCHNERIATO AL KIRCHNERISMO?<div align="justify">Los resultados de las elecciones del 28 de junio parecen haber cerrado dos ciclos y abierto la puerta a dos países políticos.<br /><br />El primer ciclo es el que comenzó con la salida de la crisis del 2001, cuando el binomio Duhalde-Lavagna empezó a enderezar el barco después del desastre, y luego fue continuado por los Kirchner. El despegue fue posible gracias a la articulación de tres factores básicos: una táctica (llamarla estrategia sería forzar un poco las cosas) de inserción competitiva en el mercado mundial, un esquema (precario pero defendible) de solvencia fiscal y una firme autoridad política con eje en la figura presidencial. Designar a este esqueleto un “modelo” ha sido una licencia poética, pero mirado desde donde veníamos alcanzó para “crecer a tasas chinas” y recuperar el empleo, sobre todo en la fase fácil de expansión basada en una alta capacidad productiva ociosa y con un contexto internacional excepcional.<br /><br />El segundo ciclo, más corto, empezó como empiezan casi todos los desbarajustes de una Argentina que se cree entretenida, y es pavorosamente monótona en su decadente desorden: la debacle comenzó con el desarme de los elementales componentes del triángulo. En este caso, arrancó bastante antes del conflicto con el campo, cuando la producción empezó a tocar el techo de las capacidades instaladas y la inflación empezó a salirse de cauce; luego, los desbordes fiscales utilizados para remendar inconsistencias o sufragar la campaña de Cristina Presidente encendieron las luces amarillas, y el posterior intento de torniquete impositivo a los sectores agropecuarios chocó con la rebelión del interior y el rechazo de los grandes centros urbanos. Como todos los rechazos, fue un amasijo de buenas y malas causas, pero abrió una ventana de oportunidad que nos trajo hasta aquí.<br /><br />De aquel trípode de condiciones, la recompuesta autoridad presidencial fue quizá el logro más personal de los Kirchner, en particular por su original amalgama de viejos y nuevos materiales, aunque su arquitectura recordara parcialmente a otras experiencias peronistas previas. Como sabemos, Menem fue capaz de improvisar una efectiva construcción simbólica en torno a los motivos de un pensamiento neoliberal y una más limitada semántica de la reconciliación histórica, tanto con referencia a los viejos antagonismos entre peronistas y antiperonistas como en los más trágicos y recientes entre civiles y militares. Esa construcción fue un tejido de intereses, de visiones y proyectos de actores socioeconómicos y políticos, pero también un espacio de articulación de cuadros intelectuales y expertos –muchos de ellos “importados” desde fuera del campo peronista- que le proveyeron un sólido soporte de gestión a lo largo de una década. Más allá de idiosincrasias, personalidades o temperamentos, Kirchner quitó de cuajo esas incrustaciones y reconfiguró un discurso –una aleación de textos, memorias, prácticas y actores- que recogía antiguos y renovados trazos del pensamiento nacional y popular, “forjista” y estatista, junto a una fuerte elaboración en torno a la lucha por los derechos humanos según la versión vindicatoria de la izquierda militante. Claro que a diferencia de Menem, y en una sintonía más cercana a lo que fue la antigua “cafieradora”, el discurso kirchnerista pudo hilvanarse con tropa propia, apelando a preciosos recursos del más puro imaginario del peronismo setentista, aunque enriquecido por el aporte de una significativa masa disponible de intelectuales migrantes de otras experiencias, compañeros de rutas convergentes, fugitivos de similares derrotas.<br /><br />En la esperpéntica simplificación de estos apuntes, a esa mixtura de textualidades, actores y políticas (ya sea económicas o laborales, de amistades externas o de DDHH), bien le cabe el mote de “kirchnerismo”. Es este kirchnerismo, sobre todo, el que fue plataforma de lanzamiento de la frustrada experiencia transversal o de la concertación plural. Es este kirchnerismo, también, el que desde hacía rato deambulaba a ciegas por su andarivel socioeconómico, tanto por su incapacidad para desarrollar una sustentable estrategia inversora en condiciones de competencia globalizada, como por sus dificultades para remontar la cuesta de un crecimiento redistribuidor. <br /><br />Pero la recompuesta autoridad presidencial que los Kirchner supieron conseguir también se nutrió de afluentes algo más tradicionales y bastante menos presentables. Esos añejos materiales son los de un estilo de conducción personalista, vertical y hegemónico, que utiliza todos los recursos disponibles –legales y paralegales- para concentrar el poder en un sistema de decisiones piramidal, excluyente desde el punto de vista político, e irrecuperablemente ineficaz para una gestión pública moderna. Se trata de un esquema que no reconoce límites, más allá de las fronteras fácticas de su propio uso, y que tampoco respeta controles republicanos, ni autonomías de la justicia o de la prensa; un oscuro dispositivo que entrevera los aportes de campaña, el tráfico de influencias y el capitalismo de amigos con la intervención del INDEC o la subordinación del Consejo de la Magistratura. Este sistema, que se unió a lo peor del peronismo bonaerense en su insaciable deseo de perpetuación, es lo que bien valdría la pena llamar el “kirchneriato”<br /><br />Porque los unen vínculos sutiles, que sus propios protagonistas no han tenido hasta el momento la voluntad de desglosar ni desmentir, a estas horas se habla indistinta y profusamente de la “derrota del gobierno” o de la “derrota del kirchnerismo”, pero me temo que se esté mezclando más de lo que habría que mezclar. Así, mientras el “kirchneriato” no tiene nada que valga la pena ser rescatado para los tiempos por venir, y su efectivo desguace es una tarea central de la próxima agenda legislativa, el “kirchnerismo” encarna una visión poderosa que anima a buena parte de la dirigencia política, social e intelectual de la Argentina contemporánea; una visión que quizá pronto empiece a buscar nuevas y más justas palabras para ser nombrada.<br /><br />Nada cuesta reconocer que descreo de las virtudes del paradigma kirchnerista como respuesta a los principales retos de nuestro desarrollo socioeconómico o político-institucional, pero creo también que es un proyecto con el que es imprescindible debatir. En lo inmediato, y frente a los graves desafíos que tenemos por delante, pensarse como una entidad simbólica y política que vaya más allá del estrechísimo círculo que rodea a la pareja presidencial, podría dotar al oficialismo de una racionalidad colectiva superadora del capricho momentáneo de un líder obnubilado. Pero a mediano plazo, difícilmente pueda concebirse la construcción de una Argentina más justa sin algunas de las textualidades, las energías y los actores que el “kirchnerismo” supo convocar. En esa elaboración, además, algunos motivos de su pensamiento –junto a tradiciones liberales o socialdemócratas- son una pata necesaria para el despliegue de un campo de tensiones político-intelectuales que sirvan de marco a las orientaciones estratégicas de nuestras políticas públicas. <br /><br />Desafortunadamente, y lejos de estas necesidades, los primeros mensajes del matrimonio gobernante luego de la catástrofe no han sido particularmente auspiciosos, aunque habrá que dejar correr algunos días para evaluar hacia dónde apuntan sus decisiones de fondo. Mientras tanto, un país político ya se ha puesto en marcha con destino al 2011. Demasiado parecido al que hemos tenido durante largos y delegativos años, es un país de candidaturas oportunistas, de personalismos acomodaticios, de improvisados rejuntes, que tienen por única guía la inconstante veleta de los vientos de turno o la profunda coincidencia marquetinera en un spot televisivo.<br /><br />Frente a ello se abre la oportunidad de construir un país diferente. Un país de proyectos en discusión, un país de debates sobre ideas, horizontes y estrategias. Ciertamente, podrá esgrimirse que el elenco gobernante parece no estar “escuchando” a la sociedad, pero también deberíamos enderezar hacia nosotros mismos una interpelación similar, acerca de nuestra dudosa capacidad para prestarle al “otro” su merecida escucha. En este sentido, reconocer al otro no significa identificarlo como mero obstáculo, como se aprecia una roca en la mitad de un río; reconocer al otro es estar dispuesto a dialogar con él para construir una comunidad posible que nos involucre como miembros plenos. A lo largo de muchas décadas la Argentina fue una sociedad donde los actores fueron incapaces de reconocerse y de aceptar mínimas reglas de juego para dirimir su conflictualidad social y política. Desde hace un cuarto de siglo ese paradigma del no reconocimiento se ha trasladado a las orientaciones de políticas, y sus penosos resultados están a la vista de cualquiera que quiera mirarlos de frente. <br /><br />De aquí en más, a algunos nos tocará la tarea de no meter en la misma bolsa al “kirchneriato” con el “kirchnerismo”, y alejarnos de la tentación de aprovechar la coyuntura de su derrota electoral para ningunearlo como proyecto. Pero del otro lado del mostrador habrá que entender también que los que votaron por propuestas diferentes al oficialismo no son torpes marionetas del “complejo agromediático”, ni tontos útiles al servicio del “bloque agrario”, ni fueron arrastrados al cuarto oscuro por una “aversión irracional” al gobierno de CFK.<br /><br />La paradoja de la semana es que, para salvar lo que hay de rescatable en el “kirchnerismo”, sus propios seguidores deben comenzar por abandonar el “kirchneriato”.<br /><br />La Plata, 1 de julio de 2009.<br /> </div>Antonio Camouhttp://www.blogger.com/profile/10099260700375609897noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2738821337569474333.post-51848266506106011222009-06-21T09:06:00.000-07:002009-06-21T09:08:38.166-07:00PLATAFORMAS<div align="justify">La decadencia de cualquier género (las postales de verano, el piropo, la serenata) suele aflojar el pudoroso lagrimal de la nostalgia; en algunos casos, además, ofrece algún motivo para la sana preocupación. El asunto viene a cuento por el inocultable declive de un arte menor, la escritura de plataformas.<br /><br />Digo escritura, y no lectura, porque en ninguna imaginaria edad de oro de la participación política la completa digestión de densos mamotretos partidarios fue objeto de masivo entusiasmo. A lo más, el improbable lector o lectora sobrevolaba el índice, exploraba la introducción, y se concentraba en aquellos asuntos de su particular interés, directo conocimiento o abrasadora actualidad: nuestra posición frente al conflicto limítrofe indio-pakistaní, el plan de acción frente al paludismo, la precisa geografía de las propuestas de alcantarillado, etc. <br /><br />Todavía en 1989 el Instituto Superior de Conducción Política del Partido Justicialista creyó oportuno publicar en varios volúmenes su Análisis, Lineamientos Doctrinarios y Propuestas para la Acción del Gobierno Justicialista. Tengo a la mano el tomo I, que se extiende a lo largo de 395 detalladas páginas, donde se desmenuzan, entre otros temas, lo que habría de hacerse con la “regionalización de los servicios de salud”, el abaratamiento de los fletes de “nuestra Flota Mercante”, y la “plena industrialización del Cobalto 60”. <br /><br />Ignoramos si el entonces candidato Carlos Saúl Menem leyó el documento, pero según es fama fue el propio caudillo riojano quien empezó a herir de muerte al género; lo hizo un día que, muy suelto de cuerpo, señaló en una revista de variedades que “si antes de las elecciones decía lo que iba a hacer, no me votaba nadie”.<br /><br />Pasados los años, los distinguidos intelectuales kirchneristas reunidos en el espacio Carta Abierta no dejan de lamentar que las decisiones de un gobierno que apoyan carezcan de un cierto marco programático. “No creemos equivocarnos –advierten en su cuarta epístola a los compatriotas- si decimos que falta la elaboración, explicitación y proyección de algo previo a ciertas medidas importantes”. El punto es digno de toda atención porque señalan orfandades escriturarias y doctrinales que constituyen un notorio déficit de la pareja presidencial. Como todos sabemos, Néstor Kirchner es un tribuno de atril enjundioso, pronunciar atolondrado y diccionario angosto, mientras que la actual presidenta –en cambio- es una oradora distinguida y de palabras tomar; pero ambos han discurrido por la política navegando con vivaz bandera de ágrafos. Sin ir muy lejos, la insólita plataforma que el Frente para la Victoria presentó para los comicios presidenciales de octubre de 2007 era un sesudo y agendatario documento enumerativo que insumía la friolera de... tres páginas.<br /><br />Mientras tanto, se dice por todos lados que “la gente quiere <em>oír</em> propuestas”. Pero salvo honrosas excepciones tal parece que no está dispuesta a “leerlas”; ya sea porque no dispone de tiempo o de conocimiento para analizarlas, ya sea porque no está muy dispuesta a fundar su juicio electoral en un dificultoso ejercicio de documentación comparada. Con un criterio algo más intuitivo, parecería que “la gente” prefiere invertir el tiempo en otros quehaceres y orejear a los candidatos según como vayan apareciendo en “Gran Cuñado”, o en algún otro entrevero televisivo. De este modo, en momentos en donde abundan los cruces judiciales, los sondeos maquillados, las operaciones de prensa o el reparto de plasmas, las viejas plataformas partidarias parecen melancólicos ensayos de borgeana categorización del mundo.<br /><br />Y sin embargo, hubo un tiempo en que los denostados pero imprescindibles partidos políticos escribían plataformas como una parte habitual de su vida interna y de toda contienda democrática. Se nos dirá, con mucho de razón, que el problema clave es que hoy ya no tenemos partidos; y también que las cicatrices de la ausencia nos llevan a fogonear una idealización mal avenida: las plataformas nunca fueron un contrato inviolable entre representantes y representados, ni una implacable herramienta de responsabilización. Pero al menos cumplían algunas funciones importantes. Por de pronto, tendían a vincular un análisis de la situación actual y una propuesta concreta de resolución de problemas con cierta doctrina, con algún lineamiento estratégico de mediano o largo plazo. Además, en esos documentos se intentaba compatibilizar, a veces al riesgo de la mera mixtura, las visiones tecno-políticas disímiles al interior de una organización partidaria. Y finalmente, el proceso de elaboración de las plataformas oficiaba de espacio de integración, de posicionamiento y de competencia de los expertos que luego podían ocupar estratégicas posiciones de gobierno.<br /><br />Sea como fuere, para algunos ya es tarde para lamentarse porque hoy los vientos parecen soplar para otros rumbos discursivos; pero otros, en cambio, aún creen que vale la pena rescatar ese género declinante aunque vayamos un poco a contracorriente. Como me confesaba un militante de a pie, defendiéndose por la telegramática brevedad de cierto colorido panfleto repartido en la vía pública: “Si escribimos textos largos, no los lee nadie; y a fin de cuentas, quién se va a acordar después de lo que escribimos”.<br /><br />Bien mirado, quizá haya algo peor todavía que escribir plataformas para el común olvido, y es olvidar el por qué teníamos que escribirlas.<br /><br />La Plata, 21 de junio de 2009. </div>Antonio Camouhttp://www.blogger.com/profile/10099260700375609897noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2738821337569474333.post-86666439475654290032009-06-01T08:50:00.000-07:002009-06-01T08:53:43.075-07:00EN CAMPAÑA<div align="justify">Hacia el año 64 antes de Cristo, el célebre abogado, escritor y eximio orador Marco Tulio Cicerón se presentó como candidato al consulado romano del año siguiente. Por entonces recibió de su hermano menor, Quinto Tulio, una larga carta colmada de reflexiones y consejos para tener éxito en la contienda política. La epístola se conoce como “Commentariolum Petitionis” y algunos expertos la han traducido como “Breve Manual de Campaña Electoral” (el “petitor” era, entre otras cosas, el que aspiraba a un cargo, de ahí que “com-petidor” sea el que pretende obtener un título junto con otros que quieren lo mismo). Si bien los especialistas han discutido desde hace muchas décadas la efectiva autoría del texto, no se duda de la autenticidad del documento como testigo de época, lo que ha permitido entender mejor algunos vericuetos de la lucha electoral en la antigua Roma.<br /><br />En tiempos de candidaturas testimoniales, nepotismo militante y gobernantes ausentes de sus despachos por andar de gira proselitista, he querido sumar un módico aporte a la confusión generalizada. El siguiente decálogo sintetiza algunas de las propuestas más sugerentes que los hermanos Cicerón habrían considerado en aquella lejana campaña electoral de hace más de dos mil años. Su lectura sirve también para comprobar lo poco que han inventado desde entonces los consultores de imagen, pese a lo caro que cobran.<br /><br />Hay varias traducciones del “Commentariolum”. Recientemente la revista mexicana Nexos ha resumido en su edición del mes de mayo la traducción de Alejandra de Riquer (Barcelona, Quaderns Crema, 1993). También he consultado la publicada por Bulmaro Reyes Coria de la Universidad Nacional Autónoma de México (2007). Sigo en general la traducción de Nexos, salvo en mi penúltima proposición, donde prefiero la versión más literal que ofrece Reyes Coria de los parágrafos 46, 47 y 48.<br /><br />Una última advertencia para candidatos al borde de un ataque de nervios: Cicerón, como pueden verificarlo en cualquier libro de historia, terminó ganando aquella elección.<br /><br /><em>1) Por mucha fuerza que tengan las cualidades naturales del hombre, en un asunto de tan pocos meses, las apariencias pueden superar incluso esas cualidades;<br /><br />2) Es muy necesaria la adulación, algo que, aunque en la vida corriente constituya un defecto vergonzoso, se hace imprescindible en una candidatura;<br /><br />3) La opinión pública ha de importarte muchísimo. Es necesario que pongas esfuerzo, habilidad y diligencia en conseguir no que tu fama se extienda desde tus partidarios al pueblo, sino que el pueblo, por sí mismo, cobre gran afecto por ti;<br /><br />4) Tres cosas en concreto conducen a los hombres a mostrar una buena disposición y a dar su apoyo en unas elecciones, a saber, los beneficios, las expectativas y la simpatía sincera;<br /></em></div><div align="justify"><em>5) Que aquellos que te deben algo y aquellos que desean debértelo se den cuenta de que no van a tener más oportunidad que ésta, los unos, de demostrarte su agradecimiento, y los otros, de convertirse en deudores tuyos;<br /><br />6) Hay algunos hombres influyentes en sus barrios y en sus municipios. Es preciso que te ocupes cuidadosamente de esta clase de hombres, de manera que ellos mismos entiendan que ya sabes lo que puedes esperar de cada uno, que aprecias lo que recibes y que te acuerdas de lo que has recibido. Pero hay otros que, o no son capaces de hacer nada, o incluso son odiados por los de sus propias tribus. Procura distinguir quiénes son a fin de no quedarte pobre de recursos si depositas en alguno de ellos una esperanza excesiva;<br /></em></div><div align="justify"><em>7) Les estimulará a moverse por ti tanto la perspectiva de los servicios que todavía te quedan por prestarles como el recuerdo de los favores que les hiciste recientemente;<br /></em></div><div align="justify"><em>8) Aquello de lo que no seas capaz, niégate a hacerlo amablemente o no te niegues; lo primero es propio de un hombre bueno, pero lo segundo de un buen candidato;</em></div><div align="justify"><br /><em>9) Si prometieras algo…, será para día incierto y para muy pocos;…si lo negaras, de modo cierto alejarás inmediatamente a muchos…; así los hombres son capturados más por la frente y el discurso que por el beneficio mismo y la cosa…, y todos son de tal ánimo que prefieren que tú les mientas a que les niegues;<br /><br />10) Procura que toda tu campaña se lleve a cabo con un gran séquito, que sea brillante, espléndida, popular, que se caracterice por su grandeza y dignidad, y que se levanten contra tus rivales los rumores de crímenes, desenfrenos y sobornos, algo que por cierto no desentonaría con sus costumbres.</em><br /> </div>Antonio Camouhttp://www.blogger.com/profile/10099260700375609897noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2738821337569474333.post-56105079324222251472009-04-28T17:19:00.000-07:002009-04-28T17:23:27.522-07:00SALIDA, VOZ Y LEALTAD<div align="justify">En 1970 el economista germano-americano Albert O. Hirschman publicó un pequeño libro repleto de ideas. El autor partía de una observación básica: “Bajo cualquier sistema económico, social o político, los individuos, las empresas y los organismos en general están sujetos a fallas en su comportamiento eficiente, racional, legal, virtuoso o, en otro sentido, funcional”. Ante esas circunstancias, las sociedades tienden a desarrollar mecanismos para corregir esos defectos, que en algunos casos complementan, y en otros sustituyen, a los dispositivos económicos centrados en la competencia. El título del libro encierra las opciones básicas analizadas por Hirschman: <em>Salida, voz y lealtad. Respuestas al deterioro de empresas, organizaciones y Estados</em>.<br /><br />Veamos un ejemplo sencillo que vale para el consumo, pero también para el compromiso partidario o el matrimonio. Cuando un comprador descubre que el producto que habitualmente adquiere está bajando su calidad, enfrenta tres caminos: la opción de <em>salida </em>lo lleva a abandonar la mercancía y quizá a consumir otro producto; la opción de la <em>voz</em> mueve al consumidor a hacerle saber al empresario que su producto se está deteriorando y que hay aspectos para corregir; finalmente, la opción de la <em>lealtad</em> lo mantendrá fiel al producto, quizá animado por la secreta esperanza de que el deterioro sea transitorio, por la amarga comprobación que otros consumos sustitutos serían aún peores, o por la estructura cautiva del mercado.<br /><br />Forzando un poco la analogía, el gobierno kirchnerista y la sociedad argentina enfrentarán, antes y después de las elecciones, el clásico repertorio de opciones de Hirschman. Antes de los comicios, y tomando como referencia al justicialismo en el poder, las cartas ya están puestas sobre la mesa. La estrategia de la salida supone en el votante una clara convicción acerca de que el producto ya no va a mejorar, y que hay que empezar a buscar nuevas ofertas de consumo político; la opción de la voz parece identificada con el peronismo “suplente” (el peronismo “titular” obviamente está en el gobierno), que sería una forma de decirle al fabricante que uno prefiere otro modelo pero de la misma marca; finalmente, el camino de la lealtad se identifica con seguir consumiendo más de lo mismo y apoyar al oficialismo.<br /><br />Pero más interesante que este ejercicio es plantearse una averiguación algo distinta: ¿Qué hará el gobierno de Kirchner después de las elecciones? Y aquí otra vez nos reencontramos con el trilema. Ciertamente, para analizar todas las posibilidades deberíamos definir con más precisión escenarios referidos a la dinámica de la crisis socioeconómica interna, la profundización o la recuperación de la economía global, los movimientos de la oposición, y otras variables por el estilo. Pero voy a pasar por alto esas precisiones para estilizar un esquema muy simple.<br /><br />En caso de un resultado negativo en la Provincia de Buenos Aires la opción de la salida toma la forma de la llamada hipótesis “abdicante”, según la certera expresión acuñada por Vicente Palermo. Este esquema puede tener diferentes versiones. En la variante que hiciera conocer un líder piquetero de indiscutible llegada al poder presidencial, la conjetura dice así: “si nos va mal en Buenos Aires, le revoleamos por la cabeza el gobierno a Cobos”. En una línea levemente diferente, algunos analistas ofrecen una alternativa más compleja: “si nos va mal en Buenos Aires, adelantamos las elecciones presidenciales para octubre y damos pelea a muerte al interior del peronismo”. Lo que tienen de común estas maniobras, a medio camino entre la irresponsabilidad y la extorsión, es el vacío de gobernabilidad que generarían en el trayecto.<br /><br />Un resultado electoral más parejo quizá podría inducir a una opción a favor de la voz, que tomaría la forma de una hipótesis “dialogante”. En el marco de una crisis persistente o agudizada, y ante la evidencia de una mayoría ciudadana no kirchnerista, de un Congreso más plural, y de un poder más repartido (incluso dentro de la propia tropa los Intendentes y Gobernadores que arrastren muchos votos pueden reclamar con justicia un lugar en la mesa chica de decisiones), el gobierno se aviene a una estrategia de diálogo y de consenso para enfrentar el último y más difícil tramo de su gestión. En este caso, el kirchnerismo no renuncia a sus convicciones, más bien, se reconoce como parte de un juego de poder más amplio, y desde su proyecto discute con otras visiones e intereses.<br /><br />La tercera opción se muestra leal a una manera de hacer política que ya lleva varios años de discutible ejercicio; es la hipótesis “abroquelante”. Después de un eventual triunfo en Buenos Aires (“aunque sea por un voto”), el oficialismo refuerza su concepción de que el conflicto crea poder, que los adversarios son en realidad enemigos sin retorno, y que en circunstancias tormentosas más vale apoyarse en un muy estrecho círculo de fieles. En esta variante se profundiza el rumbo que nos trajo hasta aquí.<br /><br />Demás está decir que según cuál sea la opción que se elija, las perspectivas de gobernabilidad democrática del país se modifican sensiblemente. Las opciones extremas (salida y lealtad) parecen augurar escenarios conflictivos y de destino incierto. Por eso, sería bueno ir juntando ideas y voces para el día después del 28 de junio. Porque tras la “madre de todas las batallas” la clase dirigente debería encarar la “madre (o el padre) de todos los diálogos”.<br /><br />La Plata, 28 de abril de 2009.</div>Antonio Camouhttp://www.blogger.com/profile/10099260700375609897noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-2738821337569474333.post-88780166089748900492009-04-16T15:16:00.000-07:002009-08-17T18:31:16.845-07:00CANDIDATURAS ERAN LAS DE ANTES<div align="justify">Las llamadas “candidaturas testimoniales” son un fiel testimonio de la degradación de ciertas maneras de hacer política. Pero no son una tempestad en día sereno: hay motivaciones inmediatas, antecedentes cercanos y sobre todo hay condiciones estructurales que permiten su aparición.<br /><br />Los motivos inmediatos de esta impostura son harto conocidos: la necesidad del kirchnerismo de evitar que los siempre infieles barones del conurbano jueguen a dos puntas, poniendo sus fichas electorales tanto en las menguantes alforjas del Frente para la Victoria como en los bolsillos del llamado peronismo “disidente”. En estructuras partidarias sin vida interna ni competencia democrática, los costos que la organización no afronta se los hace pagar –con la devaluada moneda de la credibilidad- al conjunto del sistema político. En una política vaciada de ideas, de valores y de proyectos, dominada por cajas negras, lealtades fiscales y mafias territoriales, el fin electoral de corto plazo parece justificar todos los medios.<br /><br />Claro que los antecedentes se reparten a lo largo y a lo ancho del espectro partidario. Por un lado, esa estratagema es un eslabón más de una extensa cadena de decisiones del oficialismo que están en las antípodas de una auténtica preocupación por el mejoramiento de la calidad institucional. Desde la reducción del Consejo de la Magistratura hasta la manipulación del INDEC, desde la reglamentación de los Decretos de Necesidad y Urgencia hasta la imposición del adelantamiento electoral, desde el oscuro blanqueo de capitales hasta la distribución discrecional de subsidios a empresarios amigos, abundan los ejemplos de acciones gubernamentales reñidas con la separación de poderes, la transparencia o la ética pública.<br /><br />Pero por otra parte, esas candidaturas falaces constituyen una vuelta de tuerca, en el peor sentido, de una serie de malas prácticas seguidas por dirigentes de diferentes extracciones partidarias, que no hacen otra cosa que fomentar el descreimiento, y con ello, el distanciamiento de amplios sectores de la ciudadanía con la política.<br /><br />Para citar apenas algunos botones de muestra vale la pena recordar los numerosos casos en los que un dirigente elegido para ejercer una función, a poco de andar, y sin siquiera cumplir una mínima parte de su mandato, se presenta para otro cargo electivo. En un sentido análogo, también se dan varios ejemplos en los que un representante “retiene”, gracias a generosas licencias, un cargo legislativo para el que fue electo, mientras ocupa sus días en ejercer una función ejecutiva que considera –por diferentes motivos- más útil o apetecible. A esto hay que sumar otras situaciones anómalas, tales como los escuálidos requisitos de residencia, que permiten que un candidato/a “salte” de un distrito electoral a otro con pasmosa facilidad y llamativa velocidad.<br /><br />En un rubro distinto, que merecería un análisis particular aunque sus consecuencias son igualmente perniciosas, tenemos los casos de aquellos legisladores electos que entran al Congreso por una lista, pero que sufren una súbita conversión en su ideario, y se pasan al bloque o al partido de enfrente(¡). La casualidad ha querido que esas conversiones se den en varios casos en el sentido de pasarse al oficialismo, de donde suelen provenir contantes, sonantes y persuasivos argumentos.<br /><br />En este tobogán de compromisos que no se cumplen y de promesas que no se honran, ahora les toca el turno a los candidatos que mantienen su cargo ejecutivo electivo pero que simultáneamente se presentan para un cargo legislativo que de antemano advierten que no van a ejercer. Estaríamos asistiendo así a la crónica de una defraudación anunciada.<br /><br />Sus defensores se escudan diciendo que es “legal”, y además ellos estarían “anunciando” a la población –en un programa de cable o almorzando con Mirtha Legrand- que no van a asumir sus responsabilidades. Aquí la falacia es doble. De un lado, que legalmente algo se pueda hacer no significa que deba hacerse, y en todo caso, tal parece que estamos más bien ante un defecto de la justicia y no frente a una novedosa virtud de la política. Pero además, no se cumplen elementales requisitos de notificación previa, fehaciente y expresa al votante. Si en mi negocio yo vendo botellas de licor con un alto porcentaje de agua adentro, la información debe constar en la etiqueta, y ningún juez me salvaría de la estafa por haber reconocido mi falta en un programa de Marcelo Tinelli.<br /><br />Para empeorar las cosas, los voceros del oficialismo han apelado a un juego argumental tan descaminado como peligroso. Por un lado, al blandir un discurso polarizante, “a todo o nada”, tergiversan el sentido republicano de una elección de medio término, en la que la ciudadanía debe elegir una mayor o menor pluralidad política en las instancias legislativas. En paralelo, al querer acercar algún ensayo de justificación de lo injustificable, esos mismos voceros han señalado la necesidad de que los ejecutivos municipales o provinciales “revaliden sus títulos” en las urnas. Pero si hay algo que debería quedar absolutamente claro en este debate, es que la legitimidad del Ejecutivo nacional o de los ejecutivos provinciales o municipales no está en juego en esta elección.<br /><br />Claro que más importante que entrar en el detalle de estas trapisondas, es prestar atención a las razones de fondo que posibilitan que esas manipulaciones sean un billete cada vez más corriente en los vericuetos de nuestra política criolla.<br /><br />Al menos podemos señalar tres factores clave: una normativa político-institucional demasiado permisiva; unas instancias de control político-electoral demasiado laxas, y sobre todas las cosas, un grado de participación y organización política de la ciudadanía demasiado débil.<br /><br />Esta triste combinación de debilidad en la participación ciudadana, de laxitud en los controles y de permisividad normativa está en la raíz de muchos de nuestros males; y si no somos capaces de cambiar este balance negativo, ni de castigar electoralmente a quienes se aprovechan de esas debilidades, seguiremos alimentando una peligrosa espiral donde lo que sobra de apatía se confabula con lo que falta de escrúpulos.<br /><br />Mientras tanto, los problemas sociales y económicos, tanto los de origen doméstico como los de naturaleza internacional, se agravan a un ritmo vertiginoso. Frente a esta realidad el gobierno apela a una táctica electoral supuestamente eficaz, pero subordinada a una pésima estrategia. En vez de ampliar su base de sustentación social y política, en vez de fortalecer una coalición a través del diálogo y el acuerdo, particularmente con aquellos sectores que pueden ser motor de la recuperación socioeconómica, opta por el encierro. Su respuesta es aislarse, atrincherarse en una de las fracciones del cada vez más fraccionado Partido Justicialista. En vez de sumar candidatos nuevos, opta por repetir candidatos viejos.<br /><br />Por este camino no es difícil vislumbrar algunas de sus esperables consecuencias. El Ejecutivo saldrá de las próximas elecciones más debilitado, porque el Frente para la Victoria, en cualquiera de los cálculos, obtendrá menos votos y menos escaños que en 2005 y en 2007. De paso también se debilitará al Parlamento, que durante seis meses, y en medio de una crisis socioeconómica agudizada, tendrá titulares con menor respaldo político que quienes estarán en el banco de los suplentes. Para complicar las cosas, la pelea sucesoria al interior del peronismo se intensificará, y en momentos en que más necesitaríamos de la política, quienes siempre dijeron que venían a fortalecerla, o a cambiarla para mejor, le estarán sirviendo en bandeja el ajuste a las desiguales fuerzas del mercado.<br /><br />Pero lo peor que podríamos hacer con toda esta historia es no aprender la lección. Por eso es fundamental que ciudadanos y ciudadanas, dirigentes de diferentes extracciones con honesta voluntad de cambio, y organizaciones de la sociedad civil, sumemos nuestros esfuerzos para retomar el necesario debate por una reforma política orientada a mejorar la calidad de nuestras instituciones y prácticas. Claro que esa reforma no debería perderse tras veleidades fundacionales, por el contrario, sin perder una mirada integral y estratégica, debería avanzar progresivamente capitalizando las malas experiencias que tenemos en nuestro haber, y corregir un acotado menú de puntos críticos sobre los cuales pueda concentrarse un amplio consenso.<br /><br />Porque los males de la política democrática no se resolverán con menos política o con menos democracia; sino con más y mejor política, con más y mejor participación, con más y mejor democracia. </div><div align="justify"><br />La Plata, 15 de abril de 2009</div>Antonio Camouhttp://www.blogger.com/profile/10099260700375609897noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-2738821337569474333.post-82495412903645634742009-04-03T09:58:00.000-07:002009-04-04T15:00:38.565-07:00DE LA MANO DE ALFONSIN<div align="justify"> En 1846, en las Notas que escribe a propósito de Civilización y Barbarie desde su exilio montevideano, Valentín Alsina le recuerda a Sarmiento una vieja verdad de la política criolla, y quizá también de toda política. Al reflexionar sobre el fracaso del gobierno de Rivadavia, el dirigente bonaerense se pregunta: “¿No cree Ud. que, si en vez de ir a Europa, va a recorrer las provincias, a adquirir relaciones personales, a hacerse conocer y amar personalmente…, y en fin, a estudiar y conocer el país, que no conoció nunca, otra, y muy otra, hubiera sido la suerte de su posterior presidencia?”.<br /> El mensaje encerrado en la botella pinta de cuerpo entero una manera de entender la política a la cual Raúl Alfonsín le fue fiel durante toda su vida.<br /> Desde esa mirada, la política es estudio, es proyecto de transformación, es diálogo civilizado, es elaboración permanente de lazos de confianza, es una forma de afecto hacia lo público fortalecida a través del trato personal, es un camino institucionalizado de construcción de poder y de resolución de conflictos.<br /> Con sana porfía de gallego consecuente, el padre de la democracia argentina contemporánea volvió a defender el compromiso con esas banderas en sus últimas apariciones públicas. Lo hizo, por ejemplo, en el merecido homenaje que recibió en la Casa Rosada, el 1ero. de octubre de 2008, cuando recordó:<br /><br />“Siempre creí y así lo dije en tantas oportunidades que es la misión de los dirigentes y de los líderes plantear ideas y proyectos evitando la autoreferencialidad y el personalismo; orientar y abrir caminos, generar consensos, convocar al emprendimiento colectivo, sumar inteligencias y voluntades, asumir con responsabilidad la carga de las decisiones. "Sigan a ideas, no sigan a hombres", fue y es siempre mi mensaje a los jóvenes. Los hombres pasan, las ideas quedan y se transforman en antorchas que mantienen viva a la política democrática”.<br /><br /> Y volvió a hacerlo unos días después, en el acto que los jóvenes radicales organizaron en el Luna Park, para recordar el primer cuarto de siglo de la democracia recuperada.<br /> El acto fue una rara mezcla de proyecto y de nostalgia, pero también un deber de estricta justicia. Había una multitud entusiasta de pibes que jamás compraron un chicle con un Austral, junto a racimos de señoras con ojos húmedos que habían votado por el Dr. Illia. Había dirigentes de toda laya, enrolados en las más diversas y fragmentadas capas geológicas del radicalismo, mezclados con militantes de corazón, y ciudadanos de a pie que fueron al Luna a celebrar los 25 años de democracia, y a homenajear al líder político que más ayudó a reconstruirla. Había muchos que lo habían votado aquel 30 de octubre de 1983, y también estábamos algunos que no lo habíamos votado nunca.<br /> En su breve mensaje, ayudado por unas notas garabateadas que nunca leyó, un Alfonsín de entrecasa y sin corbata, mostró retazos de la energía de siempre, y a cada quien le destinó un sayo para ponerse.<br /> Al gobierno lo zarandeó al decirle que "no puede sentirse el realizador definitivo de la Argentina del futuro porque haya ganado una elección", ni creer que se construye democracia "sobre la base de la destrucción" de todo lo preexistente; a su propio partido le recomendó mirar para adelante, y no quedarse “en un pasado que ya fue"; y a la dispersa oposición le recordó la importancia del diálogo, un "diálogo que no es simplemente diálogo entre gobierno y oposición, que es diálogo también dentro de la oposición". Y para completarla, dejó flotando en el viento un mensaje ecuménico: "Tenemos que querernos más entre todos los argentinos, porque a través del esfuerzo común es como vamos a resolver nuestros problemas".<br /> El que hablaba era un Alfonsín gastado por la enfermedad, sobreviviente de mil batallas, pero animado por el ángel terco de su compromiso militante. El mismo compromiso que casi lo lleva a la muerte, una década atrás, en junio de 1999, mientras trajinaba por una desamparada ruta patagónica rumbo a Ingeniero Jacobacci.<br /> Por aquellos días su estrella política aparecía eclipsada y su estilo proselitista un resabio de tiempos idos. En pleno auge de la “mass-mediatización” de la política, de la manufactura televisiva de productos electorales, de las lealtades fiscales, un ex presidente de 72 años, sin estructura de prensa, sin recursos, casi sin acompañantes, se imponía una vez más la tarea de caminar el país, de recorrer pueblo por pueblo, de movilizar comité por comité, de persuadir cara a cara. <br /> La crónica de época recuerda que una semana antes del accidente, “había pasado por lugares tan distantes como Malvinas Argentinas, Quilmes, General Belgrano, América, La Pampa, Trenque Lauquen, San Luis y Río Negro”, y que todavía lo esperaban cuarenta actos en la provincia de Buenos Aires. En muchos de esos encuentros nadie esperaba encontrar multitudes; apenas el quórum propio de los dirigentes locales, un puñado de militantes fieles, y unos pocos vecinos curiosos que aceptaban el convite. Pero él, rememoran sus seguidores, “nunca preguntaba cuánta gente había antes de asistir a un acto”.<br /> Tengo para mí que ese accidente comenzó a operar una magia secreta. Una cálida corriente de afecto popular volvió a envolver la figura de Alfonsín, y ya no lo abandonó, y seguramente jamás lo abandone. Fue sobre todo a partir de entonces cuando empezó a palpitarse más claramente que su palabra, su obra, su conducta, seguían mostrando un sendero que valía la pena seguir recorriendo.<br /> Poco a poco también empezó a cambiar el espejo desde el cual escudriñábamos ese rostro multiplicado en afiches, en obleas y en pancartas rojiblancas. Sin dudas, Alfonsín fue un líder político extraordinario que se ha ganado un lugar en nuestra historia por mérito propio. Pero si en los años ochenta lo juzgábamos con la exigente vara de nuestras inagotables expectativas democráticas, lentamente comenzamos a vindicarlo a partir de las mezquinas experiencias políticas que lo sucedieron.<br /><br /> En su último discurso en la Casa Rosada, fue él quien rememoró al pensador italiano Norberto Bobbio, al decir que “somos también lo que elegimos recordar”. Desde mañana, a la historia corresponderá decantar los aciertos y los errores de su largo paso por los turbulentos años de la política que le tocó vivir. Pero hoy, más que nunca, una sociedad huérfana de ejemplos que nos sirvan de ley ha elegido recordar al viejo luchador político, democrático y republicano, honrado y austero; al afiliado histórico de la Unión Cívica Radical; al miembro fundador de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos; al Presidente que promovió la paz y la integración regional; al que impulsó el inédito juicio a las cúpulas militares; al dirigente que asumió la bandera universalista de la defensa de los Derechos Humanos, por sobre utilizaciones instrumentales, oportunistas o partisanas; al líder político que nos enseñó a varias generaciones de argentinos y de argentinas que el Preámbulo de la Constitución Nacional podía ser recitado como una plegaria laica, un renovado programa de gobierno, una esperanzada promesa de futuro.<br /> Pero si su fidelidad a estos principios y valores resaltan sobre el telón de fondo de una dirigencia acomodaticia, obscenamente enriquecida, desertora impenitente de sus obligaciones públicas, también el mensaje de Alfonsín sigue reverberando como un proyecto inacabado. De ahí su insistencia, en aquel discurso, por enfrentar algunos de los más acuciantes desafíos del presente. <br /> Por de pronto, la necesidad de superar el “canibalismo político” en pos de una sociabilidad política que, sin eludir el conflicto, apueste a la construcción y al consenso. Para decirlo con sus propias palabras:<br /><br />“La política implica diferencias, existencia de adversarios políticos, esto es totalmente cierto. Pero la política no es solamente conflicto, también es construcción. Y la democracia necesita más especialistas en el arte de la asociación política. Los partidos políticos son excelentes mediadores entre la sociedad, los intereses sectoriales y el Estado y desde esa perspectiva hemos señalado que lo que más nos preocupa es el debilitamiento de los partidos políticos y la dificultad para construir un sistema de partidos moderno que permita sostener consensos básicos. No será posible resistir la cantidad de presiones que estamos sufriendo y sufriremos, si no hay una generalizada voluntad nacional al servicio de lo que debieran ser las más importantes políticas de Estado expresada en la existencia de partidos políticos claros y distintos, renovados y fuertes, representativos de las corrientes de opinión que se expresan en nuestra sociedad”.<br /><br /> Claro que esa reconstrucción institucional de la política democrática en nuestro país no puede ir desligada de su compromiso social:<br /><br />“Democracia es vigencia de la libertad y los derechos pero también existencia de igualdad de oportunidades y distribución equitativa de la riqueza, los beneficios y las cargas sociales: tenemos libertad pero nos falta la igualdad. Tenemos una democracia real, tangible, pero coja e incompleta y, por lo tanto, insatisfactoria: es una democracia que no ha cumplido aún con algunos de sus principios fundamentales, que no ha construido aún un piso sólido que albergue e incluya a los desamparados y excluidos. Y no ha podido, tampoco aún, a través del tiempo y de distintos gobiernos construir puentes firmes que atraviesen la dramática fractura social provocada por la aplicación e imposición de modelos socioeconómicos insolidarios y políticas regresivas”.<br /><br /> Para finalizar, cabe anotar una casual simetría de efemérides que ha reunido en estas mismas horas el recuerdo trágico de la invasión a Malvinas y la muerte del veterano líder radical. La coincidencia ha servido a algunos para enfatizar que la democracia argentina nació de aquella insensata guerra perdida. En parte es cierto, y en parte también corresponde recordar el rosario desarticulado de formas pacíficas de resistencia bajo el imperio dictatorial, pero cometeríamos un severo error de apreciación al leer aquellos procesos a la luz de una mecánica de dominó. La guerra de Malvinas, sin dudas, generó un enorme vacío de poder y abrió también una ventana de oportunidad; pero solamente un liderazgo político constructivo podía transformar esa apertura en un quiebre definitivo con el pasado autoritario, en el nacimiento de un inédito ciclo democrático, en una entrada a la vida pacífica y republicana. Y ésta fue la obra incuestionable del primer presidente de la democracia.<br /> Salvando las enormes distancias entre aquellos años inclementes y nuestras actuales miserias, también hoy vastos sectores de la sociedad argentina sufren otros vacíos y padecen penosas orfandades; y quizá también hoy podamos recuperar algo de aquel espíritu del ’83, pero con el beneficio de inventario de todos los años que siguieron, con el saldo ominoso de las cosas que aprendimos.<br /> Y aunque nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos; porque ahora estamos más pobres, somos más viejos, nos sentimos más inseguros, o nos hemos puesto un poco más cínicos, todavía y siempre habrá lugar para recuperar la esperanza.<br /> Si así fuere, esa energía social que caminó en estas horas por las calles, que atravesó al país de cabo a rabo, que conmovió a propios y a extraños, no se disipará en un nuevo fracaso colectivo o quedará en el recuerdo como un fogonazo circunstancial.<br /> Si así fuere, quizá podamos aprovechar este envión anímico para retomar la agenda incumplida de las promesas democráticas.<br /> Esa agenda que empezamos a escribir de la mano de Alfonsín.<br /><br /> La Plata, 2 de abril de 2009<br /> </div>Antonio Camouhttp://www.blogger.com/profile/10099260700375609897noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-2738821337569474333.post-36768179803034941662009-03-24T17:26:00.000-07:002009-08-17T18:31:49.987-07:00LA MISIÓN DEL CONGRESO<div align="justify">El sorpresivo e improvisado proyecto de adelantamiento de las elecciones legislativas para el próximo 28 de junio es probablemente la jugada más arriesgada de toda la vida política del matrimonio Kirchner. Si obtienen un triunfo electoral, habrán ganado un cierto margen de maniobra para capear una tormenta que, en una porción nada despreciable, ellos mismos siguen alimentando. Si pierden, habrán montado un aparatoso escenario para una eventual huída de sus compromisos de gobierno.<br /><br />Claro que el camino al desenlace tiene todavía que superar algunos democráticos y republicanos “escollos”. En principio, la modificación de la fecha deberá ser aprobada por el Congreso Nacional; y luego, habrá que ver si se concreta la discutible candidatura de Néstor Kirchner –devenido en impostado pingüino bonaerense-para dar la madre de todas las batallas en la provincia de Buenos Aires.<br /><br />En este marco, los distintos sectores de la oposición están quedando a la defensiva, entrampados en el irresponsable juego político de cortísimo plazo que le está imponiendo el kirchnerismo.<br /><br />Mientras tanto, la dinámica de la crisis socioeconómica local y los perniciosos efectos de la crisis global, ya han comenzado a retroalimentarse mutuamente y a potenciarse.<br /><br />¿Es posible salir de esta peligrosa encerrona? ¿Hay acaso un camino más productivo que la oposición puede comenzar a transitar? ¿Qué papel puede encarnar una amplia y diversificada ciudadanía independiente, que mira atónica estas maniobras electoralistas en la cornisa? Tal vez la respuesta, o al menos parte de ella, podamos encontrarla en el Congreso.<br /><br />Quizá como en los aciagos días de la crisis de 2001-2002, y otra vez en el 2008, en virtud de su capacidad para procesar el conflicto entre el gobierno y los sectores agropecuarios, el Congreso está llamado hoy, nuevamente, a jugar un rol de la más alta responsabilidad institucional.<br /><br />Buena parte de esa responsabilidad pasa en la actualidad por ensanchar el horizonte de toma de decisiones, por generar un sentido del tiempo político que no se agote en el cortoplacismo electoral. En momentos como los que vivimos se hace imprescindible producir una cierta visión de futuro consensuado, dibujar los trazos gruesos de una renovada orientación estratégica, abrir espacios donde las demandas y los conflictos comiencen a encontrar nuevos cauces institucionales de expresión y vías progresivas de resolución.<br /><br />En este sentido, el Congreso es el ámbito idóneo para que las distintas fuerzas políticas acuerden un programa legislativo de consenso que parta de la base de recuperar sus atribuciones constitucionales, y que apunte a garantizar la gobernabilidad democrática del país en un contexto de fuerte zozobra socioeconómica, de alta incertidumbre internacional, y de evanescente poder político presidencial. Ese programa mínimo, incluso, podría servir para allanar el camino a la integración de ciertas candidaturas.<br /><br />Algunas de esas iniciativas implican desandar los equivocados caminos por los que nos ha llevado el matrimonio gobernante; otras, en cambio, suponen llevar a la práctica una serie de positivos anuncios que el propio oficialismo hizo, pero que no ha concretado todavía, o que avanzan a marcha muy lenta.<br /><br />Los componentes básicos de ese programa podrían incluir:<br /><br />1. Acuerdo con los sectores agropecuarios en base al documento conjunto de la Comisión de Enlace del 12 de marzo de 2009;<br />2. Normalización inmediata del INDEC mediante una ley que garantice su autonomía institucional del Poder Ejecutivo Nacional;<br />3. Convocatoria a la Mesa del Diálogo Argentino para debatir con diferentes sectores de la sociedad y la política los grandes ejes de la agenda pública del país: desarrollo, integración al mundo, pobreza, empleo, seguridad, etc.;<br />4. Normalización de las relaciones con el Club de París y los organismos multilaterales de crédito, incluido el FMI;<br />5. Avanzar en la negociación con los tenedores de títulos externos (holdouts);<br />6. Respaldo a la independencia institucional de los órganos de control del Estado y combate a la corrupción, dejando sin efecto todos los intentos de limitación o intervención por parte del Poder Ejecutivo en sus estructuras, funciones o iniciativas (Fiscalía de Investigaciones Administrativas, Oficina Anticorrupción, AGN, etc.);<br />7. Derogación de la Ley de “blanqueo” de capitales;<br />8. Derogación de la reforma del Consejo de la Magistratura, retornando la constitución del cuerpo a su formato original;<br />9. Normalización de las relaciones con Uruguay en base a un acuerdo consensuado para superar el conflicto por la instalación de la planta de Botnia;<br />10. Fortalecimiento del MERCOSUR en el marco de una estrategia regional coordinada para enfrentar la crisis internacional.<br /><br />Tanto las políticas económicas específicas para enfrentar la situación actual, como las políticas sociales, que antes de la agudización de la crisis ya parten de un piso de pobreza que ronda el 30% de la población, requieren de un marco creíble de reglas donde el equilibrio de poderes, el sistema de estadísticas nacionales o la seguridad jurídica no sean una rama degradada de la literatura fantástica. Una sociedad que a diario comprueba que en la política “todo vale”, se hunde paulatinamente en una anomia sin término.<br /><br />Las próximas elecciones, en junio o en octubre, consagrarán a un puñado de ganadores y dejarán un tendal de perdedores, pero seguramente nuestros problemas nos estarán esperando, agravados, al día siguiente del acto comicial. Incluso bajo la hipótesis de un triunfo pírrico del kirchnerismo en tierras bonaerenses, el escenario postelectoral más probable a nivel nacional es que el oficialismo sufrirá una importante sangría de escaños, ya sea a manos de la Coalición Cívica y la UCR, ya sea a manos del PJ “suplente”. Por tal razón, nuestra dirigencia debe comenzar desde ahora a elaborar un núcleo estratégico de decisiones consensuadas para afrontar la crisis. De lo contrario, la sociedad en su conjunto estará nuevamente al borde de una peligrosa frustración, y los sectores más vulnerables padecerán la amarga combinación de malas políticas locales y de peores condiciones externas.<br /><br />Frente a un Poder Ejecutivo que no hace del diálogo su práctica discursiva predilecta, que no se reúne con la oposición, que toma decisiones cruciales -e intempestivas- en el solitario vértice de una pirámide de poder que día a día muestra cimientos más endebles, el Congreso Nacional tiene una misión de enorme responsabilidad institucional. Confiemos en que estará a la altura de la circunstancias. Apoyémoslo activamente para que así sea.<br /><br />La Plata, 16 de marzo de 2009.<br />Publicado en la página del Centro de Investigaciones Políticas: <a href="http://www.cipol.org/">http://www.cipol.org/</a> y en el Blog del Club Político Argentino: <a href="http://clubpoliticoargentino.blogspot.com/">http://clubpoliticoargentino.blogspot.com/</a></div>Antonio Camouhttp://www.blogger.com/profile/10099260700375609897noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2738821337569474333.post-57915645012841539532009-03-20T09:55:00.000-07:002009-03-25T15:07:47.262-07:00INSEGURIDAD CIUDADANA: LAS SOLUCIONES PELIGROSAS<div align="justify">A primera vista, la pena de muerte ofrece una solución rápida, drástica, definitiva, para un problema tan complejo como abrumador que padece toda la sociedad argentina.<br /><br />Su lógica es sencilla, aunque tenga demasiados costados flacos. A fin de cuentas, como dice el dicho cruel, “muerto el perro se acabó la rabia”. En todo caso, habría que ver cuántos desdichados sería necesario eliminar para erradicar la epidemia, quién se encargaría del asunto, qué recaudos habría que tomar para evitar eventuales errores, y otros detalles “técnicos”; mientras tanto, ya tenemos una “solución” para el problema.<br /><br />Desde esta perspectiva, la inseguridad guarda algunos parecidos, y varias diferencias, con otros graves problemas estructurales que padece nuestro país, y está relacionado con todos ellos: el errático y declinante rumbo socio-económico que ya lleva décadas, la dinámica de un Estado capturado por fragmentos de partidos, empresas o sindicatos, cuando no por módicas y cambiantes mafias, o el patrón de exclusión social que día a día asesina la esperanza de millones de compatriotas.<br /><br />Se parece a, y está vinculado con, todos esos problemas porque sus auténticas soluciones son difíciles, costosas, y lentas, pero las diferencias no son menos importantes.<br /><br />Por de pronto, los hechos delictivos permiten demonizar fácilmente a un responsable inmediato, directo, y la nuestra es una sociedad acostumbrada a producir etiquetas simplistas, hijas de un maniqueísmo feroz: “gaucho malo” o “subversivo”, “oligarca vendepatria” u “homicida”, son conocidas advocaciones de ese Otro que habría que eliminar –de manera rápida, drástica, definitiva- para que este país, de una buena vez, empiece a andar como corresponde. “Ah, si yo fuera presidente”…, se oye distraídamente por ahí, y el hablante se imagina orondo con su reluciente traje de pequeño tirano, de derecha o de izquierda, dando órdenes minuciosas, implacables, incontrovertibles. Quizá prisionero de nuestro amargo pasado es más raro que el susodicho se imagine como un activo primer ministro que promueve acuerdos en el marco de una democracia parlamentaria.<br /><br />Claro que tampoco la política está ayudando mucho. Un poco por causas actuales, y bastante más por razones lejanas. En el primer caso, porque crecientes sectores sociales perciben que desde las más altas cumbres del poder los problemas de la seguridad no son tratados con la consideración que merecen. No deja de ser curioso que en su reciente discurso ante la Asamblea Legislativa, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner prununció 7630 palabras, pero “seguridad” o inseguridad” no formaron parte –ni siquiera una vez- de ese extenso vocabulario.<br /><br />Pero sin dudas hay causas más profundas. Después de todo, la “política” de seguridad es parte de “la” política, y la política en nuestro medio, y hasta nuevo aviso, es una cuestión que se dirime en el cortísimo plazo, atravesada por intereses, visiones y conflictos tan limitados como sus protagonistas, sin acuerdos de fondo, sin acatar reglas estables, sin planes orgánicos, sin cuadros formados, sin recursos adecuados, sin continuidades ni transparencia.<br /><br />Todo esto vale también para la educación, la salud o el desarrollo social; la única diferencia es que los magros resultados de la política de seguridad se pagan con una ominosa cuota de sangre, con familias que se astillan para siempre, con la atroz estadística de muertes que se acumulan<br /><br />Pasa el tiempo y el cóctel es cada vez más espeso. Todos los días se pierden vidas: de asaltados y de asaltantes, de policías y de ladrones. Las soluciones fáciles, y peligrosas, van ganando terreno. Para colmo de males los argentinos poseemos una gran capacidad para asociarnos con miras al enfrentamiento y al conflicto, pero somos bastante menos eficaces a la hora de la cooperación solidaria o el equilibrio pactado.<br /><br />No vaya a ser cosa que vecinos y familiares legítimamente indignados, mordidos por la tragedia y hartos de no tener repuestas institucionales, empiecen por propia mano a enfrentar el complejo y abrumador problema de la inseguridad mediante soluciones rápidas, drásticas, definitivas.<br /><br />La Plata, 7 de marzo de 2009. Publicado en el Diario DIAGONALES, 9 de marzo de 2009 </div>Antonio Camouhttp://www.blogger.com/profile/10099260700375609897noreply@blogger.com0