Por Antonio Camou (en coautoría)
Ante la reciente decisión del
gobierno nacional de intervenir y expropiar a la empresa REPSOL me ha parecido
oportuno traer a colación las reflexiones de un destacado político argentino,
quien a mediados de los años cincuenta del siglo pasado pensaba lo siguiente
sobre la cuestión petrolera:
La historia del
petróleo argentino es simple. Se descubre en Comodoro Rivadavia (Chubut) a
principios de este siglo, mientras se hacían perforaciones en busca de agua
potable. Sin ninguna legislación en la materia y en la mayor imprevisión
gubernativa comienza su exploración libre. Llegan al país numerosas compañías
extranjeras que comienzan las explotaciones, obtienen concesiones y se dedican
a la prospección y cateo. Cuando la explotación está en pleno desarrollo, en
medio de la mayor liberalidad se produce en el país una reacción política
contra las compañías particulares. El resultado de esta compañía es la Ley de petróleos que instaura
la explotación a base de un monopolio del Estado. Así, a la amplia libertad
sucede la limitación absoluta.
El resultado de esa
política está la vista: en cuarenta años Yacimientos Petrolíferos Fiscales ha
alcanzado a producir sólo el 40% de las necesidades nacionales en petróleo.
En números redondos,
la necesidad actual por año es de 9.000.000 de metros cúbicos, de los cuales
YPF produce 4.000.000 y el país importa 5.000.000 de metros cúbicos.
Que el (actual gobierno) quiera sacar petróleo nos parece bien, ahora
que pueda, nos parece ya más difícil. Precisamente dicen que el infierno está
empedrado de buenas intenciones. Por eso también un gobernante puede ser
cualquier cosa, menos tonto.
De acuerdo con el
ritmo de crecimiento de la necesidad argentina de hidrocarburos, debe
considerarse que su volumen se duplica cada cinco años. Es decir, que
actualmente se consumen 9 millones de metros cúbicos; en 1960 se consumirían 18
millones y en 1965, 36 millones.
Yacimientos
Petrolíferos Fiscales, que en 40 años sólo ha alcanzado a producir 4 millones
de metros cúbicos al año, ¿Podrá en 10 años alcanzar a producir 36 millones de
metros cúbicos por año? Este es el interrogante a contestar antes de hacer
cálculos alegres.
Yo creo que YPF no
tiene capacidad organizativa ni capacidad técnica, ni capacidad financiera para
un esfuerzo de esa naturaleza.
Los sistemas empleados
en la Argentina
distan mucho de los modos de exploración, prospección, cateo y explotación
racional de los yacimientos modernos. Es menester reconocer que no estamos en
condiciones de explotar convenientemente los pozos de grandes profundidades que
se terminan de descubrir en Salta. Como tampoco de encarar la explotación en
gran escala sin crear una organización eficiente y económica. Los costos de
producción de YPF son absolutamente antieconómicos. Hacer de esto una cuestión
de amor propio es peligroso y es estúpido.
Si la capacidad
organizativa y técnica de los Yacimientos Petrolíferos Fiscales son
insuficientes, la capacidad financiera es tan limitada, para encarar la
producción en gran escala, que podemos afirmar "a priori" su absoluta
impotencia. Descartando la posibilidad de la provisión de materiales y
maquinaria (solo hipotéticamente, porque sabemos que no es así), ni el Estado
Argentino está en condiciones de un esfuerzo financiero semejante.
Una cosa es leer un
informe de los contadores que nada saben de petróleo ni de su explotación y
otra enfrentar y resolver los problemas emergentes de la realidad argentina.
Sostener hoy que la Argentina
sola puede realizar el esfuerzo, es simplemente sostener un soberano disparate.
Si ha de resolverse el
problema energético argentino por el único camino posible, el del petróleo, es
necesario contratar su extracción por compañías capacitadas por su organización,
por su técnica, por sus posibilidades financieras, por la disponibilidad de
maquinarias, etc. De lo contrario, será necesario detener el ritmo de
crecimiento del país para subordinarlo a las posibilidades de combustible, es
decir, atar los caballos detrás del carro.
Estos
"nacionalistas de opereta" han hecho tanto mal al país con sus
estupideces como los colonialistas con su viveza. Unos negativos y otros
excesivamente positivistas, representan dos flagelos para la economía del país.
No he hecho ninguna trampa. He tomado párrafos
seleccionados en forma sucesiva de un conocido libro. Le sugiero al insomne
lector o la curiosa lectora que indaguen en otros párrafos que omití, referidos
a la necesidad de una alianza estratégica con el capital extranjero, como
condición necesaria para lograr el ansiado autoabastecimiento petrolero. La
única alteración fue incluir entre paréntesis la referencia al “actual gobierno”
en lugar del nombre del general que en ese entonces ejercía -de facto- la
primera magistratura del país. La referencia a “los contadores que nada saben
de petróleo” me pareció un tanto ofensiva hacia la persona del Viceministro de
Economía, pero no me atreví a quitarla. Tal vez debí reemplazar “Salta” por
“Vaca Muerta” o por “plataforma continental submarina”, pero tampoco quise
excederme. El hallazgo del título me exime de mayores comentarios.
La debida aclaración: todos los textos fueron
extraídos del capítulo IV de un libro publicado en Montevideo en 1958. El
título: La fuerza es el derecho de las
bestias. El autor: un tal Juan Domingo Perón.
La
Plata,
20 de abril de 2012
0 comentarios:
Publicar un comentario